En la pura esencia de la screwball comedy hollywoodiense, She’s Funny That Way no se salta ni un canon, para rescatar éxito un subgénero castigado, con excepciones, desde los ochenta.
Peter Bogdanovich llevó la comedia a lo grande al 71 Festival de Venecia, como sacada de una chistera y fuera de concurso, cuando nadie esperaba ya el placer (y la incertidumbre) de disfrutar otra de sus sofisticadas historias corales. Tras años dedicados a la televisión, interrumpidos por el documental Tom Petty and the Heartbreakers: Runnin’ Down a Dream (2007), y llevando siete años sin rodar, el director de Todos rieron estrena Lío en Broadway (She’s Funny That Way, 2014).
Siempre es una buena noticia celebrar un renacimiento, en el que no se aleja ni un milímetro de su querida comedia de altos vueltos, repleta de ingeniosas réplicas, malentendidos, habitaciones de hotel, puertas que se abren y se cierran, descubrimientos embarazosos y tantos personajes como secretos que esconder. El protagonismo de la jovencita de réplica lacerante y capacidad infinita para generar más giros de guion que una peonza es una de sus condiciones esenciales y, desde luego, el personaje de Isabella Patterson, interpretado por Potts, merece su puesto en el título original, escamoteado por una traducción ramplona, digna de las sinopsis de Tele 5.
La historia de la prostituta rescatada por la generosidad de un director de teatro (Owen Wilson), que regresa como un bumerán convertida en actriz, es la chispa que enciende una traca de desatinos y situaciones resueltas con todo tipo de recursos cómicos de la A a la Z. Reflejada en el espejo panorámico del cine clásico, caligrafiada sin borrones, la película del mayor fan del Hollywood dorado es una fiesta con carcajadas incluidas.
Protagonizada por la carismática actriz británica Imogen Poots, Owen Wilson, Jennifer Aniston (que hace veinte años habría matado por ese papel y en el suyo está perfecta), Rhys Ifans, Kathryn Hahn y los leales a Bogdanovich Cybill Shepherd y Justin Pendleton, entre otros, She’s Funny That Way cumple todos los requisitos para funcionar como un reloj suizo.
Mil veces se ha etiquetado a Bogdanovich de director acabado, pero gracias a sus productores, Wes Anderson y Noah Baumbach ha tenido la oportunidad de crear una comedia de enredo con un ritmo perfecto y unos actores que interactúan entre sí como la seda, con precisión y elegancia. El director les arranca con estilo, e histrionismo cuando se requiere, unos diálogos brillantes, sacando su mejor vis cómica. Si hubiera que achacar un defecto a la película (además del manierismo, que para algunos será un punto negativo) sería no haber aprovechado al límite el momento climático de la trama, en una escena que merecía fuegos artificiales, fanfarrias y toda la batería en acción, al estilo de What’s Up Doc (1972), pero la sensación de haber regresado a los maravillosos territorios de la alta comedia no se desvanece ni por eso. Welcome back, Mr. Boganovich.
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