M. Ward es uno de los músicos más talentosos e imaginativos de su generación. Esta misma noche oficia el primero de sus conciertos hispanos (en el Vida Festival), en una gira que continúa el sábado en Vitoria (Azkena) y el domingo en Valencia (Loco Club). Perdérselo sería un pecado.
Como un murmullo extraído de la más longeva tradición del rock norteamericano, a la vez que embellecido por el esmalte de contemporaneidad que estos tiempos de enaltecimiento de lo vintage comportan. Así es la música de Matthew Stephen Ward. Podríamos perder el tiempo tratando de buscar paralelismos, alegorías sonoras e hipérboles con cierto cuajo, pero simplemente nos limitaremos a recomendar encarecidamente que si ustedes paran cerca de alguno de estos tres enclaves, no se pierdan el concierto de ese a quien todos conocen como M. Ward. Esta noche dentro del Vida Festival (Vilanova i la Geltrú), el sábado en Vitoria (Azkena) y el domingo en Valencia (Loco Club), en un concierto que además sirve como presentación del Deleste Festival, a celebrar en octubre y que tendrá como telonero a Senior en acústico, tres semanas después de la que fue la presentación del flamante El poder de voler en la ciudad, con El Cor Brutal.
Su último trabajo se llama A Wasteland Companion (editado por Merge en 2012), fue grabado en 8 estudios diferentes y con un elenco de 18 músicos, y puede ser una buena introducción. Pero cualquiera de sus seis álbumes anteriores ya serviría como justificante para no perder detalle de lo que este oriundo de Portland (Oregón) es capaz de ofrecer sobre un escenario. Su nombre merece figurar entre lo más selecto de ese grupo de francotiradores de la música popular norteamericana de los últimos tres lustros, junto a Andrew Bird, Will Oldham, Bill Callahan, Sam Beam o el veterano Howe Gelb. El socorrido ejercicio de estilo es una figura que no le hace justicia a ninguno de ellos. Y menos a alguien como M. Ward. Pueden probar también, si no lo conocen, con Transfiguration of Vincent (2003), Transistor Radio (2005), Post-War (2006, seguramente el mejor) o Hold Time (2009). Todos marcan el trayecto ascendente de una carrera siempre fértil en ideas pero cada vez más lujosamente ornamentada.
Por si fuera poco, cuando necesita oxigenarse y buscar otros estímulos, también encuentra tiempo para She & Him, ese delicioso proyecto junto a Zooey Deschanel en el que dan rienda suelta a su amor por las melodías del Brill Building, los girl groups y el sunshine pop de finales delos 50 y buena parte de la década de los 60. O para el folk rock de corte clásico de Monsters of Folk, ese supergrupo que comparte con Conor Oberst (Bright Eyes) o Jim James (My Morning Jacket).
Claro está que en ninguno de ellos, pese a su excelente factura, luce como en los discos a nombre propio. Y además nos visita con banda: todo un logro en estos tiempos de penurias logísticas.
Nadie ha publicado ningún comentario aún. ¡Se tú la primera persona!