Una sociedad donde uno de sus miembros es capaz de escribir un cuento titulado Batracomiomaquia, para señalar una batalla de ranas y ratones, puede entusiasmarse casi por cualquier cosa.
No me puedo imaginar en la época de los griegos, nueve siglos antes de lo que dicen que fue el nacimiento de Cristo, a nadie capaz de crear una palabra como entusiasmado (en griego claro).
Es cierto que la imaginación que existió en esa época con Homero, Hesíodo, Arquíloco o Píndaro entre los poetas o con filósofos de la talla de Sócrates, Aristóteles o Platón tuvo que ser espectacular, pero encontrar a alguien que personalizara una palabra que significara tener un dios dentro de sí es una verdadera genialidad. Quiere decirse que un entusiasmado, palabra que ha llegado hasta nuestros días, es aquel que es adoptado por uno de los dioses, guiado por su fuerza y sabiduría, siendo capaz de transformar la naturaleza haciendo que ocurran cosas de todo tipo.
¿Será verdad que cuando nos entusiasmamos con un proyecto un dios nos posee y presta sus talentos para ser capaces de vencer los desafíos cotidianos que se nos presentan? ¿Será necesario entusiasmarse para resolver los problemas del día a día y poder avanzar a nuevas situaciones pendientes de solucionar?
Quizá los tiempos han cambiado y esa panda de Zeus, Apolo, Poseidón, Hera, Afrodita o Artemisa perdieran las elecciones, dando paso a nuevos valores que forjaran a los hombres y mujeres de esta nueva era. Quizá los nuevos dioses que ahora nos entusiasman tengan mucho que ver con la competitividad, el desafío, el poder, la riqueza, la manipulación, etc. Sin embargo, siento que para mí esa dichosa palabra tiene un significado importante, esencial y básico en la vida, las palabras que cruzan allende los siglos deben tener un gran por qué.
Alguien que consigue entusiasmarse con aquello que le apasiona es aquel que se conoce, que sabe quién es, que cree en las posibilidades y talentos que desarrolla, que experimenta su poder para transformar las cosas, que vive en un estado de fe en sí mismo y no está dispuesto a dejar de trabajar para conseguir aquellos logros que la vida le enseña o le muestra, alguien que cree que puede co-crear la realidad en la que desea vivir.
¡Quiero dejarme poseer por uno de esos antiguos dioses! ¡Que me llenen de placer e interés por el trabajo que desarrollo y que me hagan disfrutar de cumplir con mis tareas en el día a día! Porque siempre que he visto a alguien entusiasmado me ha contagiado alegría, ganas de salir de la rutina, de compartir con los que quiero y moverme para llegar a alcanzar mis objetivos.
¡Por Afrodita! Diosa del amor, la belleza y el deseo.
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