La cantante Sole Giménez volvió al Palau de la Música llena de ritmos y sonoridades con una banda de grandes músicos que dieron solidez a su presencia en el Festival de Jazz de Valencia.
Sole Giménez pisó, espléndida, un escenario que la vio por última vez en 1995 con Presuntos Implicados. En un entorno jazzístico, escena en la que lleva años trabajando, la cantante pudo dar a conocer su trabajo en un lugar en el que, dijo, se siente como en casa. Y es que son varias vueltas las que ha dado la cantante hasta poder llegar al Festival de Jazz de Valencia, en el que ayer presentó su último trabajo discográfico, Cómo hemos cambiado (Hada Music, 2014), con el que celebra treinta años de carrera musical.
Con escenografía propia, la cual dejó el coro escondido tras una pantalla que mantuvo presente el marco en el que se celebraba el concierto, hizo que el logro del difícil lleno de la sala Iturbi se viviera todavía más intenso gracias a este recogimiento, una sensación de intensidad que se acentuó de forma continuada a lo largo de la noche con los numerosos compañeros y amigos que arroparon a la cantante en el escenario y a quienes agradeció con plena sinceridad su labor y todo lo compartido hasta el momento.
A través del entendimiento y complicidad con su banda, Sole Giménez derrochó riqueza y recursos en la combinación de ritmos y estilos, demostrando que la evolución ha sido una constante en su carrera, habiendo sabido amasar orígenes y cambios, y dando lugar así a la segura y atractiva madurez musical con la que prendió al público. Pero hay dos cosas que han permanecido inalterables a lo largo del tiempo: la gestualidad única y personal del cosquilleo de los dedos de Sole sobre el micro y esa característica flexión de rodillas con la que se adentra de lleno en la música, trazos de su propio retrato sin los que no sería ella.
El fuerte componente latino que acompaña a Sole Giménez quedó patente a través de boleros como el del arreglo de “Llovió”, la carga de rumba de “Mi pequeño tesoro” y el pegadizo “Danzón del mundo”. La riqueza de texturas derivada del juego de formaciones que partieron de la base de un quinteto inicial, fue dando lugar a dinámicos cambios teniendo como máximo la irrupción festiva en la sala de la Honey Jazz Band de Sedajazz que regaló espíritu dixie a la noche con temas como “El himno al amor” de Edith Piaf. La canción francesa tuvo protagonismo con otros temas emblemáticos como “La vie en rose” y “La Bohème”, presentes en su disco El cielo de París (WEA, 2012).
La noche tuvo, además, dos sorpresas vocales: la cantante valenciana Neus Ferri y voz de la india Ganavya Doraiswamy, con la que compartió “Fallen” igual que lo hiciera en su día con la gran Randy Crawford.
Entre tanto color también hubo espacio para Brasil con la bossa nova “Aguas de Marzo” y el arreglo de samba que llena de luz el simbólico “Cómo hemos cambiado”, con el que Sole puso a todo el Palau en pie en una correspondida entrega. Imposible no pedir más para ser sorprendidos por un trío de grandes de la escena jazzística valenciana, el pianista Ricardo Belda, el contrabajista Lluís Llario y el baterista Felipe Cucciardi con quienes cantó “What a wonderful world”.
De nuevo con su banda invocó a la gran Billie Holiday con “Alma de blues”, tema en el que el solo del saxofonista Fco. Blanco ‘Latino’ nos recordó dónde estábamos y que sirvió como anticipo a la rueda de improvisaciones de un sabroso “Esperaré”.
Sole Giménez despidió, generosa y cercana, una noche en la que irradió ganas de continuar descubriendo sus posibilidades dentro del mundo de la música, reafirmándose en esa metáfora que, de nuevo, puso en pie al Palau de la Música, dejándonos a todos con la corpórea sensación de que no será la última.
Formación
Sole Giménez, voz
Fco. Blanco ‘Latino’, saxos, flauta y maracas
Iván Cebrián, guitarra
Pepe Rivero, piano
Iván Ruiz, contrabajo
Dani Morales, batería y percusión
Nadie ha publicado ningún comentario aún. ¡Se tú la primera persona!