Tras ver de nuevo True Detective y al camaleónico Woody Harrelson, no puedo dejar de echar la vista atrás para rescatar su interpretación del díscolo Larry Flynt. Eso sí que es una “Vida Salvaje” y no la de nuestros políticos en campaña.
Nacido el día de los Difuntos y actualmente muerto de cintura para abajo como si de una puñetera y maliciosa profecía se tratase, Larry Flynt supera con creces la película a la que aludimos rizando el rizo incluso después de estrenado el film biográfico. El término Hustler, su principal marca comercial, alude a todo aquel pendenciero buscavidas y de compañías no muy recomendables. Aunque en este caso no creemos que su mayor enemigo fuese su entrepierna, más bien la primera enmienda de la Constitución de los claroscuros Estados Unidos.
Su acusada y archiconocida bipolaridad le ha hecho ser tan pronto el mayor defensor de los oprobios de la citada Carta Magna, como el más acérrimo misógino que uno pueda echarse a la cara…a las pruebas vitales nos remitimos. El pequeño Larry acusó desde muy joven los rigores de un hogar monoparental tras conseguir dejar atrás a un padre alcohólico; su primera experiencia sexual fue con una gallina tras alguien sugerirle esta brillante idea debido al placer similar al coito. Como buen ciudadano de Kentucky y de esa a veces hedionda y profunda América, acabó matándola para no dejar rastro.
Con quince años se alista al Ejército falseando el certificado de nacimiento y más tarde se une a la Marina para unirse a un club de striptease e ir fundando varios hasta la llegada de esa revista porno tan célebre como rupturista: Hustler. Estuvo casado cinco veces, tiene cinco hijos y una de sus esposas fue la esposa del presidente Jimmy Carter. Ella le quiso convertir al evangelismo, tuvo una visión divina viajando en su jet, y no en vano, al tiempo acabó pugnando como candidato del bando demócrata con el no menos simpático Ronald Reagan.
Antes de eso, la realidad ya era puro surrealismo del trágico: durante un juicio en el que fue acusado de obscenidad, el asesino en serie y supremacista blanco, Joseph Paul Franklin, disparó al editor y a su abogado, enfadado por unas fotos en las que aparecía una mujer blanca “bregando” con un mastodonte negro. Pero éste era una más de sus fechorías, había matado ya a unos cuantos y, sin embargo, por el intento de acabar con Flynt no fue juzgado. De todos modos, acabó siendo ejecutado un 20-N en el Estado de Missouri, algo que por supuesto sería portada de periódicos de medio país.
Larry ha sufrido secuelas irreversibles tras aquel golpe del destino y ni siquiera puede ya hablar. Aunque no por ello se acabaron sus problemas: su hija, cristiana convencida, le declaró la guerra anti-pornografía declarando abusos cuando era niña. Éramos pocos…
Atrás quedaban las reveladoras fotos de Jacqueline Onassis haciendo top less, una sesión en la que autoparodiaba la pornografía con capturas de una mujer junto a un picador de carne, otras que nunca salieron de un presunto señuelo republicano o sus seis días a sol y sombra en una petinenciaría del Estado. Definitivamente, a Larry Flynt, aún impedido, siempre le ha ido la marcha.
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