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La historia de los Smiths en 10 canciones

En Música domingo, 27 de noviembre de 2022

Sergio Ariza

Sergio Ariza

PERFIL

Si no hubieran existido los Beatles, la de los Smiths puede que contara como la carrera más perfecta de la historia de la música pop, cuatro discos de estudio —ninguno bajando del notable alto— y varios recopilatorios tan absolutamente necesarios como esos discos de estudio, y es que los Smiths fueron la mejor banda de sencillos de los 80, hechos con mimo para el fan, cuidando tanto la cara B que, a veces, era mejor que la A —¡demonios!, esta banda entregó “How Soon Is Now?” y “Please Please Please, Let Me Get What I Want” como caras B. Se separaron en su absoluto cénit, cuando a sus dos mentes creativas, Morrissey y Johnny Marr, todavía les quedaban unas cuantas canciones enormes en los bolsillos (“Suedehead”, “Everydays Is Like Sundays”, “Getting Away With It” o “Get The Message”) pero las mejores ya estaban entre esas 70 canciones que hicieron juntos, de las que el 90% fueron muy, muy grandes.

Morrissey sigue haciendo lo imposible en los últimos años por echar por tierra ese increíble legado pero, a pesar de su enorme bocaza, el legado se sigue defendiendo por sí solo. Háganme caso: cada vez que Morrissey diga alguna estupidez, y créanme lo hará, no escupan en su pasado, pónganse “I Know It’s Over” y vuelvan a escuchar ese It’s so easy to laugh, it’s so easy to hate, it takes guts to be gentle and kind (es tan fácil reíse, es tan fácil odiar, requiere coraje ser bueno y amable) y hagan las paces con los Smiths.

Es imposible resumir una carrera tan grande como la suya en solo 10 canciones, así que no se tomen esto como un todo sino como una pequeña introducción a un catálogo casi inmaculado, una especie de historia reducida desde la canción con la que se dieron a conocer hasta la que cierra su último disco, publicado ya cuando los Smiths, como el loro de los Monty Python, habían pasado a mejor vida y eran un cadáver exquisito que, esperemos, siga así, sin resurrecciones que puedan estropear esos gloriosos cuatro años que encierran mejores canciones que el 99’9% de las bandas con una carrera mucho más larga que la suya. Por una vez, esperemos que Morrissey cumpla su palabra —recordemos que una vez dijo que preferiría comerse sus propios testículos antes de volver a reunir a los Smiths, lo cual es bastante significativo viniendo de uno de los vegetarianos más intransigentes que haya conocido el mundo.

“This Charming Man”

Primero de todo, reverenciemos ese día de mayo de 1982 en el que Johnny Marr, entonces con 18 años, llamó a la puerta de Steven Patrick Morrissey, que estaba a punto de cumplir 23, para pedirle formar una dupla compositora, inspirado en un libro que había leído en el que contaban como se conocieron Jerry Leiber y Mike Stoller. En poco tiempo estaban componiendo canciones juntos, Marr aportando la música y Morrissey las cuidadas letras. Una vez que reclutaron a Andy Rourke al bajo y a Mike Joyce a la batería, las cosas se precipitaron. En octubre de 1982 dieron su primer concierto, para la primavera de 1983 ya tenían contrato discográfico y en octubre de ese mismo año sacaban su primer clásico absoluto, “This Charming Man”, la canción que les definiría para siempre, con el sonido jangle de la guitarra de Marr y esa ambigua letra en la que Morrissey acababa con el machismo y la testosterona inherentes a la música rock, algo que se acentuó con su aparición en el Top Of The Pops, donde el cantante apareció agitando un ramo de flores.

“Heaven Knows I’m Miserable Now”

Otro sencillo prácticamente perfecto, con “Heaven Knows I’m Miserable Now” en la cara A y “Girl Afraid” en la B. La música para ambas canciones fue escrita en un hotel de Nueva York por Johnny Marr, que piensa en ellas como en canciones hermanas. Las dos son increíbles, pero puede que la mejor sea la primera con su icónica introducción a la guitarra a cargo de Marr, y la irónica letra que le puso el cantante: In my life why do I smile at people who I’d much rather kick in the eye? (En mi vida, ¿por qué sonrío a gente a la que preferiría dar un puñetazo?).

Era el cuarto sencillo de la banda, publicado en mayo de 1984, y parecía el primero de muchos Top Tens para la banda pero, en cambio, solo volverían a pisar ese escalafón en otra ocasión mientras estuvieron juntos y, nuevamente, en el puesto más bajo, el 10, en 1987 con “Sheila Take A Bow”. Normal que a Morrissey se le agudizase el complejo victimista.

“Please Please Let Me Get What I Want”

El quinto sencillo de los Smiths es una maravilla que juntaba a “William, It Was Really Nothing” en la Cara A con dos de las mejores Caras B de la historia, “How Soon Is Now?” (de la que hablaremos a continuación) y esta preciosidad llamada “Please Please Let Me Get What I Want”, que duraba un minuto y 50 segundos de gloria pop. La segunda parecía tener poco más que la guitarra acústica de Marr y los lamentos de Morrissey, pero había muchas más cosas encerradas allí, en una de las canciones más demoledoramente bellas de la historia, cerrada por ese solo de mandolina, con mucho reverb, a cargo de un Marr magistral.

“How Soon Is Now?”

Editada por primera vez como cara B de “William, It Was Really Nothing”, alguien se dio cuenta de que “How Soon Is Now?” era demasiado grande como para quedarse en eso y fue editada como sencillo propio en enero de 1985, además de ser incluida en la edición estadounidense de Meat Is Murder, el segundo disco de la banda. En vez de los frecuentes cambios de acordes que utilizaba Marr, aquí el guitarrista decidió construir la canción sobre uno único, con el famoso beat de Bo Diddley en mente. Pero si alguien piensa que “How Soon Is Now?” suena parecida a “Who Do You Love?” es que no conoce a Marr, que hizo una sinfonía de guitarras para la misma, una especie de muro de sonido con guitarras, ayudado por el productor John Porter. A pesar de que Marr es el gran protagonista, Morrissey también tiene su momento de gloria: “I am human and I need to be loved just like everybody else does” (Soy humano y necesito ser amado como cualquier otro).

“The Boy With The Thorn In His Side”

Los Smiths son la banda pop por excelencia, nadie ha representado mejor que ellos la turbulencia de la adolescencia, quizás por eso era imposible que duraran. Por ello, su temprana ruptura fue una bendición y no una desgracia y no hemos tenido que aguantar al bocazas de Morrissey escupir sobre canciones que son casi sagradas como este “The Boy With The Thorn In His Side”, en la que se queja de la escasa repercusión de la banda (a pesar de que sus discos siempre fueron número uno o dos) en las listas de sencillos, donde esta maravilla, que adelantaba The Queen Is Dead, se quedó incluso fuera del Top 20, a pesar de ser el octavo número uno en las listas indie del Reino Unido para la banda: ¿Cómo pueden ver el amor en nuestros ojos y todavía no creernos? Y después de todo este tiempo no quieren creernos, y si no nos creen ahora ¿nos creerán alguna vez?.

“There Is a Light That Never Goes Out”

En la historia de la música pop se ha dicho Te quiero infinitas veces, tantas que casi ha perdido su significado, pero nunca, nunca, se ha dicho de mejor manera que la que fue capaz de poner en palabras Morrissey: And if a ten-ton truck / Kills the both of us / To die by your side / Well, the pleasure, the privilege is mine (Y si un camión de diez toneladas nos mata a los dos, morir a tu lado, bueno, el placer, el privilegio es mío). Todo ello dentro del estribillo más redondo y perfecto que dieron los años 80.

“Cemetry Gates”

Un día Marr estaba tonteando con una guitarra acústica cuando le salió el riff de “Cemetry Gates”, no le dio mayor importancia y siguió a otra cosa, pero Morrissey le vio mucho potencial y dijo que ahí había una gran canción. Tenía toda la razón, otra de las maravillas de ese monumento llamado The Queen Is Dead y una verdadera defensa por parte del cantante de su mayor ídolo literario, Oscar Wilde. El paseo más literario y tarareable por el cementerio.

“Panic”

Baste para recordar lo grandes que eran los Smiths, The Queen Is Dead se publicó un 16 de junio de 1986 y para el 21 de julio de ese mismo año ya tenían preparado el inmortal sencillo “Panic”, una canción construida sobre el riff del “Metal Guru” de T. Rex, una de las bandas de referencia tanto para Marr como para Morrissey, en la que el cantante le ponía vitriolo a una letra dedicada a esos locutores de radio que ponían canción insustancial tras canción insustancial, sin pensar en otra cosa más que en los anunciantes. En concreto, la canción iba dirigida hacia el DJ de la BBC, Steve Wright, que tras dar un avance del desastre nuclear de Chernóbil pasó a pinchar el “I’m Your Man” de Wham, normal que al mancuniano le entraran ganas de colgar al DJ. Tiempo después, la canción fue vista como un ataque racista a la música negra, lo cual no había sido en ningún momento el objetivo de la canción…

“Ask”

¿Cómo demonios la discografía de los Smiths no dio diez o doce números uno? ¿Cómo es posible que esta perfecta y brillante canción pop se quedara en el número 14 de las listas? Publicada el 20 de octubre de 1986, con “Cemetry Gates” como cara B, “Ask” es uno de los maravillosos sencillos que publicaron entre The Queen Is Dead y Strangeways Here We Come, nada más y nada menos que “Panic”, “Ask”, “Shoplifters of the World Unite” y “Sheila Take a Bow”, esta con “Is It Really So Strange” de cara B, todas ellas parte de otro recopilatorio imprescindible en su carrera, Louder Than Bombs.

Nunca un grupo etiquetado como miserabilista ha tenido una canción tan soleada y optimista como esta, una canción que te da ganas de vivir, salir a la calle, pasártelo bien y bailar, aunque sea agarrado a un ramo de flores.

“I Won’t Share You”

A pesar de que existen opiniones encontradas hacia él, yo soy muy favorable al último disco de los Smiths, Strangeways Here We Come, siendo mi segundo favorito de los cuatro de estudio detrás de The Queen Is Dead —aunque un poco por detrás de los imprescindibles Hatful Of Hollow y Louder Than Bombs. Puede que algunas opiniones en contra sean producto de que es el disco más elaborado de la banda, el menos representativo si se quiere. La guitarra de Marr pierde protagonismo sobre el piano y las orquestaciones, aunque sigue luciendo maravillosa, así que elegir una sola canción de ese disco es también dificilísimo, por ejemplo está “Last Night I Dreamt That Somebody Loved Me” que es la canción favorita de la banda, tanto de Morrissey como de Marr, además de la de conocidos fans como Bowie o Andre 3000 de Outkast. “Stop Me If You Think That You’ve Heard This One Before” es casi mi favorita del mismo, siendo la más cercana al espíritu de la banda, la absurdamente irresistible “Girlfriend in A Coma” —nunca se ha hecho una canción con una música tan alegre sobre un tema tan oscuro como una novia en coma—, “I Started Something I Couldn’t Finish”, el primer sencillo publicado después del anuncio de la ruptura de la banda y, aunque tiene sus críticos, siempre me ha encantado la ironía de “Paint A Vulgar Picture”, aunque las reediciones también terminaron llegando a los propios Smiths.

Pero creo que la que me viene mejor para terminar este artículo es la canción que cierra el disco y su carrera, “I Won’t Share You”, una nada velada crítica del cantante al guitarrista que estaba ampliando horizontes, colaborando con otra gente como Everything But The Girl, Billy Bragg o Bryan Ferry. Es algo que se nota en el sonido de todo el disco, más grande y ampuloso, aunque menos en esta preciosidad que surgió cuando Marr vio una cítara en el estudio de grabación e hizo esta canción que es pariente cercana de “Please Please Let Me Get What I Want”, una maravilla acústica que Morrissey convirtió en advertencia a su compañero.

En la grabación de la misma todos estaban pendientes de la reacción de Marr, que tiempo después declararía que Si ese sentimiento iba dirigido a mí, me siento bastante bien. Es bonito, pero, aun así, decidió separarse de un Morrissey cada vez más centrado en sí mismo (Con el impulso y la ambición, el celo que siento, este es mi momento). Tras terminar de grabarla, Mike Joyce comenzó a llorar, posiblemente por la emoción del momento, pero quizás esta sea la forma más significativa de terminar con los Smiths: Morrissey confesando su megalomanía, Johnny Marr apartándose silenciosamente a un lado y Mike Joyce reducido a lágrimas. Es un final perfecto porque detrás dejaban no solo un cadáver bonito, sino uno verdaderamente exquisito.

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