¿Alquien habla de si la colección de Rick Owens es bonita o fea? No, todos comentamos su desfile durante la Semana de la Moda de París porque los diseños dejaban entrever los genitales de los modelos.
Lleva la prensa, la blogosfera, algunos grupos de Whatsapp y hasta ciertos corrillos de vecinas fashionistas soliviantados desde hace unos días con lo del desfile de Rick Owens en París. Como ya sabréis, este diseñador norteamericano ha propuesto que el invierno que viene los hombres vistamos con el ciruelo al aire.
¡Por fin! gritaban unas desde sus muros de Facebook, mientras compartían la galería de imágenes con los muchachos luciendo sus asuntos por fuera del abrigo. Menos mal decían otros al “likear” una foto en Instagram en la que se intuía un pliegue escrotal. Ya estábamos hartas de ver pezones femeninos sobre las pasarelas, que vivan y sean exhibidos testículos y glandes, pensaron la mayoría al echar un vistazo a los diseños de Owens y a las vergüenzas de los jóvenes que los vestían.
Permitidme que enfríe vuestro furor, que os agitáis a la mínima. Primero, y aunque rimen, un pezón no es lo mismo que un coj***. Uno no está sexualmente tan connotado como el otro y en determinados contextos, por ejemplo cualquier playa, el top less es una práctica normalizada desde hace décadas. Enseñar un torso desnudo sobre una pasarela no es necesariamente síntoma de que tal o cual diseñador esté objetualizando el cuerpo de la mujer o del hombre.
Otra cosa es que una transparencia nos parezca más o menos gratuita, al igual que podríamos valorar la estricta necesidad de que David Ghandy marque paquete para vender perfume. Así las cosas, solo entendería que aplaudierais el atrevimiento de Owens si cada temporada los desfiles parisinos estuvieran jalonados de pantalones con aberturas inguinales que dejaran al aire los pubis femeninos y nadie pusiera por ello el grito en el cielo. De nuevo, repito y rimo, una areola no es lo mismo que una “pirindola”.
En segundo lugar, deberíamos juzgar una colección por sus formas y materiales, por si es vanguardista o continuista, por si es comercial o raruna, etc, no por si el modelo la tiene pequeña. Es como si lo único que nos importara de La Maja Desnuda de Goya es que se le vea el “chirri”. Dicho esto, os animo a que con el dedillo tapéis la cosilla de los maniquíes. Veréis que la colección de Owens es una sucesión aburrida de abrigos cruzados y chambergos oscuros. O sea, si no fuera por esa exhibición genital, de este desfile no hablaría hoy ni la madre del diseñador.
Ha ocurrido lo que Owens y sus consejeros en materia de comunicación perseguían: montones de titulares, viralidad, que hablen de él. En una palabra, ruido, aunque haya sido el de dos cencerros chocando contra un badajo. Qué elegante metáfora final.
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