Corre una leyenda en los mentideros del rock and roll que afirma que Jerry Lee Lewis se presentó borracho en la casa de Elvis poco antes de la muerte de éste, y le profirió gritos a las puertas de Graceland. Fuera de sí, le aclaró quién era el Rey. El resto…una auténtica vida salvaje.
Jerry Lee Lewis no tiene que ver absolutamente nada con el humorista de análogo nombre. Con este personaje las bromas no eran precisamente aquello que imperaba en su existencia. Más bien, todo lo contrario: envuelto en diversos escándalos, siempre ha sido un enfant terrible que, fruto de ello, no ha sabido gestionar el gran talento que atesoraba. Su familia supo que era un portento desde el primer instante e hipotecó la granja en la que residían para comprarle un piano. Jerry era aficionado a los estilos profanos que tocaban los negros en los guetos y tomó buena nota para hacer arder su instrumento fetiche. Literal.
Aunque no por ello dejó de suscitar auténticas polémicas como cuando tuvo que telonear a Chuck Berry y, contrariado por ello, prendió fuego a su piano con gasolina oculta en una botella de Coca Cola. Ni corto ni perezoso, le espetó al de Saint Louis: “Mejora esto, negro”. Aunque sus trastadas no sólo se daban en los escenarios. Tuvo hasta seis esposas, algunas de ellas simultaneadas. La primera era mayor que él, que sólo contaba unos dulces 16. Su madre le envió a una escuela religiosa en Texas para enderezarle, pero no había nada que hacer: interpreta la espiritual “God is Real” al estilo boogie-woogie. Genio y figura.
Nuestro protagonista seguía de tugurio en tugurio y de mujer en mujer y termina casándose con Jane, a quien deja embarazada, sin haberse separado siquiera de su primera esposa. Su verdadero sueño de ser el Rey se afinó cuando leyó un artículo sobre Elvis en una revista y se presentó ipso facto en Memphis para poner orden en la corte. Lo hará en el sitio idóneo, el legendario estudio de grabación Sun Records, grabando un par de canciones en presencia de la mano derecha del gurú Sam Phillips. Aunque el momento imborrable llega cuando se une en una sesión de grabación a Elvis, Carl Perkins y Johnny Cash… fue lo que llamaron Million Dollar Quartet. Finalmente, el éxito llamó a su puerta cuando grabó e interpretó hasta un total de 25 veces en una misma noche la procaz “Whole Lotta Shakin’ Goin’ On”. Corría el año 1957.
Sólo fue programada por Steve Allen en su show y ello la encumbró a la cúspide de las listas e hizo que Jerry llamase así a uno de sus retoños años más tarde. Al tiempo, llegaría “Great Balls of Fire”, un tema que no quiso cantar por su presunto contenido blasfemo, pero al hacerlo se convirtió en un éxito descomunal que da nombre a una película muy recomendable interpretada por Dennis Quaid y Winona Ryder.
“The Killer” (así le llamaban) estaba en la cima pero una vez más volvió a cagarla: se lía con Myra, la hija de su primo, y se casan en secreto de nuevo sin divorciarse de la anterior esposa. Todo dentro de lo “normal”, salvo por el hecho de que Myra contaba trece años. No contento con la controversia creada, Jerry viaja con ella a Inglaterra, se descubre su edad y algunos de sus conciertos planeados en las Islas son cancelados, algo que le hace asimismo caer en el ostracismo en la puritana sociedad estadounidense.
Durante los 60 intenta recuperar fuelle, pero los escándalos le pasan factura. En lo que él mismo consideraría pagar su karma por su díscola vida, su hijo Steve muere ahogado con sólo 3 años, se separa de Myra y se aferra al alcohol y las pastillas. Edita con nueva discográfica discos muy recomendables, pero la maldición parece cernirse sobre él. Los 70 son un despropósito para Jerry: su esposa le pide el divorcio, su madre fallece, otro de sus hijos se estrella en un accidente de coche y termina por casi irse al otro barrio víctima de una úlcera sangrante.
Los 80 no mejoran el panorama: su cuarta mujer se ahoga en una piscina, la quinta aparece muerta por sobredosis de metadona y él, lejos de rehabilitarse, sigue colgado y arruinado, pero también teniendo un nuevo hijo con su sexta esposa. Ver para creer.
Con el nuevo milenio edita nuevos trabajos, uno de duetos con leyendas del rock de la talla de Neil Young o B.B. King y otro, el último hasta la fecha, centrado en el country para celebrar sus 75 años. Tres cuartos de siglo de una vida salvaje que no le permitió jamás desbancar de su trono a Elvis, tal vez ni siquiera en excesos. Al menos él vive para contarlo…y seguir teniendo hijos.
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