Neil Young, a través de sus mejores discos

En Música sábado, 13/12/2025

Sergio Ariza

Sergio Ariza

PERFIL

Neil Young es uno de los mayores gigantes que nos ha dado la música popular del siglo XX, uno que se sienta a la mesa de Bob Dylan, Paul McCartney, Stevie Wonder, Jagger, Richards, Joni Mitchell y demás mitos de la historia del rock.

Un camino difícil

El canadiense tuvo un camino difícil hasta la cima, comenzó en The Squires, una banda de rock de garaje que formó en Winnipeg, tras su disolución se pasó al folk y a la guitarra en solitario, y podríamos decir que esos serán sus dos modos principales a lo largo de su carrera, en la que ha variado entre el rock crudo de guitarras y los modos de cantautor, sin olvidar sus pasos por la psicodelia y el country rock, dos enfoques a los que daría forma en Buffalo Springfield, la banda en la que se enroló a mediados de los 60 en California y en la que compartió protagonismo con uno de los músicos fundamentales de una carrera en la que siempre ha sabido jugar en equipo, se trataba de Stephen Stills, que volvería a contar con él para encender la mecha rock a Crosby, Stills & Nash, que pasarían a ser Crosby, Stills, Nash & Young y se convertirían en el vehículo con el que Young, finalmente, se convirtió en una estrella…

Pero para ese entonces, Young ya tendría dos discos en solitario, incluido uno con la banda con la que encontró finalmente su sonido, Crazy Horse, creando esas tormentas eléctricas que le convirtieron en una especie de padrino para toda la música rock de guitarras crujientes y distorsionadas, del punk a la música alternativa, sin olvidar el grunge. Logrando que su figura sea una de las pocas que ha sido admirada por músicos tan alejados entre sí como James Taylor y Kurt CobainEmmylou Harris y Johnny RottenLinda Ronstadt y Thurston Moore, haciendo de él uno de los músicos más influyentes de la historia.

Así que vamos a repasar su historia a través de sus discos más significativos, aunque esta historia no está completa sin su paso por, sobre todo, Buffalo Springfield y Crosby, Stills, Nash & Young, así que no olviden que discos como Buffalo Springfield Again o Déjà Vu y canciones como  «Burned», «I Am A Child» u «Ohio», son parte imprescindible de la historia de Neil Young.

Everybody Knows This Is Nowhere (1969)

Comenzamos en 1968, Buffalo Springfield se ha disuelto sin alcanzar todo el potencial que tenían y Young emprende su carrera en solitario con un disco lleno de grandes canciones («The Loner», «I’ve Been Waiting For You» o «Here We Are In The Years» pero con un sonido todavía deudor de la psicodelia de su banda, con muchas pregrabaciones y un estilo que todavía no suena a él. Es entonces cuando conoce a los Rockets, una banda californiana, y acaba subiéndose con ellos en el Whisky A Go-Go. Hay química, así que Young ficha al guitarrista rítmico (y compositor principal) Danny Whitten, al bajista Billy Talbot y al batería Ralph Molina de los Rockets como su banda de acompañamiento para grabar su segundo disco en solitario.

Con el sólido acompañamiento de Crazy Horse, que así los renombra Young, el artista se embarca en largas jams guitarreras como en «Cowgirl in the Sand» y «Down by the River», además de regalar otras dos gemas guitarreras que apenas superan los dos minutos, «Cinnamon Girl», la que puede que sea mi favorita de toda su carrera, y la canción que le da título. La mayor parte de estas canciones fueron compuestas en un mismo día mientras Young ardía con 39º de pura fiebre creativa. El sonido que consiguen es algo totalmente único, una especie de marejada eléctrica en la que no importan tanto los fallos como la intensidad que se consigue, Whitten y compañía le ponen el manto perfecto para que se explaye a gusto en imperfectas jams lejos del perfeccionismo de Stills. Young cubre sus deficiencias técnicas como guitarrista con una sobredosis de pasión y emoción. Hay quien toca con el cerebro y quien toca con el corazón, pero Neil Young toca desde las entrañas, desde la visceralidad más primitiva.

Aun así, en este disco, como en casi toda su carrera, también hay sitio para el Neil más calmado, folk y country en canciones como «Round & Round», «The Losing End» y «Running Dry (Requiem for the Rockets)». Cuando apareció hace 50 años, un 14 de mayo de 1969, Neil Young siguió siendo prácticamente un desconocido hasta que pocos meses después, en agosto, el mundo le descubrió en un escenario de Woodstock junto a Crosby, Stills & Nash. Pero con Everybody Knows This Is Nowhere y Crazy Horse, Young ya había encontrado el sonido por el que sería recordado para la eternidad.

After the Gold Rush (1970)

Cuando apareció el mejor disco de su carrera, un 31 de agosto de 1970, Neil Young no había cumplido aún los 25 años pero era todo un veterano, en su carrera ya había al menos tres obras maestras como Buffalo Springfield Again, Everybody Knows This Is Nowhere y Déjà Vu, así que se podría ver este disco como una especie de repaso de las diversas facetas de su carrera. Estamos ante un disco que comparte algunos aspectos con el sonido Laurel Canyon de la época de Joni Mitchell y James Taylor, con ejemplos como «Tell Me Why» u «Only Love Can Break Your Heart», también con el naciente country rock en canciones como «Til The Morning Comes» o la versión de «Oh Lonesome Me» y que no se olvida de sus estallidos eléctricos con Crazy Horse como en «Southern Man» o «When You Dance You Can Really Love».

Pero más allá de demostrar el enorme rango de su autor (ese que ha hecho de él uno de los pocos artistas respetados por folkies y roqueros, hippies y punks), lo que eleva a After The Gold Rush es que estamos ente la mejor colección de canciones de su carrera, ya que a las ya mencionadas hay que sumar maravillas como «I Believe In You», «Don’t Let It Bring You Down» o la monumental canción titular en la que con poco más que un piano, esa voz tan alejada de los cánones como su forma de tocar la guitarra, y un bello solo de trompa logra uno de los momentos más emotivos de su carrera.

Harvest (1972)

El mayor éxito de su carrera, siendo el disco más vendido en EEUU en 1972, es uno con un sonido muy especial, más escorado hacia el country rock y los modos de cantautor, más desenchufado si se quiere. La clave para ello no fue un accidente en el que se lastimó la espalda, durante un año, Young apenas se podía levantar ni coger la guitarra eléctrica, esto, unido a un divorcio y a una nueva relación amorosa con la actriz Carrie Snodgress llevaron a este disco que terminó de dar forma su paso por el Show de Johnny Cash. Al final terminó grabando en Nashville con una banda de músicos de la capital del country, a la que apodó los Stray Gators, como el guitarrista de pedal steel Ben Keith que se terminaría convirtiendo en otro de los músicos fundamentales de su carrera.

En Harvest no hay Crazy Horse ni largos guitarreos eléctricos, si exceptuamos «Words’ y «Alabama», que se grabaron después. Pero eso no le resta un ápice de calidad a un disco que contiene dos de las mejores canciones de toda su carrera, «Heart of Gold» y «Old Man», que además también fueron grandes éxitos, sin olvidarnos de ese lamento por la adicción de Whitten a la heroína que se llamó «The Needle and the Damage Done», la maravillosa «Out in the Weekend», el ligero toque country de la canción titular o los excursiones eléctricas de «Words» y «Alabama». Como curiosidad decir que esta última unida a «Southern Man» serían las canciones que llevarían a Lynyrd Skynyrd a escribir la gloriosa (y polémica) «Sweet Home Alabama».

Tonight’s the Night (1975)

Hay artistas que cuando consiguen el éxito buscan repetirlo como sea, principalmente con la fórmula que les dio ese éxito. Neil Young no es uno de esos artistas, el éxito de «Heart Of Gold» y Harvest le hizo dar un volantazo total a su carrera, bueno, también ayudó la pérdida de dos de sus mejores amigos y colaboradores, primero fue Danny Whitten, que murió de sobre dosis un día después de que le despidiera de la gira en la que se embarcó tras Harvest, ya que era incapaz de tocar por su adicción. Unos pocos meses después murió también de sobredosis Bruce Berry, amigo y roadie. El sueño de los 60 y de Woodstock se había vuelto pesadilla y Neil Young decidió que su música lo tenía que reflejar en la que puede que sea la cita más repetida de su carrera: el éxito de «Heart Of Gold» me convirtió en aceptable, me puso en el medio del camino. Viajar por allí pronto se volvió aburrido, así que me dirigí a la cuneta. El trayecto era más accidentado, pero allí vi gente más interesante.

Esto primero se vio reflejado en esa gira de presentación de Harvest en la que tocaba nuevas canciones de manera destartalada con unos Stray Gators alcoholizados, de allí salió el interesante Time Fades Away, un disco imperfecto pero muy interesante. Pero todavía mejor fue cuando se reunió con lo que quedaba de Crazy Horse, su sección rítmica compuesta por Billy Talbot y Ralph Molina, les unió a Ben Keith y a Nils Lofgren y comenzaron a grabar este Tonight’s the Night, la oscura despedida a Whitten y Berry, además de a los 60 y a su éxito. Es un disco sombrío y pesimista, con la única excepción de la rockera «(Come on Baby Let’s Go) Downtown», compuesta por Whitten e interpretada en directo con el malogrado guitarrista y Crazy Horse en 1970. Esta no era otra cosa que una canción sobre ir a pillar drogas. A pesar de que lo grabó en 1973, este disco no vería la luz hasta 1975 cuando ya hubiera aparecido el último disco de la trilogía de la cuneta o zanja, On The Beach.

On The Beach (1974)

El disco maldito dentro de la carrera de Neil Young, el mejor de la trilogía y uno de los fundamentales de su carrera. On The Beach estuvo fuera de circulación hasta 2003, no se sabe muy bien por qué. Fue grabado después, aunque fue editado antes, que Tonight’s The Night y comparte con aquel una producción cruda y una temática pesimista, pero es todavía más intenso y puede que oscuro, lidiando con las peores pesadillas de los 60, Charles Manson, Richard Nixon o la heroína.

Más allá de todo eso, On the Beach es también una de las mejores colección de canciones de Young, abriéndose con la falsamente optimista «Walk On», para dar paso a ese cielo a punto de llorar en «See the Sky About to Rain», sin olvidar la intensidad eléctrica de la canción titular o la intensidad acústica de ese «Ambulance Blues» basada en el «Needle of Death» de Bert Jansch, en la que rememora, con algo de ira, su pasado.

Zuma (1975)

En 1975 Young decidió lamerse las heridas de la muerte de Whitten, salir de la zanja y reformar Crazy Horse con la adquisición del guitarrista Frank ‘Poncho’ Sampedro. La prueba fue todo un éxito, siendo Zuma uno de sus discos más orientados al rock y a las nuevas cabalgadas con el Caballo Loco. Es el disco en el que se encuentra la hipnótica «Cortez The Killer», un alegato contra Hernán Cortés que tiene mucho más de autobiográfico que de histórico, con uno de sus solos de guitarra más influyentes. Bandas como Sonic Youth o Dinosaur Jr. definitivamente beben de estas aguas.

Pero Zuma va más allá de su canción más emblemática, aquí aparece «Danger Bird», otro gran ejemplo de su especial estilo como guitarrista que llevó a Lou Reed a elogiar su sonido, por no hablar de algunas de las canciones más redondas y directas de su carrera como «Don’t Cry No Tears, una canción que venía de los tiempos de The Squires, o «Barstool blues’», sin olvidar ese gran tema country rock llamado «Lookin’ For A Love».

Rust Never Sleeps

Young sintió el aguijonazo del punk y, al contrario que muchos de sus compañeros de generación, éste le reinyectó la energía perdida. Dispuesto a no convertirse en un dinosaurio, Neil Young se embarcó en una gira en la que abría los conciertos con una parte acústica y los cerraba con una descarga de energía eléctrica junto a Crazy Horse. En aquella gira estrenó varias nuevas canciones que, tras editar en estudio quitando la parte del público, publicó como Rust Never Sleeps. Un disco que se abre y se cierra con dos versiones distintas de una misma canción, «My My Hey Hey (Out of the Blue)» /«Hey Hey My My’ (Into the Black)», una de sus canciones más celebradas que volvió a primera plana cuando Kurt Cobain la citó en su nota de suicidio. Una canción que reúne a cuatro generaciones distintas, la de la primera generación de roqueros, con la muerte del Rey Elvis, la de la revolución de los 60, encarnada por el propio Young, la del punk, con el guiño a Johnny Rotten, y, finalmente, el grunge y la música alternativa.

Este disco es una de las cimas de su carrera, en la que se encuentran, además de la mencionada, varias de sus mejores como «Pocahontas», «Welfare Mothers» o la bellísima «Powderfinger», en la que se puede apreciar su estilo más lírico y melódico como solista.

Freedom (1989)

Si ya hemos hablado de la trilogía de la zanja, es hora de abordar la cuneta creativa en la que Neil Young se vio envuelto en los 80, un bache del que logró salir con este Freedom. Para ello Neil Young usó el mismo método que en Rust Never Sleeps, el canadiense abre y cierra el grupo con otro de sus grandes clásicos, «Rockin’ In The Free World», en versión primero acústica y, al final, eléctrica.

En esta canción atacaba a la administración de Bush padre, pero, ironías del destino, se convirtió para la derecha americana en un himno sobre la caída del comunismo, algo parecido a lo que le ocurrió a Springsteen con Born in the USA. Más allá de eso, estamos ante una de las mejores canciones de su carrera.

Pero aunque el resto del disco no es perfecto, todavía se notan los tumbos que dio en los 80, por ejemplo «Someday» es una canción que suena, curiosamente, al Springsteen de Tunnel Of Love, sí que es un disco de notable alto con varias canciones de mucho nivel como «Eldorado», «Wrecking Ball» o «Too Far Gone».

Ragged Glory (1990)

El disco más roquero de su carrera, Ragged Glory, es algo así como una continuación de la cara B de Rust Never Sleeps. Junto a sus inseparables Crazy Horse, Young se adelantaba en un año a la explosión del grunge y se reafirmaba como el ‘padrino’ del género (algo que lamentablemente se confirmaría cuando Kurt Cobain decidiera citar una parte de «My My Hey Hey (Out of the Blue) » en su nota de suicidio en 1994).

Una explosión de electricidad que confirmaba a Neil Young como uno de los pocos músicos de la generación ‘Woodstock’ que seguía manteniendo la mejor forma intacta y, además, lograba conectar con una nueva generación de la que fue uno de los claros referentes. No olvidemos que en 1995 llegaría a grabar un disco con Pearl Jam en modo Crazy Horse llamado Mirror Ball. El caso es que este disco es una de las mejores pruebas del sonido en directo de Young junto a Crazy Horse con lo que es norma que diera paso a dos de los mejores discos en directo de uno de los mejores artistas sobre un escenario de la historia, estoy hablando de Weld, publicado al año siguiente, y de Way Down in the Rust Bucket, grabado el 13 de noviembre de 1990 (aunque editado en el 2021).

Harvest Moon (1992)

Confirmando que Neil Young se encontraba en racha, Harvest Moon fue la calma tras la tormenta eléctrica desatada con Ragged Glory, Weld y Arc. Neil Young decide que 20 años es tiempo suficiente para volver a circular por los campestres y apacibles caminos de Harvest y hasta llama a los Stray Gators de nuevo, con el gran Ben Keith a la cabeza, para entregar esta maravilla. Aquí guarda a la Old Black y la sustituye por Hank, su Martin que perteneció a un Hank Williams, al que reverencia en la melancólica «From Hank To Hendrix», y hasta entrega una especie de nueva «Heart Of Gold», una gran canción de amor, en la forma de la canción titular, otro de los grandes temas de su carrera.

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