En la miniserie de Dahvi Waller Mrs. America (Mad Men, Desperate Housewives), una mujer estadounidense que encabeza la lucha contra el feminismo es la que da pie a retratar los entresijos de uno de los movimientos sociales más importantes del siglo XX. La serie, que consta de diez capítulos, se emite en España por HBO y curiosamente elige a la antiheroína para guiar este relato basado en hechos reales, aunque, como bien advierte, se permite ciertas licencias.
La vida de Phyllis Schlafly, interpretada exquisitamente por Cate Blanchett —una madre de seis hijos que, a pesar de enarbolar el papel primordial de las mujeres como amas de casa, se embarca en una carrera política de altos vuelos fuera del hogar— sirve como hilo conductor para recrear los importantes acontecimientos que surgieron alrededor de la ratificación de la Enmienda de Igualdad de Derechos. La controvertida norma, conocida también como ERA, establecía que las mujeres no podían ser privadas de sus derechos por razones de sexo y su aprobación en todos los estados del país fue enérgicamente apoyada por el movimiento feminista en EEUU.
Schafly hace uso de su imagen de esposa perfecta, de sus apoyos y contactos republicanos, para oponerse a una medida que considera que destruirá la familia tradicional americana y todos los valores que giran a su alrededor, a pesar de que es evidente que ella misma no es un ejemplo de lo que defiende y busca su sitio en la vida política del país.
Una cuidada ambientación y un impecable vestuario, además de una rica selección musical, consiguen la total inmersión en esta época convulsa de los años setenta, sin dejar de lado el corazón de la serie, que echa luz sobre el tremendo trabajo que existió en la época para conseguir derechos reproductivos como los anticonceptivos y el derecho al aborto y unas medidas seminales contra el acoso sexual en el trabajo, que se enmarcaron en lo que autores como Nuria Varela, en Feminismo para Principiantes considera la Tercera Ola del Feminismo —aunque parte de la crítica haya situado Mrs. America en la Segunda Ola, siendo la división histórica del movimiento motivo de controversia.
Otra de las riquezas de Mrs. America es que hace evidentes algunos problemas que aún arrastra la lucha femenina como la “ceguera” o “temor consciente” a afrontar transversalidades como la raza y la orientación sexual del colectivo. En los primeros capítulos ya se hacen palpables las fracturas entre las mujeres negras y las lesbianas, que ven como sus “compañeras” las sacrifican en aras de conseguir otros intereses, mientras que la presencia de las mujeres latinas es también poco visible.
El eterno enfrentamiento entre dos figuras míticas del feminismo estadounidense y occidental, el de Betty Friedan, autora del clásico La mística femenina —que despertó a una masa de amas de casa que se dieron cuenta de que jamás alcanzarían el orgasmo mientras fregaban el suelo—, y la seductora Gloria Steinem, fundadora de la mítica revista Ms. es otro de los aspectos que aborda la serie.
La primera es descrita como una fuerza de la naturaleza, una mujer vigorosa, que escupe sin paños calientes las más oscuras y vergonzantes desigualdades que viven las mujeres estadounidenses de la época.
Friedman, una pionera del feminismo, es retratada en ciertos momentos bajo una luz poco favorecedora, como una mujer de mediana edad que sufre la soledad y el matrimonio de su ex marido con una mujer más joven y atractiva, y que enarbola una de las rupturas más profundas con el movimiento de lesbianas, a las que en un principio se opone públicamente.
Mrs. America peca de señalar en exceso el atractivo físico, diplomacia y carisma de Steinem, (interpretada por Rose Byrne, a la que conocimos en la serie Daños y Perjuicios) como uno de sus ases para conseguir las metas que persigue el movimiento, pero estas cualidades ofrecen un contrapeso al encanto de la perfección de Schafly.
La serie cuenta además con un maravilloso elenco entre el que se encuentran Uzo Aduba, Elizabeth Banks y Sarah Paulson consiguiendo actuaciones sobresalientes. Finalmente, y sin lugar a dudas, el mayor logro de esta serie es poner en la pantalla y al alcance de un público generalista un fragmento importante del recorrido feminista en una batalla a la que todavía le queda un largo camino.
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