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Jules Renard, maestro de la insignificancia

En Cultura sábado, 9 de agosto de 2014

Óscar Peyrou

Óscar Peyrou

PERFIL

Jules Renard nació en 1864 y murió en 1910. Estos datos casi no interesan. Lo importante es que demostró la importancia de lo que no tiene importancia.

Observó que el infinito no es más que una suma de pequeñas cosas, a veces microscópicas, y hasta invisibles. También que lo que en el mundo cuenta y tiene valor se nos presenta siempre sin ruido, de la manera más discreta. Para hablar de todo esto, Renard se esforzó en buscar las palabras adecuadas.

Quiso ser escritor para poder explicar las impresiones que dejaban en él las cosas que no son fáciles de explicar. No escribió tanto como otros, pero se entregó a la escritura con tal aplicación y constancia que dedicando las mismas horas se podría haber construido una pirámide en Egipto. En su diario vemos sucederse los ratos alegres y los amargos a través de anécdotas y comentarios cargados de humor y distancia.

Renard vivió dos vidas simultáneamente: En medio de un mar agitado brincaba el terrible niño pelirrojo, mientras en la calma chicha el escritor se limitaba a mantenerse a flote.

Dedicó Pelo de zanahoria a sus dos hijos cuando éstos no tenían todavía suficiente edad para darse cuenta del inmenso regalo y, a la vez, la clase de broma pesada que era la vida a la que acababan de asomar. Pronto lo descubrirían; antes, con seguridad, de poder leer ese libro.

Estas son algunas frases que Renard nos legó a lo largo de su vida:

· De  vez en cuando di la verdad para que te crean cuando mientes.

· Si el dinero no te da la felicidad devuélvelo.

· Entre un hombre y una mujer la amistad es tan sólo una pasarela que conduce al amor.

·Estupidez humana. Humana sobra, Realmente los únicos estúpidos son los hombres.

· Desconozco si Dios existe, pero sería mejor para su reputación que no existiera.

· Cuando se es feliz, queda mucho por hacer: consolar a los demás.

· A la sombra de un hombre célebre hay siempre una mujer que sufre.

· No soy sincero, incluso cuando digo que no lo soy.

· Nuestra crítica consiste en reprochar a los demás el no tener las cualidades que nosotros creemos tener.

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