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Serge Gainsbourg, el mago del pop francés

En Música 3 marzo, 2021

Sergio Ariza

Sergio Ariza

PERFIL

Lucien Ginsburg se convirtió en Serge Gainsbourg en los cabarets parisinos, intentando abrirse paso como joven talento de la chanson, entre mitos como Boris Vian, Jacques Brel o Juliette Greco. Su imagen desgarbada jugó en su contra y muchos se rieron de su físico, algo que aumentó sus complejos de adolescencia, cuando llegó a ser rechazado por una prostituta por ser “demasiado feo”. Eso no impidió que Gainsbourg se convirtiera en una especie de Casanova decadente y que algunas de las mujeres más bellas cayeran rendidas a sus encantos.

Al final consiguió el éxito escribiendo para otros, principalmente mujeres, ya que durante el periodo más fértil de su carrera, entre 1964 y 1968, se convirtió en el mejor escritor pop del continente, a pesar de que su único afán con todo ello era conseguir un Rolls Royce con el que poder atropellar (y seducir) a Melody Nelson…

La Décadanse – Serge Gainsbourg & Jane Birkin

Serge Gainsbourg & Jane Birkin.

Ahora que se cumplen 30 años de su muerte es hora de recordar algunos de los momentos más importantes de su carrera, cortando un poco antes de que en los 80 acabara convertido en una parodia de sí mismo, más interesado en infantiles escándalos o salidas de tono (como con Whitney Houston) que en escribir alguna maravillosa canción más…

«Le chanson de Prevert» (1961)

Esta historia debería empezar con «Le poinçonneur des Lilas«, la canción con la que el mundo descubrió que detrás de esas orejas de soplillo había un tipo con un talento descomunal, alguien a medio camino entre su adorado Boris Vian y Cole Porter. Sin embargo, creo que la canción más representativa, y la mejor, de su etapa como representante de la canción francesa tradicional es «La chanson de Prevert», una adaptación de un poema de Jacques Prévert, guionista de Los niños del paraíso, titulado «Les feuilles mortes (Las hojas muertas)». Es una de las primeras muestras de su maravilloso talento, con un bonito acompañamiento de dos guitarras, una rítmica y otra que va puntuando la melancólica melodía.

«La Javanaise» (1963)

A pesar de que el éxito popular le seguía esquivando —su disco de 1963, Gainsbourg Confidentiel, el quinto de su carrera, apenas vendió 1.500 copias— Gainsbourg seguía mejorando como compositor y ese mismo año compondría una de las canciones más grandes de su discografía, «La Javanaise». Un tema que compuso para el mayor icono de la chanson Juliette Greco, tras pasar una noche bebiendo champagne con ella.

No era la primera vez que Gainsbourg escribía para Greco, una cantante que también había cantado a Jacques Brel o a Georges Brassens, pero sí resultó ser la definitiva. En ese mismo año, 1963, la grabaron tanto Greco como el propio Gainsbourg. Aunque la versión de Greco fue la más conocida en su momento, la que ha perdurado ha sido la del autor, una melodía irresistible, susurrada más que cantada, con unos maravillosos coros femeninos que anticipaban su etapa ye-yé.

France Gall

En 1964 Gainsbourg publicó Gainsbourg Percussions, un disco en el que se reinventaba con ritmos africanos y percusiones latinas. El disco era altamente original pero se vio, nuevamente, ignorado por el público. En una de sus canciones, “Pauvre Lola”, se oía una risa infantil, como de una Lolita, que correspondía a France Gall, una adolescente de 16 años que acababa de fichar por su sello.

Denis Bourgeois, que trabajaba como director artístico de Gainsbourg, la tomó bajo su protección y encorajinó a Gainsbourg para que le escribiera alguna canción. Él no veía con especial interés el fenómeno ye-yé pero decidió que su carrera no estaba yendo a ninguna parte comercialmente y que quería comprarse un Rolls Royce.

Creo que nunca antes surgieron mejores canciones de una premisa tan absolutamente banal. Resultó que Gainsbourg tenía una increíble facilidad melódica y era capaz de entregar gloriosas piruletas pop para el consumo masivo. Primero llegó «N’écoute pas les idoles» que subió a lo más alto de las listas francesas en marzo de 1964, luego vendría la gloriosa «Laisse tomber les filles», uno de las mejores canciones pop de la década y en 1965 alcanzarían su mayor gloria cuando «Poupée de cire, poupée de son» ganó el festival de Eurovisión, con Gall representando a Luxemburgo.

Ese mismo año Gainsbourg le escribiría la inolvidable «Attends ou va-t’en», una canción que para el público español siempre estará ligada a la versión instrumental de Paul Mauriat que se convirtió en la sintonía del Flor de pasión de Juan de Pablos. Pero en 1966, con Gainsbourg posiblemente ya con su Rolls Royce, llegaría el primer gran escándalo, uno de los primeros del rey del susodicho, cuando le escribió la irresistible «Les succettes», una canción sobre una dulce chica a la que le gusta chupar piruletas hasta que el azúcar y el anís llegan a su garganta…

No había que ser un lince para saber de qué trataba la canción, aun así la virginal Gall no se enteraba de que el hombre que escribió una canción llamada «Requiem por un gilipollas» le estaba haciendo cantar sobre una felación. Por favor, vean el vídeo a continuación y prueben a ver si lo pueden hacer sin que se escape una carcajada, con un estilo a medio camino entre Valerio Lazarov y peli porno con ínfulas artísticas, la pobre France es la única presente que no sabe de lo que está hablando esa canción.

Pero el caso es que la canción tuvo el visto bueno de su mánager, su propio padre, que encima le hizo cantar al poco una canción sobre una chica que se liaba con un amigo de su padre. El caso es que la pobre France se cabreó muchísimo, con razón, cuando se enteró de todo aquello pero, aun así, siguió cantando (grandes) canciones de Gainsbourg como «Nefertiti», de su, a reivindicar, etapa psicodélica.

La Gadou (1966)

Pero France Gall no fue su única musa durante su época como exitoso escritor de canciones pop. Entre las que solicitaron sus servicios estaba la cantante británica Petula Clark, que tenía una exitosa carrera en Francia y otros lugares del continente europeo, como Alemania o España, cantando en varios idiomas. Gainsbourg le compuso varias canciones específicamente, como esta notable “La gadoue” que fue un gran éxito en 1966.

Les papillons noirs (1967)

En el comienzo de su carrera, Gainsbourg había acompañado a la gran Michèle Arnaud a la guitarra en los cabarets parisinos. Fue ella la que descubrió el talento de su guitarrista como compositor y la que le dio sus primeras oportunidades. Así que, ahora que su carrera iba viento en popa, Gainsbourg no se olvidó de ella y le compuso esta maravilla con un gran arreglo de cuerdas y un certero estribillo. Tiempo después el grupo de Nueva Ola francesa Bijou realizaría una buena versión de la misma, contando con el propio Gainsbourg.

Sous le soleil exactement / Roller Girl (1967)

Pero sin duda mi canción favorita de este periodo, y puede que de toda su carrera, sea “Sous le soleil exactement”, la canción que compuso para la banda sonora de Anna, una película protagonizada por la musa de Godard y la Nueva Ola, la única e irrepetible Anna Karina. Gainsbourg cayó prendado de la protagonista de Pierrot Le Fou, y parece que esta también de él. Como cada vez que se enamoraba surgieron maravillosas canciones, la más importante esta joya de canción que el propio Gainsbourg retomaría más tarde en versión propia para su primer disco con Jane Birkin. Eso sí, la versión de Karina sigue siendo la definitiva.

Por si faltara algo, también le escribió su canción más garajera y rock, la imparable “Roller Girl”, que protagonizaba una de las escenas más memorables de aquella película para la televisión, dirigida por Pierre Koralnik y con Jean-Claude Brialy (con el que ya había protagonizado la divertida Una mujer es una mujer), Marianne Faithfull y el propio Gainsbourg, acompañando a la protagonista.

Initials BB (1968)

Que el feo oficial de la chanson terminara teniendo una relación con la mismísima Brigitte Bardot tuvo como consecuencia que, si Gainsbourg ya venía de una época productiva, 1967 y 1968 se convirtieran en los mejores años de su carrera. Fue en esta época cuando escribió “Bonnie & Clyde” y “Je t’aime, moi non plus”, además de volver a sacar un disco propio a su nombre, con el inconmensurable Initials BB, llamado así por una canción gigantesca que le dedicó a la actriz, poco después de que esta le abandonara para volver con su marido.

A pesar de ser una relación relativamente corta, su amorío con Brigitte Bardot fue increíblemente productivo, dos de las mejores canciones, y más conocidas, de su carrera surgen de una noche que pasaron juntos en la que la Bardot le pidió que le escribiera la canción de amor más bonita de la historia. Fue así como escribió “Bonnie & Clyde”, un homenaje a la película protagonizada por Warren Beatty y Faye Dunaway, y “Je t’aime, moi non plus”, la más provocadora y hermosa canción de la historia del pop francés. Gainsbourg la llegó a grabar con Bardot, pero el eco del escándalo fue tan grande que la actriz le pidió que no la publicara, algo que Gainsbourg hizo, aunque más tarde volvería sobre ella (más sobre eso más adelante).

Eso sí, más allá de aquella canción, el impulso creativo fue enorme y Gainsbourg sacó su primer disco en cuatro años, el imprescindible Initials BB, además del recopilatorio Bonnie & Clyde. En ambos se incluía la canción que daba nombre al último, un dúo con Bardot, que era otra golosina pop, con una producción maravillosa, que haría que su música fuera sampleada en varias ocasiones, ya fuera MC Solaar, Kylie Minogue o Jay Electronica. La otra maravilla absoluta de este año fue “Initials BB”, su homenaje a Brigitte que cuenta con un maravilloso arreglo orquestal que cita a la “Novena Sinfonía” de Dvorak.

L’anamour/Comment te dire adieu (1968)

Ya decíamos que sobre Gainsbourg se decía que era incapaz de escribirle una canción a nadie si no le amaba, bien pues en el caso de Françoise Hardy no hay duda. A pesar de que la cantante ye-yé francesa por excelencia no le dio ninguna oportunidad (como tampoco se la dio a Dylan, Jagger y tantos otros), Gainsbourg cayó prendido, algo que no es tan raro si pensamos que a Hardy le podemos aplicar aquello que dijo Willie Nelson de Emmylou Harris, Existen dos tipos de hombres, los que están enamorados de ella, y los que no la conocen.

El caso es que Gainsbourg le escribió dos de sus mejores canciones, una «L’Anamour», llevaba su letra y su música, y la repescaría posteriormente para su primer disco con Jane Birkin, mientras que la otra, la igualmente maravillosa «Comment te dire adieu» (quedaría al notable disco del mismo nombre) solo contaba con su letra, una particular adaptación del tema en inglés «It Hurts to Say Goodbye» de Arnold Goland, pero aun así es otra verdadera maravilla.

Je t’aime moi non plus (1969)

1969 tenía que ser un gran año para un Serge Gainsbourg, que no dudó en dedicarle una canción, la sensual “69 année erotique”. A mediados del año anterior había comenzado una relación con la mujer más importante de su vida, Jane Birkin. La actriz y modelo inglesa tenía 18 años menos que él, pero estaba lejos de ser la Lolita que con esfuerzo se propuso pintar Gainsbourg desde el principio, a sus 22 años estaba divorciada y tenía un hijo de una relación anterior.

Lo primero que hicieron como pareja fue grabar la canción que había compuesto para Bardot, “Je t’aime moi non plus”, Birkin dice que lo hizo simplemente para que no la grabara con otra (se rumorea que Gainsbourg se lo había propuesto a varias cantantes con anterioridad, Marianne Faithfull incluida), pero su entusiasmo juvenil a la hora de interpretar los gemidos de la canción llevaron a que esta fuera prohibida por el mismísimo Vaticano. La reacción fue lógica, se convirtió en un éxito en medio mundo, Inglaterra y la mojigata España incluidas, como declararía más tarde el propio Gainsbourg, El Papa me convirtió en una estrella.

La verdad es que la canción se bastaba y se valía por sí misma, sin necesidad de escándalo, siendo un prodigio que te atrapa desde los acordes iniciales, para subyugarte desde el momento en que entra ese órgano humeante y las voces suplicantes de Birkin y el propio Gainsbourg, contestando a los Te quiero de esta con ese inquietante Yo tampoco. Una idea que el cantante cogió prestada de Salvador Dalí quien había declarado Picasso es español, yo también, Picasso es un genio, yo también, Picasso es comunista, yo tampoco.

Histoire de Melody Nelson

Serge Gainsbourg llevaba coqueteando con la idea de un disco que girara alrededor de Lolita desde mucho antes de conocer a Jane Birkin, pero cuando se casó con ella decidió llevarlo adelante, con Birkin posando en la portada como si fuera una adolescente provocadora. El resultado fue su disco más importante, una obra corta, apenas 28 minutos, con una increíble producción. A pesar de que ahora está considerado uno de los mejores discos de la historia del pop francés en su momento quedó totalmente ignorado.

La particular Lolita de Serge Gainsbourg —a quien interesaba más el personaje de Humbert Humbert—   era un disco conceptual, en el que un hombre de mediana edad en un Rolls se ve envuelto en un accidente  con una adolescente. Posteriormente, la seduce y comienza un romance con ella. Más allá de su chocante tema —muy propio de Gainsbourg—, lo que más destaca de este disco es su música, en la que los arreglos orquestales se mezclan con punzantes guitarras y bajos funky.

Además del propio Gainsbourg, el gran protagonista del disco es Jean-Claude Vannier, coautor de tres de las canciones y responsable de todos los arreglos orquestales. Otros discos de su autor tienen mejores canciones, pero ninguno tiene la consistencia y la unidad de esta pequeña maravilla que suena a sexo prohibido.

Je suis venu te dire que je m’en vais (1973)

En 1973, Serge Gainsbourg sufrió su primer ataque al corazón, pero en vez de dejar el alcohol y la nicotina, muy en su línea, decidió que iba a combatir sus males subiendo su consumo de ambas sustancias. Además, su semana en el hospital le sirvió de inspiración para escribir una de sus mejores canciones, “Je suis venu te dire que je m’en vais”, incluida en su disco de ese año, Vu de l’extérieur. Aunque escuchando su letra uno piensa que se trata de una despedida para su primera esposa, Françoise-Antoinette Pancrazzi, de ahí esos versos: He venido a decirte que me voy… Y tus lágrimas no pueden cambiar eso. Como dice muy bien Verlaine al mal viento, He venido a decirte que me voy…

Rock Around The Bunker (1975)

Poca gente recuerda que cuando los nazis entraron en París, Gainsbourg, entonces Lucien Ginsburg, tenía 12 años, y tuvo que llevar durante cuatro años la estrella de David amarilla, obligado como el resto de judíos. Él siempre ha dicho que la llevó con orgullo, como un sello de distinción, pero está claro que aquello tuvo que marcarle.

No es de extrañar que en 1975 decidiera hacer un disco conceptual sobre los nazis, claro que en vez de ser un disco protesta se trata de un disco rock de humor negro con canciones tan desternillantes como “Nazi Rock” o “SS in Uruguay”. Eso sí, si Gainsbourg se había ganado a pulso el título de viejo verde del pop francés, lo que hace en este disco con “Smoke Gets In Your Eyes” lo confirma, transformando una de las más bellas canciones de amor de todos los tiempos, en un blues sucio y depravado para cantar borracho en un cabaret berlinés.

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