Hace años mi amiga P. se extrañó mucho de que yo no conociera a Byung-Chul Han. Estábamos merendando en la frontera alemana (bueno, yo merendaba un trozo de tarta de arándanos y ella fumaba) y me dijo: Jesús, me resulta extraño que no conozcas a Byung-Chul Han. Es el filósofo de moda en Alemania pero también en España.
Entonces yo me había encerrado en mi casa de Nimega escribiendo sobre otra casa también holandesa. Había desconectado la radio, el móvil y los ordenadores. Sólo veía el telediario de RTVE en el Mac, así que realmente no me enteraba de nada de lo que ocurría en el mundo. Escuchaba al grupo noruego Kakkmaddafakka, Rocky Votolato y a Amy Meredith, cuya voz me recordaba mucho la de Robert Smith, cantante de The Cure, y por tanto me transportaba con facilidad a los nebulosos días de mi juventud cuando estudiaba filosofía, llovía y era yo quien fumaba, ¿qué diablos significa que un filósofo esté de moda en España?
La globalización y las técnicas de análisis cuantitativo paralelas al desarrollo de las telecomunicaciones han puesto de manifiesto que a la Tierra le interesan cosas distintas a la filosofía: básicamente la pornografía, pero también vídeos de peleas, realities, detalles escabrosos de sucesos, información periférica de equipos de fútbol millonarios con estrellas que no conocen la humildad ni los valores por los que el deporte recibe subvenciones, Instagram, los selfies (otra forma de pornografía). En España el canal más visto es Tele 5 y los políticos ignoran las habilidades elementales de la negociación y la escucha.
Me temo que las 52.063.558 visitas de Gangnam Style frente a las 61.000 a las piezas más hermosas de Leoš Janáček o las 5.200 de Acid Ghost no sean indicativas del mayor interés musical del primero sobre los segundos. Lo mismo ocurre con los partidos políticos: que uno reciba más votos (más visitas) no significa que sea mejor.
Siempre he pensado que hay muchos planetas habitados en nuestra galaxia, pero que los extraterrestres no nos visitan por razones análogas a los que nos damos los terrícolas para no visitar Somalia. En la Tierra hay muchas cosas que ver (los gatos, la aurora boreal, Picasso, el cine de Hitchcock, las ballenas, los cerezos, los libros de Kafka, el follaje de la canna indica de colores vivos semejantes a las flores de los gladiolos) y sin embargo es un planeta inclinado a la desidia, que piensa mal de los demás y trata con dureza a los extraños. Mientras escribo esta entrada en EL HYPE los húngaros expresan su filosofía política en las urnas: ¡fuera refugiados!
España se ha convertido en un país desagradable y mediocre. La izquierda no ha leído a Stuart Mill ni la derecha a Montaigne. Hay una izquierda que ha leído demasiado o demasiado poco a Marx y otra derecha que piensa que Voltaire es una marca de ropa. En la calle alfombrada de colillas, se levanta de tanto en tanto el aire rarefacto del franquismo sociológico, ya hay tantos escritores como lectores, los libros más leídos dañan la cabeza: los enemigos de la literatura no son las personas que no leen sino las que escriben.
Entonces, ¿qué significa que un filósofo esté de moda en España? Básicamente, que vende libros breves bien distribuidos que encajan en las preocupaciones típicas de los españoles que compran libros de filosofía (social o política). ¿Qué preocupaciones típicas?
Byung-Chul Han (Seúl, 1959) es un pensador que reúne dos notas que tienen que ver con la moda: es atractivo y de aire cosmopolita (seña epocal de acuerdo con la cual la gente podría leer por razones afines a las que antes empujaban al consumo ostentoso). Estudió metalurgia en Corea del Sur, pero viajó a Alemania para aprender Filosofía en la Universidad de Friburgo y Literatura alemana y Teología en Múnich, es Profesor de Filosofía y Estudios Culturales en la Universidad de las Artes de Berlín. Allí discutió con pensadores que sí supe que estaban de moda (Jünger Habermas o Peter Sloterdijk).
A mí pronto me interesó Psicopolítica, una mirada crítica hacia las técnicas de poder del capitalismo neoliberal dirigidas al meollo de nuestra cabeza (cerebro: comida para perros al decir de Vonnegut). Luego me vi reflejado en La sociedad del cansancio y La agonía del Eros, pues me parecía verdad que en nuestra época uno se convertía, merced a un novísimo poder emocional y seductor, en esclavo de sí.
Los libros de Byung-Chul Han tienen ideas memorables (dignas de ser retenidas): la desintegración del principio de solidaridad, la conversión de todo en objeto de rendimiento, la depresión emocional que sigue a la crisis financiera, la seducción como forma de presión, los vínculos entre comunicación y consumo. Entre lo más interesante elegiría su diagnóstico de nuestra sociedad como sociedad sobrecargada de positividad, después, su análisis de la transparencia; entre lo más divertido (y discutible) su homilía a propósito de Melancholia.
Creo que ha sabido describir la docilidad con la que nos convertimos en explotadores de nosotros mismos, sin embargo, no apretaría el botón de “me gusta” a sus párrafos, un tanto frívolos acerca de que hoy no se tortura sino que se tuitea (¡hoy se tortura en medio mundo!), no “me gusta” cuando escribe sin citar a los que escribieron lo mismo que él… antes que él; tampoco creo en ningún entramado de dominación (justamente lo primero que destacan los lectores a la moda de Byung-Chun Hal). A los españoles les encanta, basta encender la televisión estos días, echar la culpar de todo a los demás.
Hermosos: Libros (La salvación de lo bello, La sociedad de la transparencia)
Malditas: Coreografías virales
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