Quizás sea exagerado hablar de subgénero, pero si echamos la vista atrás, nos topamos con un buen número de películas que se han acercado a los espectros del más allá de forma cómica. Será por eso de quitar hierro a algo en principio tan aterrador como son los entes que nos visitan desde otra dimensión, o para normalizar lo de la vida después de la muerte. El caso es que los fantasmas también dan risa, y unos cuantos cineastas ha sabido mezclar humor y cine fantástico con resultados más que notables.
#1 El fantasma y la Sra. Muir (1947)
Una de las mejores comedias románticas con motivos fantastique de la historia. La película de Joseph L. Mankiewicz traza un inolvidable triángulo amoroso entre la viuda que interpreta Gene Tierney, el fantasma marino con la cara de Rex Harrison y el galán George Sanders.
De ironía sutil y dirección exquisita, El fantasma y la Sra. Muir introduce el elemento fantástico en la historia de una manera natural y elegantísima. El cuento gótico de fantasmas con mujer acechada por un espectro maligno se convierte aquí en una comedia de enredos en la que el fantasma acuerda con la anfitriona cuándo y cómo se le va a aparecer en la casa. Una delicia y pieza clave para entender este subgénero.
#2 Abbott y Costello contra los fantasmas (1948)
De acuerdo, a pesar de su traducción española (el original es Bud Abbott Lou Costello Meet Frankenstein), aquí no salen fantasmas sino monstruos: el de Frankenstein (Glenn Strange), el hombre lobo (Lon Chaney Jr.) y Drácula (Bela Lugosi).
Ahora bien, el filme de Charles Barton es clave para entender la existencia de Cazafantasmas. ¿El motivo? Se trata del primer spoof fantaterrorífico de calidad -con permiso de la inclasificable y algo marciana La marca del vampiro de Tod Browning– que combinaba de forma sabia sustos con risas locas (eses slapstick y la gestualidad sobrehumana de Lou Costello). Y es que Dan Aykroyd y Harold Ramis modernizaron en parte esta cima del humor desbocado para conseguir su éxito de taquilla.
#3 Bitelchús (1988)
Sí, casi veinte años después de su estreno, el encanto entrañable y torpe del matrimonio de fantasmas formado Geena Davis y Alec Baldwin sigue intacto. El segundo largometraje de Tim Burton tomaba la forma de una comedia negra para contar el día a día de un par de espectros incapaces de encontrar la paz en la otra vida, tras ver cómo su casa es ocupada por una nueva familia que no les respeta.
Sesiones de espiritismo, Winona Ryder anticipando el angst del grunge, la ayuda de un extraño ser llamado Bitelchús, una Sylvia Sidney como cicerone del más allá, y las canciones de Harry Belafonte. Una fiesta que podría tener una segunda parte en breve.
#4 Agárrame esos fantasmas (1996)
Peter Jackson se despidió de su época más desprejuiciada y festiva (una época que muchos echamos de menos. Ojalá algún día vuelva a ella.) con esta comedia fantástica genial y pasadísima de vueltas que, entre guiños a Poltergeist, Re-Animator o La familia Addams, homenajeaba de forma directa a Cazafantasmas. Un ex-arquitecto convertido en médium con capacidad para ver fantasmas, se asocia con estos para realizar estafas: limpiar casas encantadas que previamente son infestadas por los espectros amigos. La cosa se complica cuando el torturado trilero interpretado por Michael J. Fox descubre una entidad diabólica que escapa a su control y que comete asesinatos en serie.
#5 Cazafantasmas (2016)
Se presentaba con uno de los reboots más esperados de año, precedido por una lamentable campaña previa de desprestigio por parte de la facción más machista y rancia del fandom cinematográfico. Dejando de lado ese triste episodio (si se vuelve a repetir lo volveremos a denunciar), el saldo que ofrece este nueva versión de Cazafantasmas es decepcionante, no porque no esté a la altura de la original (aquí no la vamos a comparar), sino porque carece de entidad propia a pesar de haberse atrevido a crear una nueva mitología.
Actrices con un talento cómico a prueba de bombas totalmente desaprovechadas, cameos y homenajes al primer Cazafantasmas despachados con desgana, y un clímax final sin carga emotiva. Patinazo absoluto de un cada vez más gris Paul Feig.
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