El Festival Internacional de Cine Crimen y Castigo (ICAPFF), celebrado en Estambul del 27 de noviembre al 2 de diciembre de 2025, se ha consolidado como uno de los festivales temáticos más singulares del circuito global. Fundado por el Prof. Dr. Adem Sözüer y organizado por la Asociación Justicia y Cine con el apoyo de la Universidad Bilgi de Estambul, el festival se sitúa en la intersección entre cine, academia y derechos humanos. Su lema, “Justicia para todos”, resume su ambición: crear una plataforma cultural y científica donde la justicia pueda ser cuestionada, debatida y reimaginada a través del lenguaje cinematográfico.
Desde su primera edición en 2011, el ICAPFF ha reunido a cineastas, juristas, sociólogos, psicólogos, politólogos y actores del tercer sector, convirtiéndose en algo más que un festival: un foro multidisciplinar permanente. Además de las proyecciones y las competiciones, el Programa Académico Internacional de Derecho y Justicia Penal y la plataforma VisionIST fomentan el diálogo, apoyan a nuevos cineastas y promueven la reflexión crítica sobre la justicia en las sociedades contemporáneas.
La edición de 2025 se inauguró con Divine Comedy, el último largometraje del director iraní Ali Asgari, que compitió este mismo año por el León de Oro en Venecia. La aproximación minimalista de Asgari expone lo absurdo de la censura, la fragilidad de los artistas bajo sistemas represivos y las contradicciones de autoridades legales que apenas creen en las normas que aplican. Ambientada en el Teherán actual, la película transita entre el mundo del arte y los márgenes de la ciudad, mostrando historias humanas con una urgente sobriedad.
Divine Comedy (Ali Asgari, 2025).
Competición internacional de largometrajes
Con una selección de obras contemporáneas de enorme fuerza, que exploran la justicia desde ángulos radicalmente distintos, la Competición Internacional de Largometrajes Golden Scale reunió una de las programaciones más diversas y ambiciosas del festival hasta la fecha. Desde Cinema Jazireh, de Gözde Kural —una coproducción transfronteriza entre Turquía, Bulgaria, Rumanía e Irán—, hasta el drama húngaro Jimmy Jaguar, de Bence Fliegauf, la sección ofreció un amplio panorama del cine mundial contemporáneo profundamente comprometido con cuestiones de identidad, violencia, migración y memoria. También formaron parte de la selección Living the Land, el contemplativo largometraje chino de Huo Meng; Reedland, un thriller neerlandés-belga dirigido por Sven Bresser; y Shadowbox, una inventiva coproducción entre España, India, Francia y Estados Unidos que explora las fronteras borrosas entre la culpa y la supervivencia. El cine latinoamericano estuvo representado por partida doble: Sebastián Lelio con La Ola, y Anna Muylaert con The Best Mother in the World, una historia brasileño-argentina marcada por los vínculos maternos y la precariedad social, presentada por primera vez en la Berlinale.
Completando la selección, The Scent of Things Remembered, de António Ferreira —una producción luso-brasileña centrada en el duelo y la memoria sensorial— aportó una nota delicada e introspectiva a la competición. Pero la verdadera revelación fue Khartoum, dirigida colectivamente por Anas Saeed, Rawia Alhag, Ibrahim Snoopy, Timeea Mohamed Ahmed y Phil Cox. Esta coproducción entre Sudán, Reino Unido, Alemania y Catar destacó por su forma híbrida, que combina testimonios documentales con recreaciones en estudio realizadas después de que el equipo tuviera que abandonar el país durante un golpe militar. Su relato urgente e imaginativo le valió finalmente el máximo galardón del festival: la Golden Scale al Mejor Largometraje.
The Best Mother in the World (Anna Muylaert, 2025).
Competición internacional de cortometrajes
La Competición Internacional de Cortometrajes Golden Scale reunió una gama sorprendentemente diversa de voces, geografías y formas cinematográficas, reafirmando el compromiso del festival con la exploración de la justicia a través de múltiples lentes culturales. Entre las obras más destacadas se encontraba In Retrospect, el cortometraje alemán de Mila Zhluktenko y Daniel Asadi Faezi, que combina sensibilidad archivística y búsqueda personal. Turquía estuvo representada por Kırıkuzakçalar, un drama íntimo y áspero dirigido por Batınay Ünsür, mientras que L’Mina —una coproducción entre Francia, Marruecos, Italia y Catar firmada por Randa Maroufi— amplió el alcance temático del programa con su enfoque híbrido y su reparto comunitario. También sobresalieron My Name Is Hope, producción finlandesa dirigida por Sherwan Haji, y Photographs Not Taken, el hipnótico cortometraje finlandés-sueco de Hanneriina Moisseinen, que indaga en la memoria y la ausencia desde una propuesta visual poderosa.
La selección incluyó además varias obras marcadas por una fuerte urgencia política y social. Desde Irán llegó Portrait, de Farzam Tabibi, una reflexión delicada pero incisiva sobre la identidad; desde Cuba y España, Primary Education, una mirada lúcida y compasiva sobre la infancia y los procesos de aprendizaje, dirigida por Aria Sánchez y Marina Meira; y desde Bélgica, el documental silente Ramallah, Palestine, December 2018, que captura un instante de la vida cotidiana con precisión observacional. La cineasta kurda Dilan Toftik aportó Sîtav, un poderoso retrato de resiliencia comunitaria, mientras que The Ban, una producción entre Reino Unido e Irlanda dirigida por Roisin Agnew, revisitó el legado de la censura política a través de los testimonios de figuras irlandesas prominentes. En conjunto, estos cortometrajes ofrecieron un paisaje rico y poliédrico de preocupaciones contemporáneas, reafirmando el papel del festival como una plataforma global para un cine emergente y políticamente comprometido.
Primary Education (Aria Sánchez y Marina Meira, 2025).
Scale of Justice
Esta sección examina los sistemas de justicia globales, los abusos de poder y la resiliencia de comunidades que luchan por sus derechos y su dignidad. La sección Scale of Justice —la plataforma del International Crime and Punishment Film Festival dedicada a relatos urgentes y guiados por la justicia social— ofreció un contundente retrato transcontinental de los dilemas morales, legales y éticos contemporáneos. Dragonfly, de Paul Andrew Williams (Reino Unido), abrió la programación con un tenso estudio de personajes protagonizado por Andrea Riseborough y Brenda Blethyn, que explora la responsabilidad y la herida moral. Desde Europa Central, Father, de Tereza Nvotová, aportó una perspectiva eslovaco–checo–polaca sobre la desintegración familiar, el fracaso institucional y la fragilidad de la confianza.
La representación estadounidense llegó con Mad Bills to Pay, dirigida por Joel Alfonso Vargas, un filme que navega las intersecciones corrosivas entre deuda, desigualdad e identidad en comunidades anglófonas e hispanohablantes. Urchin, de Harris Dickinson (Reino Unido), cerró la sección con un retrato áspero y atmosférico de marginación y supervivencia. En conjunto, estas obras ampliaron la misión central del festival: utilizar el cine como una lente crítica para interrogar la justicia en todas sus contradicciones y complejidades.
In Retrospect (Mila Zhluktenko y Daniel Asadi Faezi, 2025)
Programa especial del Festival Internacional de Cine Crimen y Castigo: Solidaridad con Palestina
Uno de los segmentos más urgentes y emocionalmente resonantes de la edición de este año fue From Ground Zero+: Gaza’s Unfinished Stories, un programa compuesto por siete cortometrajes y un largometraje rodados íntegramente en Gaza. Desarrollado bajo la iniciativa del reconocido cineasta gazatí Rashid Masharawi y financiado mediante donaciones y colaboraciones internacionales, el proyecto da voz a artistas que viven bajo un asedio permanente. Estas películas capturan los sueños, la resiliencia, la creatividad y el espíritu inquebrantable de una población que enfrenta genocidio y ocupación, ofreciendo un raro acto de autorrepresentación en un contexto donde, con demasiada frecuencia, se habla sobre los gazatíes en lugar de escucharlos. Continuando el camino iniciado por la antología del año pasado, From Ground Zero: Gaza’s Untold Stories, Masharawi empodera a cineastas locales para documentar su propia realidad: desplazamiento, hambre, duelo y supervivencia entre ruinas. El resultado es un archivo cinematográfico del sufrimiento y la resistencia, y una poderosa afirmación de que quienes son responsables deberán responder algún día.
Presentado personalmente por Masharawi —galardonado en el festival con el Justice Defender Award—, el programa también recuerda al público que Gaza no es solo un territorio devastado, sino el hogar de pintores, actores, escritores, músicos y cineastas cuyo trabajo constituye una forma de resistencia. Películas como Colours Under the Sky, Dreams of Farah and Zahra y Gaza to Oscar subrayan cómo el arte se convierte al mismo tiempo en testimonio y desafío, preservando historias que de otro modo podrían desaparecer. Sin guion ni artificio, estas obras muestran la realidad tal cual es y la inscriben en la memoria colectiva a través del poder de la verdad y la imaginación. Con ello, From Ground Zero+ reafirma la función esencial del cine: dar testimonio cuando el mundo aparta la mirada y defender la justicia mediante el acto simple y radical de permitir que las personas hablen por sí mismas.
Homenajes: Rüçhan Çalışkur, Wang Xiaoshuai y Yorgos Arvanitis
El festival rindió homenaje a tres figuras fundamentales: Wang Xiaoshuai, uno de los directores más importantes del cine chino contemporáneo; Yorgos Arvanitis, legendario director de fotografía griego conocido por sus colaboraciones con Theo Angelopoulos y numerosos autores internacionales; y la actriz turca Rüçhan Çalişkur. Sus clases magistrales y conversaciones públicas aportaron una dimensión histórica a un programa ya marcado por una intensa urgencia política.
Yorgos Arvanitis.
Premios
Khartoum, largometraje ganador del Golden Scale, dirigido por Anas Saeed, Rawia Alhag, Ibrahim Snoopy, Timeea Mohamed Ahmed y Phil Cox, es un documental híbrido de una fuerza y originalidad excepcionales. Mientras cuatro directores sudaneses entrevistan a cinco habitantes de Jartum —dos niños que sobreviven en la calle, una madre soltera que vende té, un activista y un funcionario—, un repentino golpe militar obliga al equipo a exiliarse. Forzados a abandonar el país, reconstruyen los testimonios en un estudio mediante green screen, transformando el documental en un acto de reinvención. Rodada entre Jartum, El Cairo y Nairobi con teléfonos móviles prestados y enriquecida con animación, la película ofrece un retrato íntimo y político de una ciudad moldeada por la guerra, la esperanza y la resiliencia humana.
In Retrospect, dirigido por Mila Zhluktenko y Daniel Asadi Faezi, estrenado en competición en la Berlinale 2025, fue el ganador en la Sección de cortometrajes. Esta película entrelaza de forma magistral imágenes de archivo del centro comercial Olympia de Múnich, escenario en 2016 de un ataque racista. El centro comercial había sido construido originalmente por trabajadores inmigrantes para los Juegos Olímpicos de 1972. In Retrospect incorpora también fragmentos de Empfänger unbekannt, del cineasta irano-alemán Sohrab Shahid Saless. El corto traza conexiones entre la historia del lugar, el atentado y la discriminación que sufrió Saless, dibujando una línea melancólica que va de la utopía a la distopía y revelando cómo el odio social se transforma y muta a lo largo de las generaciones.
Un festival donde el cine se encuentra con la imaginación cívica
Lo que distingue al ICAPFF es su doble identidad: la de ser un foro académico riguroso y, al mismo tiempo, un punto de encuentro cinematográfico audaz. Es uno de los pocos festivales donde los investigadores debaten teoría jurídica por la mañana, los cineastas analizan representación y responsabilidad por la tarde, y el público se enfrenta por la noche a historias reales de injusticia. En una época en la que el cine está cada vez más presionado para entretener en lugar de incomodar, el ICAPFF defiende una visión distinta: aquella donde las películas actúan como catalizadores de reflexión ética, conciencia cívica y, en última instancia, transformación colectiva.
Al celebrar su 15ª edición, el festival reafirma su compromiso: utilizar el cine no solo para mostrar el mundo, sino para cuestionarlo.
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