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La dos trilogías de “Black Mirror”: muerte contra eternidad

En Pérdida de series, Cine y Series sábado, 29 de octubre de 2016

Emilio Doménech

Emilio Doménech

PERFIL

La tercera temporada de Black Mirror ha dejado momentos memorables, pero son dos trilogías de episodios, todas ellas con sus coherentes conclusiones, las que de verdad van a quedar marcadas en el catálogo de la alegoría social distópica y el sci-fi como auténticas joyas de sus géneros.

(Spoilers de todas las temporadas de Black Mirror)

En “Hated in the Nation”, el cierre de la tercera temporada de Black Mirror, es inevitable ver las similitudes de la trama con el primer episodio de la serie: “The National Anthem”. En ambos capítulos, un ciudadano pone al gobierno en trance para demostrar el descenso corrupto de la sociedad que le rodea.

En “The National Anthem”, el villano exige al primer ministro británico follarse a un cerdo en televisión bajo amenaza de cargarse a la princesa del país. Y en “Hated in the Nation”, otro antagonista se carga a tres personas envueltas en sonadas controversias, a modo de cebo a la ciudadanía que despotrica desde las redes sociales. Mientras que el primero es más una declaración de intenciones que pretende que la sociedad dé cuenta de su propia bajeza moral, en el segundo, esa degeneración moral va acompañada de la pena capital y acaban muertas varias miles de personas.

Entre apertura y cierre, el episodio restante en esa primera trilogía tan rotunda es “The Waldo Moment”, representación excéntrica y muy acertada de un vaivén político populista que se vive en muchas partes de Europa y en Estados Unidos, precisamente en estos momentos. La consecuencia de aquel, término medio de sus compañeros, era una sociedad distópica gobernada por un personaje animado con mucha personalidad encumbrado por el pueblo.

Black Mirror Hated in the Nation El Hype

Pero pese al cambio exponencial en la gravedad de las consecuencias desde un capítulo al último, y también pese a algunos otros episodios ciertamente oscuros en su premisa, el guionista Charlie Brooker no ha certificado su pérdida de fe en el ser humano en absoluto. De hecho, el episodio “San Junipero” de la última temporada de Black Mirror —y cierre de su particular trilogía— es la declaración más esperanzadora de toda la serie. Por resumirlo, “Hated in the Nation” acaba con campanas de funeral donde la muerte es sentencia definitiva, mientras que “San Junipero” lo hace con campanas de boda que señalan precisamente lo contrario, la felicidad eterna. Y en la tierra, nada menos.

La diferenciación entre ambas trilogías es que una pretende criticar la caída moral y los peligrosos senderos que pisa la sociedad acomodada y la otra parte de personajes —y de componentes emocionales universales— para estudiar sus psiques dado un elemento externo del sci-fi.

En “The Entire History of You”, ese elemento es un disco duro escondido bajo la piel que almacena todo aquello que el usuario ve con sus ojos. El término de aquel episodio veía al protagonista extraerse el hardware para depurar todos aquellos recuerdos que repetía una y otra vez en su reproductor para rememorar la relación sentimental con su anterior novia. El bucle le impedía pasar página, pero la decisión de sustraer el aparato es sin duda una muestra de voluntad para superar su punto más bajo. Eso sí, coloca a la tecnología como obstáculo más que como asistente.

Black Mirror San Junipero El Hype

El caso de “Be Right Back” es también un término medio entre primer y último episodios de su trilogía. En él, una joven “adopta” un robot que hereda la personalidad de su novio fallecido a través de su huella digital. Pero aunque ella dé pronto cuenta de las carencias emocionales o idiosincrásicas de su pareja desaparecida, no acaba con él. En su lugar, la última escena tiene a la protagonista gritando al viento porque le es imposible destruir a su nuevo novio robot por sí sola. Tanto es así que incluso le pide al androide que se tire por un precipicio. Precisamente por esa razón, “Be Right Back” se convierte en un abrazo a la tecnología como forma de adaptarla a las necesidades (o faltas) emocionales humanas, pero es un final que está lejos de ser utópico.

Y para eso llega “San Junipero”, sin duda el punto álgido (y utópico) de la serie. En él convive un potente hilo emocional humano guiado de un componente tecnológico sci-fi que da la clase de esperanza definitiva que hasta ahora sólo concedían los mosaicos de las iglesias. En “San Junipero”, Brooker confía en la tecnología y prueba sus beneficios —vida para comatosos y esperanza para los ancianos— de la misma manera que confía en el ser humano y en su empatía con el resto de compañeros en la Tierra —a través del perdón de Kelly y el amor de Yorkie.

Quizá sea sólo un capítulo en una caja repleta de clavos punzantes, pero al clavo de “San Junipero” hay que agarrarse hasta el final, por mucho que arda.

PD: De lo bien pensado, interpretado, compuesto y escrito que está “San Junipero” hablaremos otro día.

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