Estamos acostumbrados a que nos juzguen por nuestras aptitudes y dedicamos grandes esfuerzos en adquirir conocimientos y habilidades: si además invertimos en actitud, podremos ser más felices.
En un mundo tan competitivo como el que estamos presenciando, donde vemos currículum vítae de la gente y alucinamos de la cantidad de conocimientos y habilidades que han incorporado a su acervo personal ¿qué marcará la diferencia entre unos y otros?
En las escuelas de negocios se fomenta la formación del ser humano como un producto y cualquiera de mis compañeros es mi rival. Eso en el corto plazo se convierte en competitividad en las empresas y en una desaparición del compañerismo, que desde mi punto de vista, resulta falto de valores personales.
Existen otras maneras de conseguir formar seres humanos, y es a través de la inteligencia emocional, del trabajo en equipo, de la perseverancia, del esfuerzo, de la comunicación, etc. También se enseña a la gente a ser alegres, optimistas, entusiastas…
La actitud es lo que nos va a diferenciar y, de alguna manera, potenciará o desacreditará todos nuestros conocimientos adquiridos. El sentido del humor, la comunicación no violenta, la pasión, la felicidad, la alegría, valorar el ser frente al tener, el trabajo en equipo, etc…de los que aquí en EL HYPE ya hemos hablado de ello, serán los factores actitudinales que marcarán el futuro de la sociedad, de las personas y también de las empresas.
Si seguimos valorando y felicitando a las personas por lo que tienen y no por lo que son, si decimos que creemos en las personas pero luego no les pagamos bien, no las reconocemos o no tenemos un trato adecuado, no podemos pretender que estén motivados y realicen un trabajo de calidad. Y esto sirve para cualquier aspecto de nuestra vida diaria y de cualquiera de nuestros entornos.
Si nos situamos en actitudes donde cada uno es responsable de todo lo que le sucede, si eliminamos las quejas, las excusas y las culpas ajenas, si conseguimos dejar de llorar y las lágrimas nos dejan ver la realidad, podremos situarnos en actitudes del tipo ¿qué puedo hacer yo para…? Vivir con la actitud de hacer siempre lo que esté en nuestra mano para solucionar cualquier situación que no deseemos en la vida es dar un paso importante hacia la consecución de objetivos, que no serán muy diferentes que alcanzar la felicidad. Conseguir los objetivos que realmente merecen la pena para uno es garantía de felicidad.
Y claro que fracasaré en una gran cantidad de intentos, me equivocaré, conseguiré cosas que no buscaba, pero ese fracaso nos hará más fuertes, con mayor actitud, y nos mejorará como seres humanos y como personas, siempre desde una actitud abierta y responsable con nosotros mismos.
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