La diversidad morfológica de sus clientes es una realidad, en la que la industria de la moda se ha fijado de un tiempo a esta parte. Para bajitas, hay líneas petite. Para chicas que precisan tallas grandes, existen marcas enteras o colecciones mal llamadas curvy o -más acertada esta categoría- plus size.
Las firmas atienden estas particularidades porque han descubierto el filón -y la buena reputación- que supone vender ropa tanto a las mujeres de 1,40 como a las que usan una 50. Arguyen que es fruto de una filosofía inclusiva pero, y a la actualidad me remito, se les ve el plumero. Además, tendrán ropa para ellas, sí… Pero, ¿dónde se viste un hombre gordo o uno muy pequeño?
Estos últimos, resignados a buscar pantalones en la sección de niños, cuentan con el alivio de que, desde hace un par de temporadas, Inditex produce muchos de sus zapatos para hombre a partir del número 39. Eso sí, sus tallas 34 de jeans siguen teniendo perneras kilométricas. Los larguiruchos y enjutos con pies mínimos estarán contentos.
Harina de otro costal es lo de ser gordo y no resignarse a vestir de marrón, marino o marengo, que es la paleta que desde 1975 tiñe la sección para caballero volumétrico de El Corte Inglés. Que yo sepa, solo dos marcas del mass market cuentan con líneas específicas para señores de formas rotundas. Y ambas ni son el epítome de la tendencia ni abundan fuera de los centros comerciales de extrarradio: Kiabi y C&A. La primera, que ha clonado el interiorismo de los Primark, incluso tiene colocados en sus tiendas unos maniquíes barrigudos que son un primor. Y el modelo de la sección XXL de su web es un chavalote orondo.
Me gusta que sea así, sin ambages: venden ropa para señores gordos, ni curvy ni cualquier otro eufemismo vale. A juzgar por el tipo de hombre que abarrotaba la cola del Kiabi donde yo me colé, la marca ha acertado con su estrategia. Del catálogo, una lástima, se salvaba solamente un par de prendas. El resto, formas aburridas, colores requetevistos y propuestas de moda tan estimulantes para los ojos entendidos como lo sería un plato de acelgas para un paladar experto.
Por eso, por más que el bajito o el gordo se puedan cubrir o calzar, queda trecho para que la moda los coloque en el centro de su discurso. Digamos que están en la misma situación que sus sosias femeninas hace 10 años. Hasta que Mango lance un Violeto, ¿verdad? Hasta entonces, los hombres con michelines seguirán valiéndoles a las marcas solo para sus chistes.
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