Los argentinos Babasónicos y los catalanes Dorian comparten cartel esta noche en la sala Salomé, validando la sintonía entre dos propuestas que giran con frecuencia en ambos continentes.
Si algo no se les puede negar a Babasónicos es su perseverancia a la hora de intentar que su propuesta cuaje en nuestro país. En su Argentina natal son toda una celebridad, pero las numerosas giras que han emprendido por España en la última década no han terminado nunca de otorgarles la resonancia mediática que la desenfadada comercialidad de su música podría recabarles.
Así a bote pronto, y sin salir de Valencia, nos vienen a la memoria al menos tres publicitadas citas de la banda argentina en nuestra ciudad: en Loco Club en 2006, en el Heineken Greenspace en 2008 y en Mirror en 2011. Esta última, en un concierto compartido junto a Love of Lesbian, quienes ya por entonces se habían convertido en un grupo capaz de agotar durante varios días seguidos el aforo de salas en torno al millar de personas. Pero ni por esas. De poco les han servido aquí las más de dos décadas de carrera que acumulan, repleta de reconocimientos en su país, donde son toda una celebridad, y desde el que capitalizan una onda expansiva que también se ha contagiado a otros países latinoamericanos como México, en cuyas listas de álbumes más vendidos también es frecuente su presencia.
Ahora llegan de nuevo de la mano de una banda que, como Love of Lesbian hace tres años, supone una compañía idónea por su capacidad de arrastre popular: al igual que los de Santi Balmes y cia, su público ha crecido en paralelo a la proliferación de una serie de festivales de verano que han apostado de forma reincidente por ellos, más que como consecuencia del éxito de sus conciertos en salas bajo techo el resto del año. De hecho, la prueba más irrefutable es que el último concierto de Dorian en la misma sala (entonces llamada Mirror), hace también algo más de tres años, se saldó con una discreta media entrada. Muy por debajo de los guarismos registrados en sus últimas apariciones a cielo abierto y compartiendo cartel con decenas de bandas.
El caso es que el rock con pespuntes electrónicos de los argentinos Babasónicos (con puntuales guiños a la tradición rock de su país), sea como fuere, siempre ha merecido algo más de atención, pese a lo bacheado de su carrera, tan repleta de dianas melódicas como de entregas ramplonas. Y es que dos décadas dan para mucho. Su último álbum es Romantisísmico (2013), y uno de sus argumentos más incontestables es “Aduana de Palabras”.
La banda de Marc Gili, por su parte, sigue aun exprimiendo La velocidad del vacío , un cuarto álbum que fue producido por el histórico Phil Vinall (The Auteurs, Placebo, Radiohead) y que incide en las claves esgrimidas a lo largo de su trayectoria: pop tecnificado que remite tanto al synth pop de la primera mitad de los 80 como al pop electrónico más laxo de los 90 y los 00, y que de tanto abrir su diafragma acaba muchas veces quedándose en terreno de nadie, pese a que de vez en cuando facturen algún tema con hechuras de hit (el añejo “A cualquier otra parte”).
Y no precisamente por indefinición, sino por lo aséptico de una propuesta que navega entre unas letras que pecan con frecuencia de obvias y un sonido tan esterilizado que muchas veces pide a gritos una buena inyección de temperamento. Algo que afile un poco más la singularidad de su perfil. La progresión de Dorian en directo, no obstante, es palpable tras haber curtido (al igual que Babasónicos pero a la inversa) su repertorio en largas giras que también han pasado por países como México, Chile, Colombia o Argentina, en las que han tenido oportunidad de compartir vivencias con los propios Babasónicos.
Así que la de esta noche en Salomé (antigua Roxy, ex Noise, Mirror y Cormorán) es una buena oportunidad para ver a ambas bandas en un hábitat en el que cualquier contacto con el público resulta más cercano, y en el que las dos propuestas salen beneficiadas.
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