La capacidad de hacer una cosa y pensar en otra es algo tan normal que ya no le damos la más mínima importancia. Sin embargo, algunos creen que una mente errante es un síntoma de infelicidad.
Estoy leyendo el libro La biología de la creencia de Bruce H. Lipton, tenía ganas de hacerlo con tranquilidad. Esté en la página que esté, de repente, me doy cuenta que estoy siempre en la misma frase, que mi mente esta vagando por diferentes espacios y tiempos de mi existencia y para nada centrado en la lectura. Es algo que me ha pasado alguna vez, especialmente por la noche si leo en la cama y, de alguna manera, me incomoda.
Cuando conduzco también tengo esa misma sensación; llegar a los sitios y darme cuenta que no tengo conciencia del trayecto o de los cambios de marcha que he realizado y esto, no me incomoda, me preocupa.
En lugar de pensar y concentrarme en la tarea que estoy realizando, en la frase que estoy leyendo o por la calle que voy a cruzar cuando ando por la ciudad, resulta que mi mente esta vagando sin darme cuenta en lo que realmente estoy pensando.
Esto no tiene ninguna gracia porque no soy consciente de lo que estoy haciendo ni de lo que estoy pensando, y por tanto, llego a convencerme de que en esos momento no existo y que mi cuerpo vaga imbuido de ideas inexplicables…
En algún momento he leído que eso es normal y que nuestra mente actúa así, como mínimo el 30 por ciento del tiempo y que nuestro cerebro se concentra en una tarea parcialmente no muy difícil, mientras trabaja en otra, es decir, que mi mente piensa en unas cosas mientras hace otras, ¿a qué me recuerda esto?
Una mente humana es una mente que vaga, y una mente errante es una mente infeliz, escriben Killingsworth y Gilbert. La capacidad de pensar en lo que no está sucediendo es un logro cognitivo que tiene un coste emocional. Este estudio se realizó en la Universidad de Harvard y apareció posteriormente en la revista Science, concluyendo, entre otras cosas, que nuestra vida mental está impregnada, en un alto grado, por el no-presente, algo que no hacía falta irse muy lejos observando lo que hacemos los humanos a lo largo del día.
Extrañado, leo otra conclusión que no sé cómo tomar: nuestras mentes vagan entre el 30 y el 46 por cien del tiempo, con excepción de cuando hacemos el amor, que no he llegado a entender si es que estamos en un completo presente o no estamos jamás… y si esto nos hace felices o desgraciados.
Si esto quiere decir que las personas felices no tienen mentes errantes, viven el momento presente, saben lo que hacen y lo deciden conscientemente… esta semana estoy verdaderamente jodido y entonces, la próxima semana hablaremos de meditación para tratar de subir nuestro índice de felicidad…
Pero para dejar un sabor dulce a este post, también diré que Steven Johnson, en su libro ¿De dónde vienen las buenas ideas? La historia natural de la innovación, concluye que cuanto más desorganizado es nuestro cerebro, más inteligentes somos y las mentes errantes son más creativas… ¡para compensar estudios!
Yo sigo en mis trece y estoy seguro de que cuando mejor me siento es cuando estoy con mis amigos tomando unas birras y echando unas risas. Así de simple debe de ser mi mente.
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