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“Soy Nevenka”, de Icíar Bollaín: la dignidad o nada

En Cine y Series miércoles, 9 de octubre de 2024

Ariadna González

Ariadna González

PERFIL

Se ha estrenado en cines Soy Nevenka, de Icíar Bollaín, tras su paso por la sección oficial del 72 Festival de San Sebastián, donde la directora traslada a los códigos de la ficción el primer caso de acoso sexual en el que se condenó a un cargo político en España. Eran principios de los dos mil, hace poco más de veinte años desde los hechos reales y parece un tiempo pretérito, es la estampa de una sociedad blindada contra el reconocimiento y la consciencia sobre el acoso que nos ofrece una distancia desde la que medir lo que ha cambiado desde entonces. Sin embargo, es significativo que la localidad donde ocurrieron los hechos no haya dado el permiso para rodar en sus emplazamientos. En su momento, la mayoría del pueblo se volcó con el procesado y parece que hay cosas que la sociedad aún no ha digerido.

La que fue concejala del Partido Popular del Ayuntamiento de Ponferrada, Nevenka Fernández, ni siquiera estaba familiarizada con el término del “acoso sexual” cuando empezó a sufrirlo. Ella tenía veintitantos años cuando entró a formar parte del equipo de gobierno de la localidad leonesa y poco después comenzó lo que ella ha relatado como “un infierno”. No caben sospechas de que el ánimo de una joven de familia conservadora de esa época pudiera estar orquestado por una ideología feminista, cuando hasta el propio concepto estaba aún bastante lejos de los ecos masivos. De lo que se la acusó socialmente fue de mentirosa, de trepa, de mala, de loca. Para ella fue una cuestión de justicia y dignidad. Fue una pionera instintiva, tal vez inconsciente.  Quienes pensaron  en su entorno que Nevenka sería una gacela a la que subyugar con los métodos convencionales, se encontraron con una fortaleza de ánimo imparable en el camino hacia la verdad. Y lo que en un principio fue considerado por el propio juez del caso un proceso de rápida resolución, se convirtió en un juicio con seguimiento mediático a nivel nacional.

Soy Nevenka

No es la primera vez que este hecho cobra protagonismo en diferentes formatos. En 2004, Juan José Millás publicó el libro : Hay algo que no es como me dicen: El caso de Nevenka Fernández contra la realidad de acuerdo con el seguimiento del proceso judicial y entrevistas posteriores con Nevenka. En 2021 se estrenó en Netflix  Nevenka, la mini serie documental sobre el caso, narrado por la Nevenka de 46 años, donde rememora los hechos con veinte años de diferencia. Ha sido un caso, por lo tanto, ya dado a conocer y desmenuzado. ¿Por qué inmortalizarlo en las vestes de una película de ficción? Tal vez tenga que ver con que el artificio del cine hace a las historias más verdaderas porque te arrastra a sentirlas, además de a entenderlas. Es una película impecable, que no ha arriesgado nada formalmente, que parece no tener más pretensión que la de hacer un retrato realista del desarrollo de la situación.  La cinta de Icíar Bollaín se muestra escrupulosamente fiel a los hechos reales, con pedazos de diálogos calcados de las retransmisiones televisivas y del juicio, además de las confidencias de la exconcejala. También aparecen algunas imágenes pertenecientes a los medios de comunicación del momento. Para enmarcar son las palabras textuales del fiscal García Ancos y el tono con el que interrogaba a Nevenka como si de la acusada se tratara y que le valieron la exclusión disciplinaria del caso.

La recreación del ambiente provinciano de principios de los dos mil está clavada,  los actores protagonistas bordan los personajes.  En el papel de Nevenka Fernández está Mireia Oriol y en el del ex alcalde Ismael Álvarez, el actor Urko Olazabal. Ambos aportan unas interpretaciones cargadas de naturalidad y credibilidad. Ella es una chica bien, complaciente, inteligente y eficiente que emana esa aparente fragilidad tan apetecible para los depredadores. Él es un político de la calle, avispado, carismático, populista, acostumbrado a conseguir lo que quiere. Hacer comprensible su relación delata cosas interesantes y que el acoso no habría llegado tan lejos sin el apoyo de su entorno aún más.

Los acontecimientos que ocurrieron en esa localidad son un vivo ejemplo, una disección detallada de cómo funciona el machiarcado en las instituciones, en la sociedad, en las relaciones. Retratarlos en una historia cinematográfica sirve para examinarlos. Como si se pudiera bajar hasta esa capital de comarca con una aguja y aspirar un pedazo del tejido social a modo de biopsia y ponerlo bajo el microscopio para analizarlo. Representar en el cine aquel episodio sirve para darle un lugar en la memoria social más allá de lo anecdótico y que sirva como referencia de cómo las mujeres acosadas han ido dando los pasos en reclamo de su dignidad.

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