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Los libros musicales de 2023

En Música lunes, 8 de enero de 2024

Carlos Pérez de Ziriza

Carlos Pérez de Ziriza

PERFIL

Cada vez disfruto más de la lectura. No es que la música me aburra, ni mucho menos. Pero la sensación de descubrimiento y el hambre por devorar nuevos libros es algo que, quizá por la edad y todo lo acumulado, no vivo con la misma intensidad cuando se trata de descubrir nuevos valores musicales. Se me amontonan (en la mesilla y en los listados de tareas pendientes) los nombres de novelas y ensayos de los que me encantaría dar buena cuenta si tuviera algo más de tiempo, porque las lecturas musicales prácticamente copan el tiempo que no destino a escribir sobre discos y canciones —que es prácticamente toda mi jornada laboral, y suerte que tengo de poder dedicarme a ello— , pero también es verdad que el panorama editorial en castellano es tan amplio, diverso y sólido en los últimos años que tampoco hay lugar para el aburrimiento cuando hablamos de (buenos) libros que nos cuenten cosas sobre los músicos y las escenas que han sido protagonistas en las últimas décadas.

Muy lejos quedan los tiempos en que editoriales pioneras como Júcar, Cátedra o La Máscara nos facilitaban esos datos e historias que solo podíamos encontrar en la prensa mensual (la de aquí y la de fuera) cuando internet ni estaba en proyecto. Hoy en día gozamos de ensayos, biografías, estudios sociológicos, historias orales y relatos de ficción/realidad en castellano perfectamente asimilables a los que nos llegan desde el ámbito anglosajón.

Entre los relatos colectivos, los que más me han gustado han sido Aquellos años accidentales. DRO, la discográfica independiente que lo cambió todo (Libros Cúpula), de Laura Piñero, y en otro registro, Génesis. Escena clubber posbacalao de la Comunidad Valenciana (1996-2020) (Sargantana), de Pablo Ferrer y Alberto Sola, dos visiones esenciales para entender la industria discográfica española durante los ochenta y los noventa y la efervescente escena electrónica valenciana de los 2000, siempre tan oscurecida por la herencia de la Ruta Destroy anterior. Son dos libros tan necesarios como también lo ha sido otro que ilustra estupendamente el periodo inmediatamente anterior al reflejado en el libro de Laura Piñero, Los mejores discos del rock español de los 60 y los 70 (Efe Eme), de César Campoy y Juan Puchades. Los tres volúmenes reagrupan piezas del puzzle de nuestra historia mejor que ningún otro libro publicado a lo largo de 2023. Tampoco está nada mal, aunque sea la traducción al castellano de un título en inglés de hace casi dos décadas, la historia oral de los Pixies en Engañar al mundo (Liburuak), de Josh Frank y Caryn Ganz.

libros musicales

Entre los ensayos, destaco especialmente Macrofestivales. El agujero negro de la música (Planeta), en el que Nando Cruz traza una pertinente visión crítica, exhaustivamente documentada (aunque con algunas conclusiones que se arriman al ascua de una tesis que a veces parece predeterminada), sobre el fenómeno de los macro eventos musicales que pueblan nuestra geografía. También me gustaron la aproximación sociológica de Fernán del Val y Héctor Fouce a aquel histórico disco de Los Rodríguez de 1993 en Los Rodríguez. Sin documentos (Sílex), el singular enfoque que Toni Castarnado proyectó sobre Björk, Tori Amos y PJ Harvey en Las chicas del Q. Una revolución musical en 1994 (Sílex), el delicioso libro de relatos en torno a figuras malditas del blues, del soul y del rock que trazó Alfonso Cardenal en Vidas perras (Sílex) y la reconstrucción que Noemí Sabugal hizo de la vida, milagros y desventuras de Big Mama Thornton en Una chica sin suerte (Sílex). Sin olvidarnos de ensayos foráneos tan sensacionales como 1, 2, 3, 4. Los Beatles marcando el tiempo (Contra), de Craig Brown, o Las chicas al frente. La verdadera historia de la revolución riot grrrl (Contra), de Sara Marcus. También disfruté con La edad de plástico. Una historia muy personal de la música pop (Efe Eme), de Ramón de España.

En el terreno de los biografías musicales, creo que ha destacado por méritos propios el completísimo The Velvet Underground, etc… (Cúpula), de Rafa Cervera. También el fabuloso La voz. Por qué importa Sinatra (Libros del Kultrum), de Pete Hamill. Y en el de las autobiografías, me gustaron – aunque al ser textos tan personales puedan ser desiguales o excesivos, según los casos – La música prohibida (Liburuak), de Javier Corcobado, Lento y salvaje (Plaza & Janés), de Ricardo Lezón, Ese vicio delicioso (Liburuak), de Kid Congo Powers y No compartas con nadie los secretos que te conté (Liburuak), de Lucinda Williams. Y en menor medida, Cuando la música era redonda (Sílex), de Luis Merino y Tudi Martín, De la revolución a Roxy (Efe Eme), de Phil Manzanera, El diablo en coma (Contra) de Mark Lanegan, El mundo en cada canción (Contra), de Jeff Tweedy, Las vidas de Brian (Contra), de Brian Johnson y Fito Páez. Infancia y juventud. Memorias (Planeta), de Fito Páez.

En un registro de ficción novelada, o de ficción pura y dura, pero con un espinazo claramente musical, me gustaron mucho Reyes vagabundos de Joseph O’Connor (Impedimenta) y Bailar en el desierto (Grijalbo), de Juan Arnau. Y me faltan aún por leer el libro de Óscar Cabrera sobre Lagartija Nick, el de los artículos de Lester Bangs, las biografías de Johnny Cash y B.B. King y las autobiografías de Pete Doherty, Jarvis Cocker y Shane McGowan, entre muchos otros libros que seguramente hayáis podido ver recomendados en otros medios durante estas últimas semanas. Tiempo habrá. O eso espero.

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