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Operación Lectura

En Lifestyle lunes, 3 de agosto de 2015

Jesús Andrés

Jesús Andrés

PERFIL

Te recomiendo un libro para que parezcas interesante en la playa y nadie se fije en tu flacidez abdominal.

Todos los veranos el mismo disgusto, pero este año más: te pones el bañador y el espejo te devuelve el reflejo del más absoluto de los fracasos. Es la enésima puesta a punto preestival que se va al garete. Ya que no has conseguido adelgazar -piensas-, al menos cumplirás un buen propósito durante tus vacaciones y recuperarás el sano hábito de leer, que lo tienes algo abandonado por culpa de las redes sociales y el porno online las series online.

Reconócelo, pisas la biblioteca con la misma asiduidad que el gimnasio. La falta de forma física se nota en tus michelines, pero, querido, la falta de lectura también se hace patente en tu manera de expresarte: ya no dominas los imperativos como antes, el corrector de Word te salva de errores garrafales y te “sorprendistes” a tí mismo añadiendo una S a la segunda persona del singular de un pretérito indefinido. Redímete con un poquitín de postureo intelectual y, libro en mano, encamínate a la playa a demostrar que sí, estás fofisano, pero eres la mar de cultureta.

Mi opción literaria para estos días de asueto la he tenido clara. A mí, la canícula me remite a los veranos ochenteros en mi añorada Cullera, a mis chapoteos a la orilla del Mediterráneo, a las piscinas atiborradas de cloro, a los polos de fresa y a las anécdotas del niño gordito que aún albergo en mi interior. Por eso, este mes bajaré a la playa con Sin manos y otras proezas de la infancia, un libro repleto de situaciones que nos retrotraerán a nuestros años mozos.

Como las greguerías de Gómez de la Serna, los breves capítulos de este libro están narrados con cierto surrealismo, como si los hubiera desdibujado el tiempo y los hubiese vuelto a construir la memoria de un chaval. Raúl Jiménez y Rodrigo García, sus autores, no se conforman con yuxtaponer episodios nostálgicos, de esos que arrancan una sonrisa cómplice, también jalonan su obra con capítulos de un humor negro casi macabro -que se agradece- y con sinsentidos audaces.

Colocado estratégicamente, el libro vale para ocultar redondeces incómodas.

Colocado estratégicamente, el libro vale para ocultar redondeces incómodas.

Sin manos… es, pues, idóneo para una lectura bajo el sol de agosto. Primero, su estructura es perfecta para leerlo en los ratitos que nos dejan libres los sobrinos (cuidar de ellos es la única vía para tratar de ser un “tío bueno” con semejantes lorzas). Segundo, no está incluido en ninguna lista de best sellers y eso contribuirá a que hasta en una playa nudista todo el mundo sepa que tú eres bien hipster. ¡Fracasaste con la Bikini, pero la Operación Lectura no se te va a resistir!

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