Frontera marca un punto de inflexión en la trayectoria de la directora Judith Colell. Con un presupuesto más ambicioso y una clara vocación de llegar a un público amplio, la cineasta, que es también presidenta de la Academia del Cine Catalán, se adentra en un thriller histórico ambientado en 1943, en la comarca leridana del Pallars, junto a la frontera francesa. Entre 1943 y 1945, más de 80.000 personas cruzaron clandestinamente los Pirineos huyendo del nazismo, un episodio poco explorado por el cine español y que aquí adquiere un peso dramático central.
La película sigue a un administrador de aduanas, Manel Grau (Miki Esparbé) y a su esposa Mercè (María Rodríguez Soto), antiguos militantes republicanos, cuya vida en un retiro tranquilo y seguro se ve trastocada por su concienciación política y humanitaria, mientras figuras como el alcalde Ovidi (Jordi Sánchez) o José Antonio Sánchez, el mando de la guardia civil interpretado por Asier Etxeandia, encarnan las complejas lealtades de un territorio marcado por el miedo y la incertidumbre. En un lugar aparentemente idílico y solitario, la amenaza del holocausto se suma al totalitarismo vencedor en plena posguerra española, donde todavía perseveran los maquis en su rebelión organizada en la sombra, ejerciendo de puente humano entre otros represaliados. Además, en Frontera, otros personajes, la pareja formada por Juliana (Bruna Cusí) y Jérôme (Kevin Janssens), representan, por otra parte, la resistencia insobornable, como un pilar de humanidad sin fronteras.
Tras su estreno en la pasada 70ª edición de SEMINCI, Frontera ha sido seleccionada en la programación del 29.º PÖFF, Festival Internacional de Cine de Tallin, que este año dedica un amplio homenaje al cine catalán, una de las cinematografías más destacadas y premiadas en el circuito internacional reciente. Tras su estreno, la noche anterior, Judith Colell nos ofrece esta entrevista, mientras la oscuridad comienza a intensificar los grises de esta acogedora ciudad báltica en el umbral del invierno.
Una nueva etapa
Abrimos la entrevista con curiosidad por este nuevo abordaje de su experiencia como directora: «Esta película fue un encargo, me llamó la productora Marta Ramírez, de Coming Soon, para ofrecerme el proyecto. Cuando lo leí, descubrí que era una película de época, de gran presupuesto y con muchos personajes. Y le dije: ‘¿Estás segura?’, contestó que sí, que lo haría muy bien, así que lo intenté. Trabajamos mucho todas las decisiones artísticas, el reparto, cambiamos el guion, aunque el proyecto venía dado por la productora y el guion ya había sido escrito por Miguel Ibáñez Monroy y Gerard Giménez Forner«.
Tras ver la película y la reacción del público que participó muy activamente en el coloquio posterior, no cabe duda de que los consejos profesionales que Colell ha recibido en los últimos tiempos en el sentido de la conveniencia de «abrir» su cine, han sido acertados: «Me decían que tenía que hacer una película que conectara, que está muy bien mi mirada autoral, pero conectando con el público. En este proyecto vi esa oportunidad».
Mujeres relevantes
Este tipo de películas no suelen ofrecerse a mujeres directoras y es un hecho que le atrajo: «Esto es muy interesante también para las mujeres en la profesión, porque normalmente nos movemos con presupuestos pequeños, así que poder tener cierto presupuesto, una película con puntos de thriller y acción que podamos hacer nosotras es importante».
En cuanto a las mujeres, los personajes femeninos de Frontera son motores de la acción, tienen un poder decisorio, y también un sentido de la solidaridad entre ellas, expresado todo ello con naturalidad y verosimilitud. Colell, que fue fundadora de la asociación profesional de mujeres cineastas, CIMA, nos lo confirma: «Debe ser algo realmente intuitivo, más que consciente, porque me di cuenta después de terminar la película, hablando con María Rodríguez Soto. Es cierto que a las mujeres se les ha dado un peso en las decisiones, marcan que los personajes vayan a un lado u otro, pero como te digo, fue totalmente intuitivo. Evidentemente el guion está escrito por dos hombres, pero dos hombres que muy claramente también pusieron esos personajes allí. Es decir, que esos personajes existían. Juliana, Mercè, todos estos personajes existen, están ahí, tienen fuerza ya de por sí. Dicen que esto es una labor de los guionistas, que yo también estuve muy implicada en el guión en la última etapa, pero en la puesta en escena sí que creo que fue algo muy intuitivo de darles ese protagonismo a las mujeres».

Las decisiones de la puesta en escena son muy claras en este sentido, «Por ejemplo, en la escena de la cena en casa del oficial nazi, en la cual los hombres [el alcalde del pueblo, el administrador de la aduana, y el alemán] están hablando de cosas muy importantes al fondo, desenfocados, ¿en qué nos fijamos? En la actitud de Mercè, porque me interesaba esa cena, en cuanto a la actitud de las tres mujeres: la del alcalde, que está allí casi como si no estuviera; la mujer del nazi, que es casi más malvada que el marido y Mercè, que luego toma las riendas y cuando llega a casa dice ‘No me vuelvas a hacer esto’. Es una mujer con unos ideales de izquierda, que perdió la guerra, que está allí vencida, viviendo con sus fantasmas y con su peso de la culpa».
Dream Team actoral
Los personajes de Frontera están construidos con suficiente complejidad para que nos los creamos y nos importen. Los dos hombres protagonistas, Sánchez y Manel, revelan, más allá del apoyo de sus diálogos, las propias cargas emocionales con que lidian en ese momento de sus vidas, y esto no es solo mérito del guion. La directora nos expresa su admiración sin límites al talento de sus actores: «La verdad es que tengo unos actores muy buenos, el Dream Team del cine catalán y por supuesto, Asier. Además, son actores muy inteligentes, que te lo cuestionan todo. Ensayamos durante varias semanas y discutiendo cada una de las líneas del guión, de las características de los personajes. Como decía Ingmar Bergman, ‘Yo no soy un buen director de actores, soy un buen director de casting’. Y siempre les digo a mis alumnos, en la universidad, que no solo busquen buenos actores sino personas implicadas, que se cuestionen lo que hacen. No me vale un buen actor, que alguna vez los he tenido, que diga ‘Tú eres la directora, dime lo que tengo que hacer y yo lo hago’. A mí por lo menos, como directora, no me vale si no me cuestionan: ‘¿Esto por qué? Y esto, ¿Hacia dónde vamos con esto? ¿Y este personaje, por qué tiene esta actitud delante de esta situación?».
En la película interviene la actriz Pepa López en un pequeño papel, pero muy significativo al que aporta su talento, para elevar una de sus escenas de un modo impresionante, con un dramatismo contenido que nos pone un nudo en la garganta sin necesitar palabras. «Tuve una gran suerte de tenerla en la película. Además, es muy fácil trabajar con ella. También es una persona que cuestiona desde el positivismo y es una actriz maravillosa. Y la verdad es que te lo cuenta todo con la mirada». No es esta la única escena de Frontera en que la gestualidad narra una historia, «Sí, en esa escena entre Judit, la criada judía (Anna Franziska Jäger) y Mercè, la vemos sonreír por un momento y te lo dice todo».

El dramatismo de la montañas
El diseño de producción de la película no romantiza el paisaje, los Pirineos aparecen como un mundo aparte donde los personajes se ven envueltos, de golpe, en las consecuencias de una guerra mundial: «Aquí, de nuevo y como siempre, equipo. Nosotros somos directores de orquesta, en este caso, Marta Bazaco es una gran diseñadora de producción (El 47), muy meticulosa. Por ejemplo, ella sabía exactamente qué cenaba la gente del Pirineo cuando estaban enfermos o cuando hacía frío. También conté con la colaboración imprescindible de la diseñadora de vestuario Mercè Palomas (Pa negre), su trabajo fue muy importante, tuvimos una gran nave donde se envejeció la ropa y se trató el color…, como si hubiese pasado una guerra. El director de fotografía fue Andreu Adam Rubiralta, una de las piezas clave de la película.
En cuanto a la forma de mostrar el paisaje, Judith Colell nos revela que consideró a la montaña como un personaje que creaba la sensación de miedo, de claustrofobia, de desamparo. «En el Pirineo estaban aislados, la miseria no era como la de la gran ciudad. Vivían como en una pequeña burbuja dentro de ellos mismos. Y las montañas tienen este punto claustrofóbico, de miedo de no saber qué hay allí. Yo recuerdo estar localizando y oír a los ciervos que estaban en época de celo, que hacen un ruido tremendo o percibir un movimiento entre los árboles y pensar ¿qué es eso? Hay un punto de amenaza en las montañas que nos iba muy bien para la película».
Y también, por supuesto, la belleza del paisaje. «Me parecía que eso tenía que estar presente. La película original estaba inspirada en hechos reales, pasaba en el Valle de Arán, que también es un sitio especial, porque es un valle rodeado de montañas y también está muy, muy aislado. Pero el Valle de Arán está muy modernizado, mientras que el Pallars Subirà, que es uno de los sitios más bonitos, yo creo, de Europa, tiene un punto salvaje todavía, incluso en sus personajes. Creo que era muy interesante porque me plantea un poco la historia como un western. Están allí dentro de la subsistencia y la tranquilidad relativa, porque acaban de pasar una guerra, y llega alguien de fuera que desata el miedo al extraño. Todo esto que dialoga con el presente, me parecía muy interesante, porque claro, yo siempre he hecho cine social y de pronto era pasarme a hacer una película histórica. Pero es que hablando del pasado, entendemos el presente».

En Frontera escuchamos a los personajes hablar en español, francés, alemán y catalán, además de esta lengua en dos dialectos: «El multilingüismo es muy importante en mi película. Por una parte, la diferencia entre las fuerzas del Estado, que habla en español, y además, también el propio dialecto de la zona. Investigué y averigüé que había guardias civiles locales, hombres jóvenes, que se expresaban en su dialecto, aunque resultara extraño, e insistí en que los personajes del pueblo se expresaran en su variedad local, poco extendida, pero que lo hicieran como se hablaba en los años 40. Tuvimos como coach a un actor maravilloso, de Tremp, que nos ayudó con el pallarès, de hecho a veces es difícil de comprender lo que dicen para un hablante de catalán central.
El universo referencial de Frontera
Judith Colell tuvo en mente todo un universo estético e histórico para construir su película, sus referentes fueron múltiples y no solo cinematográficos, «Siempre tengo presente la obra de Lucian Freud, y aquí también trabajé muchísimo con algunos autores que habían retratado refugiados en la Guerra Mundial, como Käthe Kollwitz. También fotografías de la época, pero mis referentes visuales han sido El hijo de Saúl, por ejemplo, que para mí era muy importante. Una película que yo creo que es una de las mejores que hablan de este periodo de la historia, con ese tratamiento del primer plano. En Frontera, yo combino este primerísimo plano, que es bastante habitual en mi cine, con esos súper planos generales que aquí por primera vez utilizo, porque teníamos las montañas y la manera de marcar su presencia era con estos planos que nos situaran a los personajes pequeñitos al lado de esa inmensidad, y eso sí que es una novedad».
En cuanto a la caracterización de los personajes, Colell tuvo muy presente El espíritu de la colmena (Víctor Erice, 1973). Le dije a Miki Esparbé que revisara mucho ese personaje de Fernando Fernán Gómez, porque esa tristeza, ese peso que llevan encima los perdedores, era el que me interesaba para ellos. También la figura de Walter Benjamin, por supuesto, y luego apareció un referente curioso, cuando ya íbamos hacia el western: El poder del perro, una película maravillosa. Y luego hubo otro que también descubrí, Vida oculta, de Terrence Malick, que transcurre durante la Segunda Guerra Mundial en un pueblo de alta montaña.

Historia(s) para entender el presente

Judith Colell. Foto: Mia Tohver (29 PÖFF).






Nadie ha publicado ningún comentario aún. ¡Se tú la primera persona!