El flamante Premio Nacional de Moda, actual director creativo de DELPOZO, abandera por méritos propios la costura española.
Le han concedido el galardón por, según el jurado, “la calidad, trayectoria y coherencia de su propuesta de moda, creadora de un universo onírico y de un imaginario reconocible”. Efectivamente, la innegable unicidad de las colecciones de Josep Font para DELPOZO ha colocado a la enseña madrileña en un lugar más eminente aún del que ocupaba en vida de su fundador.
Fallecido Jesús, sus herederos y equipo hicieron lo que las grandes maisons francesas: fichar a un director creativo -figura cada vez más visible en un sector que explota mediáticamente sus fichajes, escándalos y hasta amoríos- y relanzar el negocio tras un renaming invisible. Así, incorporaron al ya aclamado Font a su plantilla y rebautizaron la marca solo con el apellido de su fundador, como Saint Laurent tras la desaparición de Yves.
Jesús había vestido con ámbares y granates, con gasas y sedas drapeadas al Madrid de los 90, con Ana Belén a la cabeza. Josep toma aquel legado como impulso más que como elemento recurrente y bebe de fuentes aún más inagotables -Balenciaga, Dior y Givenchy parecen las más evidentes-. Aquí ya le adoraban Carla Royo Vilanova y Leticia Dolera. En Nueva York, donde presenta sus colecciones en la Semana de la Moda, ha superado el hito de Custo Barcelona y es la firma española más demandada. La niña de Mad Men fue de las primeras en llevar sus vestidos, pero no tardó Sarah Jessica Parker en enfundárselos para un editorial. Después, lo hicieron Keira, Cate, Hillary…
Font practica el difícil prêt à couture y, citando al jurado, “recupera la excelencia de las técnicas artesanales españolas adaptándolas, de una manera innovadora, al patronaje más contemporáneo”. Es cierto que su atención al detalle ofrece resultados de pura filigrana pero, en mi opinión, hay dos factores más que han contribuido a elevar a DELPOZO al Olimpo de la alfombra roja. Por un lado, la maestría en el dominio de una paleta de color inusitada, que combina pasteles y primarios pop. Por otro, el original uso de los volúmenes: Font actualiza el new look, los vestidos columna y las líneas cocoon valiéndose de pliegues, geometrías, redondeces y formas cuasi arquitectónicas.
Por eso, vaticino, cual Sandro Rey versión fashion industry, que no acaba aquí la escalada de Font y que su próxima etapa tal vez comience justo cuando termine la de Raf Simmons en el 30 de la parisina Avenue Montaigne.
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