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Entrevistas

Hinds: “El arte es irremediable, que no imprescindible”

En Música, Entrevistas jueves, 25 de junio de 2020

Carlos Pérez de Ziriza

Carlos Pérez de Ziriza

PERFIL

Pocos casos hay similares al de Hinds en la escena rock española. Generaron desde muy pronto halagos en medios como New Musical Express, The Guardian o Pitchfork, mientras en su país emergían ampollas entre ciertos guardianes de la ortodoxia, que revolucionaban las redes sociales con argumentos que hacían como si el punk y el indie de los 90 nunca hubieran existido.

Ellas siguieron a lo suyo. Trabajando. Girando por el mundo. Evolucionando. Y así han llegado hasta The Prettiest Curse (Lucky Number, 2020), su tercer álbum, grabado en Nueva York con la productora Jennifer Decilveo, quien ha trabajado para Beth Ditto, Bat For Lashes o Albert Hammond Jr. El disco más variado, colorido y desenfadado de la trayectoria que mantienen desde 2013.

Hablamos por teléfono con Carlotta Cosials (Madrid, 1991) —tercera por la izquierda en la foto de portada— , voz y guitarra del cuarteto que completan Ana García Perrote (voz, guitarra), Ade Martín (bajo) y Amber Grimbergen (batería).

Este disco suena más pulido que nada de lo que habéis hecho hasta ahora, con mayor presencia de los sintetizadores.

Uno de los grandes propósitos de este álbum era que queríamos que tuviera muchas más capas. Más profundidad. Más colores. Que a nivel de producción nos permitiera meter todo el imaginario que teníamos en la cabeza como concepto. Queríamos hablar de la realidad y como hablar de la realidad, a veces, es una mierda y apesta, creemos que si le metemos estos tintes de magia, que se han traducido en sonidos de sintes o de un toy piano… hay una infinidad de nuevos instrumentos y sonidos en el álbum que nos permiten comunicar muchas más cosas que las que conseguíamos solo con guitarras, voz, bajo y batería, que era el formato que empleábamos, que además era muy radical, sin trampa ni cartón por ningún lado. Creo que nos hemos permitido hacer un álbum lleno de vida.

El disco lo coproduce Jennifer Decilveo, quien ha trabajado con Beth Ditto, Bat For Lashes o Albert Hammond Jr. ¿Cómo ha sido el trabajo con ella? ¿Cómo surgió?

Vino por nuestro sello, que nos organizó una sesión con ella, cuando estuvimos en Los Angeles el verano pasado. Y fue increíble. Ella era muy espontánea pero muy directa, nos llevamos genial, admiraba la manera de pensar que teníamos y el espíritu dentro del estudio. Le gustaba que no tuviéramos miedo a nada, fue un combo súper positivo. Y creo que nos hacíamos bien mutuamente, porque ella viene de un mundo más del pop, si miras las cosas más grandes que ha hecho hasta ahora. Nos daba mucho pie a la improvisación dentro del estudio, y a utilizarnos a nosotras sin necesidad de recurrir a ningún otro instrumentista. Ella sabía que, por ejemplo, si Ade (Martín) va a tocar este bajo, va a sonar a Hinds. Eso a ella le hacía sentir muy libre, igual que a nosotras.

Dices que ella venía de un ámbito más pop, y eso enlaza con lo siguiente que te quería preguntar: si crees que este disco es mucho más pop y menos rock que los anteriores, en el caso de que tenga sentido a estas alturas distinguir entre pop y rock, claro.

Bien dicho, fíjate. Puede que las melodías que tiene el rock sean como menos bailarinas, que suben y bajan menos que las del pop. El pop suele ser más pegadizo… bueno, no te sabría decir. Tienes razón, porque no me resulta fácil discernir entre pop y rock. Pero sí que es seguro que este es el álbum más pop que tenemos. Eso, seguro. Una de las primeras premisas que teníamos claras a la hora de afrontar el tercer álbum era que queríamos más instrumentos, y dedicar más tiempo a la producción, que nunca nos había despertado interés. Pero en la composición de las canciones hicimos a la inversa, porque, así como en nuestros dos anteriores álbumes éramos muy de dar vueltas a las canciones, hasta que sentíamos que estaban inmejorables, en este hemos tratado de fiarnos de la idea primigenia, del germen en el que la canción surge de cero. Tratar de ser fieles a lo que estábamos sintiendo en ese momento, a las palabras que nos surgían en ese momento y tratar de no censurarnos tanto.

Muchas veces nos ha pasado que nos gustaban frases que escribíamos, pero luego nos parecían un poco cursis. Y las cambiábamos. Pero ahora, al tener una tercera persona viéndonos trabajar en el estudio, nos decía: pero ¿qué dices? no quites eso, si es que es la esencia de la canción. Y ni de coña le parecía cursi. Tener a una tercera persona diciéndote que le parece la hostia eso que a nosotras nos parecía demasiado emocional o demasiado cursi, nos ha hecho pensar que quizá deberíamos respetar más el sentimiento que provoca la canción. Así que en vez de darle tantas vueltas a la escritura de la canción, se la hemos dado a la forma en que podíamos comunicar esto, ¿sabes? Al cómo va a sonar.

También es un disco más variado, más heterogéneo, con canciones muy diferentes entre sí. “Good Bad Times” (con un bajo muy New Order) tiene un tempo mucho más pausado de lo habitual. También ocurre con “Come Back and Love Me”, que además es mucho más acústica de lo habitual en vosotras.

Influye mucho en una canción el entorno en el que estés y todo lo que te rodea. Todo eso se puede oler en una canción. Y como este se ha compuesto entre Los Angeles, Madrid, Londres, mi casa —que me mudé justo— y la casa de Ana (García Perrote), al haber sido los espacios tan diferentes entre sí, eso le ha dado un espectro de estados de ánimo muy grande. No es lo mismo componer una canción en una mañana lluviosa en Londres que en Los Angeles mientras te tomas una cerveza a las diez de la noche. A mí me da mucha alegría que nos digan que no todas las canciones suenan igual, que hay diferentes fases.

El hecho de ser chicas y ser jóvenes hace que a veces no quieras mostrarte como un animal débil o vulnerable.

¿Habéis estado escuchando algo en los últimos tiempos que os haya influido?

Mientras estábamos en Nueva York, que teníamos el Airbnb justo a cuarenta minutos andando del estudio, que es como el paseo perfecto para ponerte un álbum antes de llegar a grabar, me estuve poniendo muchísimo los dos primeros discos de The Jesus and Mary Chain, Psychocandy (1985) y Darklands (1987), y me generaban confianza —salvando todas las distancias, claro—, porque ya se veía venir que teníamos canciones con melodías claramente pop, como “Boy”. Orgullosamente pop. Y me relajaba escuchar a The Jesus and Mary Chain, porque me decía a mí misma: si es que esto es pop. Sus melodías, sus secuencias de acordes, la estructura de sus estribillos… son grandes canciones pop.

Ojo, que yo tampoco es que sea ninguna analítica musical, pero te juro que me relajaba porque pensaba que nadie en la vida, jamás, hubiera dicho que The Jesus and Mary Chain eran cursis. Que no por hacer pop se te ha de tildar de ñoño o ñoña. Creo que eso va más relacionado con el hecho de ser chicas y ser jóvenes, que hace que a veces no quieras mostrarte como un animal débil o vulnerable: por eso tenemos dos álbumes de rock directo y crudísimo, que me parecen la hostia, porque eso nos ha plantado donde estamos, pero de pronto ahora podemos mostrar una vulnerabilidad con la que nos sentimos cómodas en este momento.

Estaba de moda tenernos manía. Eras guay si odiabas a Hinds.

Y además el castellano cada vez tiene más presencia en fragmentos de vuestras canciones. ¿Os plantearías pasaros por completo al castellano?

Creo que no vamos a perder el castellano, porque ha sido un reto súper emocionante, aunque dé más apuro hacerlo que en inglés, pero no creo que vayamos a pasar a cantar en castellano por completo. Seguiremos con la mezcla, porque igual nos tiramos una tarde hablando en inglés por skype con los equipos que tenemos en EEUU como que llevamos toda la vida hablando en castellano y, al fin y al cabo, reflejar los dos es ser fiel a nuestro entorno y a nosotras mismas.

Se habla mucho de “Just Like Kids (Miau)” como vuestra canción de respuesta a tanto hater como habéis tenido desde el primer día. Siempre se han cargado mucho las tintas en que no erais precisamente grandes instrumentistas. Pero lo mismo podría haberse reiterado (y esto es una opinión personal mía) de muchas bandas masculinas de garage rock y derivados y no se hizo. ¿Crees que el hecho de ser mujeres y haber tenido muy buena acogida fuera de España desde un principio ha influido en ese juicio sobre vosotras?

Totalmente. Yo a veces echo mano también de eso que llamamos el pensamiento científico: ¿Por qué las cosas ocurren como están ocurriendo? (risas). ¿Por qué a Hinds se nos metió tantísima caña durante los tres o cuatro primeros años? No lo recordarás como lo recuerdo yo, por supuesto, pero hubo un tiempo en el que se publicaban artículos que contradecían otros artículos que hablaban sobre nosotras. Era inverosímil, sobrecogedor. Estaba de moda tenernos manía. Eras guay si odiabas a Hinds.

Y supongo que una en esa situación ni siquiera piensa que sea tan importante como para eso, ¿no?

Claro, claro. No eres tan importante, y además era una realidad de nicho, porque solo ocurría aquí. Y nos iba genial (risas). Era muy difícil convencer a mi madre de que no llorase, de que no se preocupase, que lo que había leído en el periódico no tenía importancia, que estábamos haciendo una gira con sold outs en EEUU, en Europa, en Australia o donde fuera. Nos ponía enfermas. Era estar aquí en España, en el bar de debajo de tu casa, y que se te acercara nosequién a darte la noche: ¡Ah!, ¿que tú eres del grupito este, no, de Hinds? Y la turra, y la turra. Se nos ha maltratado muchísimo. Creo que generaba mucho enfado el hecho de que acabáramos de empezar y ya tuviéramos atención fuera.

Yo entiendo que haya grupos que lleven diez años o más, y no les haya ocurrido lo mismo, pese a partirse el lomo tocando en mil sitios, y sintieran que no tener una reseña en el NME y nosotras sí, les pudiera parecer injusto. Y que nuestra canción les pareciera una mierda. Ante eso, no puedo contestar. Pues mira, a ellos les ha parecido interesante, y la tuya no, o a lo mejor es que ni la han escuchado, yo qué sé. Es lo único que puedes decir. Pero es que no se trata de que haya plazas limitadas para suscitar interés en el extranjero (risas). No estábamos robando el único billete de salida para una banda de España, ni mucho menos. Eso es lo que pienso a veces. Luego el hecho de que fuéramos tías… se juntan muchas cosas (risas).

Decías en una entrevista, hace unos años, que no teníais prisa en crecer y vivir la vida, la filosofía de canciones como “I Don’t Run”, pero ¿no os da la sensación de que todo os ha pasado demasiado rápido?

No, creo que no. Siento que he tenido como mil vidas, personalmente, pero creo que este tipo de vida es la mejor. No siento que me haya perdido cosas, ni que haya pasado todo como en un pestañeo. Para nada. Y al trabajar tantísimos días al año, no se hace corto. Nos acordamos mucho de todas las fases por las que hemos pasado y tenemos mucha perspectiva. Todas las etapas de la banda han sido preciosas y nos hacen reír. Incluso lo que hablábamos antes de estar en España, dar un concierto en Madrid y que al día siguiente todo el mundo se tirase de uñas contra nosotras. Lo recordamos y nos reímos, porque también forma parte de nuestra historia.

Hinds

Hinds. Fotografía: © Andrea Savall

Decías estos días en vuestras redes sociales que os resultaba un poco incómodo o inapropiado estar promocionando vuestro nuevo álbum, cuando hay cosas tan importantes ocurriendo ahí fuera como las movilizaciones del Black Lives Matter.

Sí, creo que a veces hay que saber cuando parar, como en aquel Black Out Tuesday. Creo que con las redes sociales todo se tergiversa, y parece muy frívolo a veces levantar la voz en ellas para que te compren algo. Estaba todo muy agitado en EE.UU., con episodios de vandalismo, la policía en las calles de Nueva York, y nosotras tenemos mucha relación con gente allí, amigos y gente de nuestro equipo, no es algo que nos pille de lejos.

Se nos hacía un poco frívolo estar promocionando nada, pero luego pienso también que hay que tener un poco de templanza, saber qué virtudes tiene uno y que, al final, nuestro oficio es hacer música y tenemos un buen papel dentro del mundo de la música. Somos chicas, estamos haciendo lo que queremos, lo que ya por sí inspira buenas cosas y genera buenas ideas en las mentes de otras personas. Y creo que repartimos felicidad. Si tuviera que decir qué es lo que se nos da bien a Hinds, sería eso. Creo que somos buenas repartidoras de amor y felicidad. En un bolo, en lo que sea. Me trato de consolar a veces con eso, cuando pienso en qué es lo que aportamos a este mundo. Aunque sean tiempos duros para el artista.

Soy de quienes piensan que el arte es irremediable, que no imprescindible. Ocurre sí o sí. Es comunicación entre humanos. No eres doctor, ni enfermero, obviamente. Hay oficios y oficios. Creo que todos hemos estado un poco deprimidos durante estos últimos meses, y hasta el fontanero se habrá preguntado cuál es su papel en esta sociedad. Pero preguntarte 24 horas al día si eres de verdad necesario en esta sociedad, debe ser enfermizo. Incluso hasta el propio presidente del gobierno, a lo mejor, se lo plantearía.

(Fotos: Andrea Savall)

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