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Partirse de risa

En Sin miedo, Juan, Lifestyle lunes, 1 de febrero de 2016

Juan Solbes

Juan Solbes

PERFIL

En un bar alguien protestó al camarero porque en la mesa de al lado se estaban partiendo de la risa y molestaban al resto de mesas, y yo pensando que la risa era contagiosa.

Desde diferentes sectores científicos y de la salud existe una cierta preocupación por la falta de risa en una sociedad “evolucionada” como la nuestra. De hecho, se dice que en determinados países de Centroeuropa los adultos ríen unas 12 veces al día frente a las 400 que puede reír un niño. Así que un objetivo que se proponen es fomentarla y hasta entrenarla para no olvidarse de su existencia.

A mí esto me provoca mucha risa y también mucha pena. La risa me la provoca la falta de lógica en este tipo de situaciones en las que se borra la sonrisa de la boca. La pena es porque hasta la risa se ha convertido en una cosa seria y hay que tomar medidas para fomentarla.

Pensaba que nosotros, en España, adorábamos la risa y hasta la buscábamos constantemente. Chistes, cuentos y comedias para reírnos hasta de nuestra sombra y cuando peor estaban las cosas mucha más risa. Recuerdo tardes de morirse de risa y tener un dolor en el estómago de no poder estar de pie, llorar sin parar partiéndose de la risa y hasta ver cómo alguien se meaba encima de tanta carcajada.

Esas carcajadas o sucesión casi inagotable del sonidos ja ja ja son como magia para el cuerpo y para la mente. De los seis sonidos curativos que el increíble doctor Sun Si Miao, rey de la medicina china, tenía en su sistema de Qigong, uno era el Ja y su repetición y uso nos ayudaba a equilibrar el cuerpo y la mente para desarrollar acciones potencialmente beneficiosas en nuestro día a día.

Si esta forma de vida que estamos creando para relacionarnos y vivir organizadamente está provocando que perdamos momentos de felicidad extrema, donde troncharse de la risa era la consecuencia de estar bien juntos, mejor pensemos en cambiar la manera de sociedad que estamos proponiendo.

Ya no se trata de recurrir a científicos, terapeutas, talleres de risoterapia o a ciencias como la gelotología para que nos ayuden a reírnos más, sino en tener un sistema organizativo y una manera de relacionarnos que nos produzca tanta felicidad y alegría que podamos reírnos absolutamente de casi todo.

Y tengo que reconocer que es difícil sentirte alegre escuchando las noticias en la televisión o en la radio, los debates entre los dirigentes de los partidos políticos que pugnan por organizarnos o la violencia verbal que vislumbro en algunos dibujos animados para niños.

Sigo pensando que es más divertido entrar en un bar donde la gente se ría.

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