Ante problemas de insomnio, la mayoría acudimos a la química, para que nos resuelva un problema que con unas cuantas letras tendría solución.
Hay cosas que no se nos deberían de olvidar nunca. Mis padres me leían un cuento antes de dormir y no sé si por el cuento, por la voz o por la compañía me dormía como un bendito.
Ahora, después de unos cuantos años de vida, de desgaste corporal y emocional, de roces constantes con esta sociedad tan competitiva, me encuentro con ciertos momentos en los que, por la noche, después de un primer sueño profundo, aparecen situaciones de insomnio.
Cuando lo he comentado con personas de mi entorno resulta que es bastante común esta circunstancia y cada uno lo resuelve como puede pero, quizá, la solución con mayor número de adeptos es una buena pastilla relajante que te deje KO el resto de la noche.
Está claro que no tenemos una madre o un padre al lado para que nos lea un cuento en esos momentos, pero existe un hábito fantástico como es la lectura que nos ayuda a dormir, máxime cuando ese recuerdo existe en nuestro cerebro infantil.
L@s chic@s de la Universidad de Sussex, en Brighton, ya nos decían que leer, aunque sean seis minutos, nos reduce el estrés en un 68%, muy por encima de otras actividades como escuchar música o dar un paseo, y si esa lectura es sobre temas de ficción tiene todavía un mayor porcentaje de relajación.
Por seguir dando más argumentos, aunque creo que este es lo suficientemente potente, la lectura también nos ayuda a ejercitar nuestro cerebro por lo que incrementamos la rapidez de respuesta, ordenamos ideas adecuadamente, interrelacionamos conceptos, ejercitamos la memoria y mejoramos nuestra capacidad de imaginación.
Por si esto fuera poco, la lectura favorece las relaciones sociales y no solo por los clubes de lectura, a los que uno puede pertenecer, sino que nos permite generar temas de conversación que facilitan la interacción en las relaciones sociales. La Universidad de Buffalo en EEUU aseguraba que un tipo determinado de lectura favorecía el sentimiento de pertenencia a un grupo, lo que mejoraba el estado de ánimo y la satisfacción personal.
La lectura también mejora nuestro sistema visual y por ende nuestro sistema del habla, que juntos nos proporcionan satisfacciones incalculables cuando su uso lo podemos potenciar al máximo posible.
Pronto seremos muchos los que vaguemos por las calles de noche buscando poder conciliar el sueño. El último estudio del CIS concluye que no llega al 30% los españoles que leen cada día. Los que sólo leen a veces son el 63% y los que nunca leen son el 30%.
¿Porqué los médicos no recomiendan lecturas interesantes en lugar de pastillas tranquilizantes?
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