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Cine y Series

El paradigma televisivo estadounidense, al borde del precipicio

En Pérdida de series, Cine y Series sábado, 16 de mayo de 2015

Emilio Doménech

Emilio Doménech

PERFIL

Las cadenas en abierto norteamericanas, o networks, continúan renovando series con paupérrimos datos de audiencia. ¿Cuál es el límite?

Estoy enganchado a los números. No a los que exigen aptitudes matemáticas inalcanzables para un estudiante de letras, pero sí a aquellos otros que con unas nociones básicas te dan para hacer un análisis incluso exhaustivo de algunas realidades. Una de las que más me apasiona concierne a la taquilla cinematográfica; la otra, a las audiencias de la televisión estadounidense. Y qué desastre de temporada, amigos.

Para hacerles un resumen. Las audiencias norteamericanas basan sus estadísticas en dos datos importantes: primero, el número total de espectadores por programa; y segundo, los datos en el demográfico más importante, el que va desde los 18 a los 49 años. Este último dato se mide con las famosas demos. Series como Perdidos o Anatomía de Grey llegaron a alcanzar cifras superiores a los 8 puntos entre 2005 y 2006. Ahora en 2015, una serie de éxito como The Blacklist (NBC) apenas rebasa los 1.4. ¿La media de una cadena grande como ABC? Casi ni llega a los 2 puntos en su mejor noche, la de los jueves de Shonda.

The Blacklist

Con esos números podéis haceros una idea de por dónde se mueven los programas de prime time en el contexto televisivo actual. A simple vista, el hecho de que el número de espectadores haya descendido tan radicalmente puede atañerse a decenas de motivos: desde la proliferación del DVR -grabación de programas en discos duros o SmartTVs– hasta el visionado online, pasando por la crisis de la burbuja televisiva en general.

La pilot season, que es esa época primaveral en la que las cadenas eligen las series que encabezarán su plantel de estrenos en otoño; y los upfronts de mayo, que es cuando esas mismas cadenas renuevan o cancelan su alineación de la temporada que se acaba, han dejado claro en los últimos años que hay un desgaste evidente en la producción de ficción para la pequeña pantalla. Ni qué decir que las adaptaciones de cómic, ese mercado que está destruyendo el panorama cinematográfico tal y como lo conocemos, tiene también visos de imponerse como el nuevo paradigma televisivo. Y ojo, quizá ni eso.

Marvel’s Agents of SHIELD va cuesta abajo y Marvel’s Agent Carter no ha cumplido (en absoluto) las expectativas marcadas. Arrow (The CW), The Flash (The CW) o Daredevil (Netflix) sí que han cosechado buenas críticas y sus audiencias mantienen números bastante positivos -sobre todo la de Netflix-, pero, ¿cuál es el límite? La creación de megauniversos puede a su vez convertirse en otra enorme y problemática burbuja.

Daredevil

Empire y How to get away with murder, dos de los estrenos más potentes del año, han demostrado que los culebrones y la variedad étnica en los repartos ha funcionado muy bien de cara a las audiencias. Y mirad Fast & Furious 7, sobradamente la película que más salvajemente ha asaltado la taquilla internacional y también el blockbuster más variopinto en su elenco de actores.

Es difícil valorar a estas alturas cuál es el futuro de la televisión, pero cadenas como ABC y CBS ya han renovado series que se movían en cifras que bajaban del punto (1.0) en las demos (American Crime, Galavant y The Good Wife). Esto es un sacrificio y confirma que la televisión estadounidense está cerca de cambiar para siempre. La pregunta es, ¿cómo y de qué manera? El entendimiento entre público y estudios va a ser vital en esta reconstrucción, así que mientras tanto sólo queda ver a un listado de networks moribundas atosigadas por un mercado del cable que les está empezando a comer el pastel. Y los buenos números, también.

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