Lindsay Kemp sedujo a David Bowie y le enseñó a bailar. Algunos de los shows musicales más recordados del rock fueron ideados por este genio de la escena.
Cuando se publicó Ziggy Stardust David Bowie recurrió al artista que le había enseñado a sacar su duende expresivo para que le ayudara en la puesta en escena de un espectáculo para la gira del disco. El despliegue de coreografías, personajes, efectos y escenas fue tan apabullante que el show se convirtió en un bombazo. Esta es una de sus más conocidas colaboraciones con estrellas del rock, pero hubo otras no menos destacadas de Kemp con Mike Jagger, Kate Busho Peter Gabriel.
Todavía en activo, Lindsay Kemp (Cheshire, 1938) se convirtió a finales de los 60 una pieza clave de la nueva escena europea con la pieza Flowers dedicada a Jean Genet, que giró durante 25 años por todo el mundo. Cuando de niño se vestía con la ropa de su madre y se pintaba la boca con carmín, ya afloraba el talento libre y radical de alguien que se ha atrevido a hacer lo que pocos en sus múltiples facetas de bailarín, mimo (formado con Marcel Marceau), actor, director de escena o coreógrafo, un artista total que también ha hecho cine con directores como Derek Jarman (Sebastiane, 1976) o Todd Haynes (Velvet Goldmine, 1998).
La suerte quiso que ninguna de las escuelas lo aceptara de niño, y así él pudo desarrollar su estilo libre. No tienes el cuerpo ni el temperamento, me decían, así que yo bailé mi propia danza. Y la danza es sin duda una de sus pasiones. Mi principal pasión es amar y la danza es la mejor manera de expresarlo. Creo que todo es danza. Hay poca diferencia entre bailar en un escenario y hacer el resto. Para mí pintar, por ejemplo, es bailar con el pincel, declaraba en una entrevista publicada en El País en una de sus habituales visitas a España.
En los 80 tuvo casa en Barcelona, ciudad de la que se consideraba entusiasta. Un piso en la Plaza Real le permitía estar en contacto con los ambientes populares, locos y desenfrenados que tanto le han gustado, la bohemia y también el lumpen.
Xavi Martínez, codirector e intérprete en la compañía de danza Mar Gómez, participó como bailarín, asistente coreográfico y de dirección en algunos de los montajes de Kemp en la primera década del 2000, The Fairy Queen, La Traviatta o Madame Butterfly, años intensos que le llevaron a conocerlo bien y a compartir con él su proceso creativo: Esos años fueron un regalo, una alegria. Es una persona entusiasta, para quien el arte es una fiesta, algo vivo, muy cercano a la vivencia, trabajar con él suponia entrar en esa onda. El tiene claros los inputs, las emociones que quiere transmitir, de qué manera y desde qué verdad.
Kemp creó una de las escenas del montaje Después te lo cuento que la compañía Mar Gómez estrenó en el festival Grec de 2004. Él no se distrae con la trama, tiene ideas muy centrales a partir de roles muy potentes, además fisicalidad y gesto están integrados. Ahora se trabaja de una forma más colaborativa pero él es un artista en el sentido clásico de la palabra, es muy suyo, afirma.
A Kemp le ha gustado siempre romper la cuarta pared, y en Valencia, en 1980 su compañía ocupó los rincones de la sala Escalante durante un mes para que el público pudiera asistir a ensayos, charlar con los artistas, subir con ellos al escenario o improvisar, todo para conocer desde dentro el trabajo de la compañía. Una experiencia pionera en aquellos años que dejó huella en los espectadores como reflejan las crónicas del momento.
Los inolvidables personajes en Nijinsky, Onnagata, Elizabeth I, El último baile, o El sueño de una noche de verano forman parte de la historia del teatro, por su carismática presencia y la inteligente mixtura de sutilidad y esperpento, potencia y delicadeza, tradición y experimentación.
Como declaró una vez, Mi teatro da la misma sensación que el peligro del circo y la pasión del rock.
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