Yo quería hablar de modelazos y de glamour, pero Bella Hadid ha conseguido que solo tenga una cosa en mente.
El miembro viril -como cantaba aquél- tiene nombres mil. El órgano reproductor femenino no le va a la zaga en cuanto a apelativos, pero servidor se va a permitir hoy referirse a él solo de una manera: «la palma». ¿Que por qué? Porque aunque mi intención era hablaros de la moda que se ha visto en el Festival de Cannes, mi atención se la ha llevado cierto pubis que ha quedado al aire en plena escalinata del Grand Palais. ¿Quién puede ahora hablar de glamour?
El caso es que actores, actrices y todo el que es alguien en el mundo del cine y del showbusiness en general se han dejado caer por la alfombra roja del festival. Con ellos, maletas y baúles repletos de fastuosos diseños, dispuestos a ser lucidos en La Croisette. Una que yo me sé, la modelo Bella Hadid, ha acudido al certamen más ligera de equipaje. Sin bragas, vamos. Las fotos explícitas -buscadlas en Google, no voy a mancillar yo el santo nombre de esta santa revista colgando aquí «la palma» de la muchacha- no dejan lugar a la imaginación.
Si sois enfervorecidos lectores de esta columnas semanales -menudas aficiones tenéis, por cierto-, sabréis que me provoca insomnio la ausencia de ropa interior en las más variadas de las celebraciones, eventos y fiestas que jalonan el planeta Oropel. Hasta el momento, una pedrería por aquí o una gasita por allá habían mantenido «las palmas» de sus propietarias a salvo de los flashes. Finalmente, la abertura inguinal del vestido de Hadid y la brisa marina de la Costa Azul se han encargado de que esta «palma» viera mundo y de que medio mundo la viera a ella.
Los Chanel de Kristen Stewart, el estilazo de Kirsten Dunst, los maravillosos 69 años de Susan Sarandon, el momentazo -¿reivindicativo por aquello del año pasado?- de Julia Roberts sin tacones, la siempre excéntrica Chlöe Sevigny… Todo lo que podría haber jalonado este artículo se lo ha llevado el viento, implacable, como el láser sobre la «palma» de Hadid.
Después del incidente, ¿le cogerán miedo a ir sin ropa interior las asiduas a esta moda? ¿O veremos «palmas» por doquier y no solo cuando una se despista -tras cinco o seis gin tonics, es normal estar algo torpe- al meterse en un taxi? Dice la sabiduría popular que al que no está hecho a bragas, las costuras le hacen llagas. Se olvida el refranero de que, además, la susodicha lo acaba enseñando todo. ¡Y encima en Cannes!
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