El histórico compositor británico, adalid del pub rock y de la new wave, comienza esta noche en Bilbao una gira que pasa también mañana por Madrid (Shoko), el sábado por Barcelona (Luz de Gas), el lunes por Palma de Mallorca (La Movida) y el martes por Valencia (Loco Club).
Es un lugar común el considerar a Graham Parker como el vértice menos lustroso de ese triángulo de heraldos de la new wave formado junto a Elvis Costello y Joe Jackson. Su peso específico en las últimas cuatro décadas tampoco ha gozado tan frecuentemente de la genialidad o de la brillante amplitud de registros de aquellos. Quizá su carácter también tardase demasiados años en poder sacudirse de encima el agrio sambenito de los angry young men, ese arquetipo (heredado del movimiento literario británico de los años 50) que él ayudó a redefinir a finales de los 70, en pleno fermento del pub rock y con la eclosión del punk en ciernes. Pero nada de ello puede desmerecer la carrera de este legendario corredor de fondo.
Su último álbum data de hace dos años, pero constituye una excusa perfecta para testificar de primera mano su estado de forma sobre los escenarios. El disco se llama Three Chords Good y se grabó a nombre de Graham Parker & The Rumour, la formación con la que gestó sus álbumes más reseñables: palabras mayores como Howlin’ Wind, de 1976 (en connivencia con otro ilustre caballero de la época, Nick Lowe), o Squeezing Out Sparks , de 1979 (supervisado por otra leyenda, Jack Nitzsche). La enorme valía de ambos queda reflejada en detalles que pueden parecer anecdóticos, pero no dejan de ser significativos, como su inclusión entre los 100 mejores discos del periodo 1967-1987 para la edición americana de la revista Rolling Stone.
Al último de esos discos pertenecen clásicos inmarchitables como esta “Local Girls”, interpretada en directo el año pasado para Shout! Factory:
Y precisamente en la formación de The Rumour se integraba el guitarrista Brinsley Schwarz (quien dio nombre a la histórica formación previa, en travesía compartida con Nick Lowe), su acompañante en esta gira, constituyendo la nota más reseñable de otra visita lastrada por la endémica economía de medios que afecta al grueso de presencias venerables que tienen a bien acercarse por nuestro país.
A diferencia del resto de la manga europea de su gira en junio pasado, el perentorio formato de sus conciertos de esta semana por nuestro país es acústico. Aunque como suele decirse, el hándicap se intuye mínimo cuando las canciones tienen tal entidad que pueden superar cualquier test. Y si algo no falta en el zurrón del británico son eso, canciones. Estupendas canciones, que haciendo honor a su alcurnia pub rock, hunden sus raíces en el rock’n’roll clásico, el folk, el soul, el country, el pop pluscuamperfecto o hasta el reggae, tal y como demanda una carrera intermitente pero siempre repleta de focos de interés.
Sí, otra cita de las grandes.
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