Tras su paso por diferentes festivales españoles, el documental Hitchcock/Truffaut llega a las salas comerciales con una intención clara: reivindicar la importancia del libro que dio el estatus de maestro al director británico.
1962. En pleno auge de la política de los autores, François Truffaut decide entrevistar durante varios días a Alfred Hitchcock para conocer de primera mano todas las claves de su cine. En esa época el mago del suspense tenía el favor del público –fue uno de los primeros directores-estrella en incluir, como reclamo, su nombre antes del título de la película-, pero no de la crítica.
Sus filmes, sobre todo para los periodistas anglosajones, eran considerados comerciales, de consumo rápido, y no fue hasta la llegada-reivindicación de los críticos franceses cuando Hitchcock empezó a ser considerado como uno de los grandes creadores de su generación, a la altura de John Ford, Howard Hawks y Billy Wilder. El caso es que cuatro años después de aquella charla vio la luz Hitchcock/Truffaut (aka El cine según Hitchcock, libro editado en España por Alianza Editorial), una de las obras esenciales para entender cómo funciona el lenguaje cinematográfico moderno.
Hitchcock/Truffaut, documental dirigido por Kent Jones (responsable del New York Film Festival) y escrito por Serge Toubiana (director de la Cinemateca Francesa), repasa los pormenores de la creación del libro con imágenes de archivo y datos de trivia que ayudan al espectador a hacerse una idea de cómo fueron las más de cincuenta horas de entrevistas. Paralelamente a eso, Jones y Toubiana incluyen declaraciones de cineastas actuales que reconocen la influencia de Hitchcock en su filmografía. La lista es de aúpa: Martin Scorsese, David Fincher, Wes Anderson, Richard Linklater, Olivier Assayas, Peter Bogdanovich, Kiyoshi Kurosawa y James Gray, entre otros.
¿Es Hitchcock/Truffaut un documental necesario? La verdad es que sí y no, y ahí radica su falta de encanto, a pesar de apostar por una sana reivindicación de la cinefilia. Vaya por delante que se trata de una operación cinéfilo-nostálgica disfrutable y hasta cierto punto válida (sobre todo para el espectador neófito en el tema). Ahora bien, el principal problema es que no aporta nada nuevo, ni un enfoque ni un dato en concreto, a todo lo que ya se sabe de Hitchcock, la génesis y los highlights del libro (el concepto del mcguffin, la progresión aritmética del suspense, la escena de la ducha de Psicosis, los célebres cameos).
La película de Jones y Toubiana en ese sentido es conservadora, no sale de su zona de confort, esa que consiste en celebrar la grandeza del director británico de forma casi cartesiana; a ratos todo se reduce a cineastas de relumbrón diciendo eso de qué grande era Hitchcock y bla bla… Otro factor que juega en contra de la película es la ausencia de los dos directores que más y mejor han jugueteado con la herencia de Hitchcock: Brian De Palma y M. Night Shyamalan. Con ellos la cosa hubiera tenido algo más de gracia.
Hitchcock/Truffaut va sobrado de academicismo de manual, pero le falta chispa, capacidad de sorpresa y, claro está, aunque se trate de no ficción, algo de suspense. Habría sido divertido que, a la manera de Borja Cobeaga y El negociador, el documental se hubiera atrevido a explicar el lado menos glamuroso e historicista de los hechos. A veces la fabulación o la intrahistoria son más interesantes que el relato oficial.
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