Cineastas como Paul Feig o Judd Apatow siempre han confiado en la reputada directora de casting Allison Jones y en su instinto para el talento nerd.
Con demasiada frecuencia, la crítica, las ceremonias de premios y por supuesto el público pasan por alto el mérito de los directores de casting. Hace algo más de un mes leí un perfil en The New Yorker sobre Allison Jones, una de las más respetadas directoras de casting en Hollywood, que se titulaba The Nerd Hunter, algo así como “la buscadora de friquis”. No pretendo, ni mucho menos, fusilar aquel fantástico artículo, pero creo necesario recapitular algunos de sus puntos más importantes para entender el éxito de las comedias más reputadas del último lustro.
Jones es habitual colaboradora de Paul Feig (La boda de mi mejor amiga) y Judd Apatow (Virgen a los 40) y fue la que descubrió a algunos de los cómicos-freaks más importantes de la nueva ola de la comedia norteamericana. En 1999, fichó a Seth Rogen (Superfumados), James Franco (127 horas) y Jason Segel (Cómo conocí a vuestra madre) para Freaks and Geeks y luego consiguió colar a Jonah Hill (El lobo de Wall Street) y Christopher Mintz-Please (Kick-Ass) en la taquillera Supersalidos.
Como directora de casting, Jones también ha ayudado a cerrar los increíbles repartos de The Office y Parks and Recreation. Ella fue la que luchó para que Chris Pratt, que venía de ser un guaperas corriente en Everwood, tuviera un papel importante en la serie de Amy Poehler. Y lo mismo con Aubrey Plaza, una de las actrices más talentosas del género en el marco independiente estadounidense.
Lo que Feig y Apatow le exigían a Jones para muchos de sus primeros proyectos, allá a finales de los noventa, era encontrar actores de comedia que más que saber enunciar chistes, pudieran improvisar sus propias líneas de diálogo, creando algo totalmente diferente a lo que había escrito en el guión. Este es un matiz importante porque la grandeza de las comedias televisivas actuales parte de ese carácter espontáneo, aunque siempre ligado a la excentricidad que abanderan la mayoría de los personajes de las series que amamos.
Piensen en Parks and Recreation. Todos los personajes son raros a su manera, y los que no, siempre tienen postergada su ración de bochorno. Mientras que el cariz improvisado de las interpretaciones ayuda a que la química entre actores se sienta fluida y natural, algo extremadamente complejo en las sitcoms de escuadra y cartabón, las personalidades frikis de los personajes son las encargadas de conquistarnos. Lo dice muy bien Paul Rudd (Ant-Man), (Jones) encuentra gente por la que tu corazón puede romperse.
El personaje de Amy Poehler era incluso exageradamente nerd para los estándares de las sitcoms, y sin embargo su Leslie Knope creció hasta convertirse en una de las protagonistas más fáciles de querer del largo plantel de comedias que hay en ristra desde hace años en la televisión norteamericana. Cuenta la sinceridad de su papel, una burócrata ambiciosa fiel a sus amigos cercanos; la espontaneidad de su interpretación, amén de cualquier mirada directa a cámara; y el frikismo de su personalidad, desde su amor por los wafles a su facilidad a la hora de poner en evidencia a sus compañeros.
En la comedia norteamericana, la ametralladora de diálogos brillantes, la escatología de patio de colegio o el automatismo del gag están sobrevalorados. ¿Qué sería de La boda de mi mejor amiga sin Kristen Wiig montándola en el avión de camino a Las Vegas o de Supersalidos sin Christopher Mintz-Please comprando alcohol con el carné de un tal McLovin? Es la vergonzante respuesta de estos personajes a las crisis (sociales) que les vapulean la que nos hace cogerles cariño. Cuanto más sufran, dentro de unos límites responsables y con carcajadas que acompañen a un sentido constructivo de sus personajes, más deprisa llegarán sus problemas existenciales a nuestros balbuceos emocionales.
Y con todo ello llegamos a Other Space, la nueva sitcom sci-fi alla Star Trek de Yahoo Screen producida por Paul Feig y cuyo casting ha sido escrupulosamente seleccionado por Allison Jones. El reparto, repleto de los más extravagantes tripulantes, incluido un robot cargado de mala leche y un capitán de nave que logra un ascenso esquivando un meteorito mientras se zampa un perrito caliente, es sin duda el combustible que mantiene en movimiento la serie.
Los viajes espaciales de este elenco de personajes, y aquí el personajes funciona con sus dos acepciones, ha tenido una primera temporada ejemplar y certifica que Jones no sólo encuentra nerds graciosos, sino que además sus descubrimientos saben trabajar juntos, pues hay química desde el puente de mando hasta la sala de máquinas. Todavía desconocemos el futuro que le espera a la serie y si será renovada para tener otra oportunidad el año que viene, pero tengo claro que Other Space tiene la bodega de carga llena de talento. La cosa promete.
Nadie ha publicado ningún comentario aún. ¡Se tú la primera persona!