Coincidiendo con la reedición de su mítico álbum homónimo de 1975, el veterano músico valenciano, emblema del rock progresivo estatal, vuelve a los escenarios con sendos conciertos revestidos con el oropel de la efeméride. Esta noche en Madrid (Clamores) y el jueves en Valencia (Black Note).
“Nadie en Valencia representa mejor que el guitarrista valenciano la esencia de lo que fue el rollo de los 70 en estas benditas tierras, compitiendo seriamente con los mejores del Estado. Un puñado de músicos absorbidos por la música depredadora que obligaba a sus ejecutantes a vivir de acuerdo con ella con todas las consecuencias… el carburante lo ponía el tremendo Eduardo Bort con su guitarra de mil sonidos”. Lo contaba así Vicente Fabuel en el libro Historia del Rock en la Comunidad Valenciana (Avantpress, 2004).
“El estilo de Eduardo Bort y su banda entroncaba directamente con la progresía europea del momento. Aquellos eran tiempos divertidos en Valencia. Podías encontrar lugares tan alucinantes como el Casablanca, un chalé con dos plantas en el antiguo balneario de Las Arenas. El dato sobre su existencia me lo dio el propio Eduardo (Bort) en la puerta de la sala El Sol en 1983, conduciendo él un descapotable norteamericano, rodeado de varias tías de muy buen ver y con una marcha de aquí te espero”. Lo decía de esta forma tan descarnada (propia del compañero de correrías) Salvador Domínguez, en el amplísimo volumen Los hijos del rock. Los grupos hispanos 1975-1989 (SGAE, 2004).
Han pasado diez años ya desde la publicación de aquellos dos libros con vocación enciclopédica y casi cuarenta desde la edición de su álbum homónimo de debut: Eduardo Bort, publicado en 1975 por Gong Movieplay. Y lo cierto es que la música de Bort, concretada con singular maestría en aquel disco, preserva intactas las mismas cualidades que le hicieron célebre no solo como la mejor muestra de rock progresivo en Valencia, sino también como una de las más representativas en todo el Estado. Miles de jóvenes melómanos con vocación de coolhunters, de los que levitan con la psicodelia vaporosa de Tame Impala, Jacco Gardner o Jonathan Wilson, deberían darse en la actualidad con un canto en los dientes con solo escuchar aquella obra maestra. El punto álgido de un músico que continuó su intermitente trayectoria por vericuetos más cálidos y convencionales con el estimable Silvia (Bambule, 1983), más cercano a lo que por aquel entonces propugnaba Carlos Santana. Entre los nombres con los que ha colaborado, ya sea como partenaire creativo o como productor, figuran Pau Riba, Charly Buffalo, Gualberto, Max Suyer, Denny Laine y Geoff Britton (de los Wings de Paul McCartney) o Fabio Miano.
La ocasión que proponen estos conciertos, además, la pintan calva, porque es precisamente hoy cuando el sello Warner reedita en CD y vinilo el referencial Eduardo Bort , con la versión primera absolutamente idéntica (por la que se dice que se han llegado a pagar en E Bay más de 1.700 dólares por una copia) y otra versión remezclada, masterizada y con el añadido de algunos temas inéditos. Y no puede decirse que la presencia de Bort sobre los escenarios sea precisamente recurrente. Así que lo de esta noche en la sala Clamores de Madrid y el jueves en la sala Black Note de Valencia no deja de revestir el porte de cita con la Historia.
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