Su figura blanca, a medio camino entre santa y princesa, yace delicada sobre la camilla. Y unas manos ásperas recorren sin resistencia cada rincón de su cuerpo, estirando sus articulaciones, ablandando sus músculos, empapando de artificio una vida consumida menos por enfermedad que por ideología. Silenciada a gritos e inconsciente de que su descanso es, aún ahora, imposible.
El sentimiento y la mitología han hecho de Eva Perón, Evita, más un fetiche que un icono. Una identidad de masas convertida en el juguete por el que dos hermanos se pelean una y otra vez. Una mujer de fuertes convicciones, idealizada y utilizada aún hoy para reivindicar una serie de valores, a veces tan pervertidos que cuesta encontrar su origen. Y es que la historia de Evita, a su pesar o no, está ligada a la de Argentina desde hace 60 años. Una historia de lucha por el pueblo, de movimiento revolucionario y de ideales de libertad empañados constantemente por la sombra del fascismo. Es precisamente en la complejidad de su mensaje donde radica la dificultad a la hora de aproximarse a su figura, bien por utilizarse como herramienta política, bien por simplificar y distorsionar la realidad. En lo que al cine respecta, puede que el mejor ejemplo de todo esto seaEvita, aquella cinta musical de Alan Parker de 1996, protagonizada por Madonnay Antonio Banderas que retrataba una Eva Perón más cerca de Broadway que de su pueblo. Quizás por esta puesta en escena constante que fue y es el peronismo, el joven director argentino Pablo Agüero apuesta por la pura teatralidad formal en la factura de su última película, Eva no duerme.
Eva no duerme, cinta avalada por su participación en la pasada edición del festival de San Sebastián trata, más que de analizar la figura de Evita, de explorar la repercusión que genera su concepto. Una historia en tres actos sobre su cadáver a lo largo de 25 años. Nos habla de una Eva Perón embalsamada, conservada para la eternidad. Idolatrada y ocultada. Secuestrada, maltratada, vejada y mutilada. Perdida y reivindicada. Utilizada como moneda de cambio para fines que poco tienen que ver con aquello que promulgaba. Una Eva Perón sujeto de obsesiones, revueltas y asesinatos. Agüero reviste de tenebrismo un relato densocomo el humo de un cigarro encendido en la noche y salpicado de imágenes de archivo que contextualizan los diferentes episodios. El de Agüero es un mensaje oscuro, que emerge de las sombras para esconderse en ellas y hace suyo un discurso de ocultación, manipulación, machismo y misoginia. Una letanía no muy alejada de la Argentina actual o, al menos, de aquellos quienes la dirigen. Una construcción hasta cierto punto experimental que dota cada palabra y cada gesto de sus protagonistas de una intensidad y dramatismo inusitados.
Es por esto que el peso de la película recae casi por completo en sus actores: rostros muy conocidos como Imanol Arias, encargado de dar vida al embalsamador español el Doctor Pedro Ara; Denis Lavant como el teniente coronel Koening, responsable del secuestro del cadáver o Gael García Bernalcomo el Almirante Massera, el militar fanático de la Armada Argentina que persiguió de forma obsesiva el cuerpo de Perón hasta verlo por fin enterrado. Los actores envuelven sus papeles de una tremenda carga emocional en cada plano siendo quizás éste uno de los pecados del film: la incapacidad para oxigenar una intensidad en tan constante aumento que puede llegar a aturdir. Aún así se trata de una película tremendamente plástica y muy visual, que empapa desde el primer momento, pero depende de la capacidad del espectador, así como de su interés por el tema, para llegar todo lo hondo que le gustaría.
Eva no duerme es, en definitiva, la manipulación de una mujer desde el momento de su muerte. Tanto es así que hasta el propio director explicó en rueda de prensa que algunas de las pistas de audio que suenan en la película corresponden a discursos e intervenciones radiofónicas de la propia política, distorsionadas y tratadas para semejar el susurro del viento o el rumor de la calle. A tal punto llega su manoseo. Y es que Evita no se libra ni enterrada de ser utilizada con cualquier fin. Lo que algunos olvidan es que, como bien indica el título de la película, Eva no duerme: está muerta.
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