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Disfruta la compra, sufre la entrega

En La gran aventura de Pérez, Lifestyle miércoles, 17 de diciembre de 2014

Pérez

Pérez

PERFIL

Si eres un asiduo de las compras on line es muy probable que hayas sufrido la incertidumbre de la entrega en la soledad de tu hogar. ¿Será hoy? ¿Vendrá mañana? ¿Antes de diciembre de 2018? Tranquilo, no eres el único, no es nada personal. No consuela, pero se siente uno menos tonto. ¿A que sí?

Si es que no aprendo. Que yo pensaba que había aprendido, pero no. Me he dejado engatusar otra vez, OTRA VEZ, por los cantos de sirena de las maravillosas ofertas de la Red, cuando había jurado y perjurado un millón de veces que NUNCA MÁS (o en unos meses, hasta que se me pasara el enfado) iba a comprar on line.

Que no es que esté en contra del comercio electrónico, qué va, la Red es una tienda infinita con una infinita oferta de productos estupendos y baratísimos que estimulan mis glándulas consumistas. La Red es MARAVILLOSA.

Lo que me mata es el 1.0, lo de después, la inextricable aventura de recibir el paquete con la compra. Ese momento en el que el pedido virtual tiene que materializarse y ponerse en camino hacia mi casa. Que yo me imagino a millones de oompa loompa revisando los pedidos como en un teletipo, manejando la carretilla hacia la estantería mientras silban, casi contentos. Me los imagino buscando la referencia, haciendo el paquetito con primor, despidiéndolo después un besito al aire. Me imagino un universo de amor y unicornios rosas hasta que mi paquete llega al almacén de la empresa de mensajería.

EL HORROR. Según mi experiencia, estos almacenes deben ser como un agujero negro atravesados por un agujero de gusano, atravesados por una cola de Lidl en sábado por la mañana, en los que nunca sabes si tu paquete va o viene, cuándo llegará, si llegará en condiciones o si cuando vaya un mensajero a entregarlo a la dirección impresa en la etiqueta tú estarás en otra dimensión y no oirás el timbre. Porque esto pasa.

Lo peor de estas situaciones es la indefensión, la soledad, el martillazo en la cabeza de quien se siente estafado y cuando va a quejarse se siente ignorado: la empresa a la que se compra se desentiende porque sus oompa loompa ya han sacado el pedido de su almacén, y la empresa de mensajería no te hace ni caso porque tú no eres su cliente, eres sólo el destinatario. Así, con desdén, el destinatario.

Como en tantas otras situaciones, en este caso somos clientes cautivos, porque es la empresa a la que compramos la que decide con quién contrata el envío, y no tengo claro que hagan mucho caso de las reclamaciones de los damnificados de las empresas de mensajería, a tenor de los foros, plataformas, blogs y quejas a través de las redes sociales. Pero yo me pregunto, ¿qué pasaría si, de verdad, dejáramos de comprar on line a empresas con un servicio de entrega deficiente, eh, qué pasaría?

Y me respondo, que para eso es mi blog: nada.

Una pena.

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