Aprovechando que el Bossanova de los Pixies cumple 30 años quiero reivindicar el disco más infravalorado del periodo clásico de la banda de Boston. Editado el 13 de agosto de 1990 es considerado el primer disco de los Pixies que no fue un revulsivo absoluto y marca el momento en el que se comienza a vislumbrar el fin de la banda.
Si ambas afirmaciones son ciertas, las dos tienen sus peros. Es evidente que este no es un disco revolucionario sónicamente, pero es que los Pixies tampoco fueron nunca un grupo revolucionario, el sonido crudo y ruidista ya estaba allí en Sonic Youth antes que en ellos y la mezcla de distorsión y melodía ya tenía a Hüsker Dü.
Pixies perfeccionaron la fórmula creando la dinámica de fuerte/calmado que también sabría adaptar Nirvana y, sobre todo, pusieron las mejores canciones encima de la mesa. Por eso Doolittle sigue siendo su disco fundamental, porque pocos discos pueden presumir de contener tantas grandes canciones como ese, “Debasser”, “Here Comes Your Man”, “Monkey Gone To Heaven”, “Hey”, “Wave Of Mutilation”, “Gouge Away”…
Es evidente que Doolittle es la gran obra maestra de la banda y por eso su continuación, Bossanova, quedó un poco empequeñecida, pero creo, sinceramente, que el disco está casi a la altura de su predecesor. De primeras, la banda evita hacer una copia y busca una sonoridad distinta, en este caso la influencia del surf en la música y de la ciencia-ficción en las letras servirá para cohesionar el disco más bonito de la banda.
Decía Black Francis que los Pixies tenían dos caras, una rockera y una soñadora, pues bien Bossanova es el disco que más se decanta hacia la segunda, el disco para los soñadores y los fans de Brian Wilson.
Y es que Bossanova es, con mucho, el disco que mejor suena de la banda, el que cuenta con una producción más cuidada y detallada, un disco mucho menos crudo de lo que nos tenían acostumbrados. Es una de las razones por las que muchos lo consideran un resbalón; en 1990, en el mundo alternativo no estaban bien vistos los preciosismos, las cuidadas producciones se veían como una venta al comercialismo, te restaba puntos de autenticidad.
En Bossanova los Pixies buscaron un sonido más amplio, es un disco mucho más Gil Norton que Steve Albini y aquí viene otro de los grandes puntos en contra de Bossanova, ¿qué pasa con Kim Deal?
El problema con Kim Deal
Bossanova ha sido visto como el momento en el que Kim Deal, la carismática bajista de la banda, vio sus alas cortadas creativamente. Nuevamente es cierto, Francis decidió que la banda era suya y suyas iban a ser todas las canciones y las voces principales. No creo que fuera la mejor decisión, siempre me han gustado las canciones que combinaban las voces de los dos, pero también creo que se ha sobrevalorado la influencia de Deal en los primeros discos y escatimado su colaboración en los dos últimos, sobre todo en este.
En Come On Pilgrim, el EP con el que abrían su carrera, Deal solo participaba en la composición de una cuarta parte de “Levitate Me”, en Surfer Rosa, compuso, junto a Francis, y cantó “Gigantic”, evidentemente una de las mejores canciones de la banda, y en Doolittle volvió a colaborar con Francis en escribir y cantar “Silver”.
Es evidente que Bossanova habría ganado con la entrada de “Doe”, o alguna otra, pero no deja de ser una única canción. Pero esa es la clave diferencial si en Bossanova se echa tanto de menos a Deal es porque la bajista creó las Breeders tras Doolittle y sacó el notable Pod apenas tres meses antes de la publicación de Bossanova. Y Pod era un disco notable… y era crudo y estaba producido por Albini y las guitarras crujían…
https://www.youtube.com/watch?v=-eC1MJjxD8Y
Todo eso repercutió en Bossanova, como también repercutió el hecho de que las relaciones estuvieran casi rotas. Después de la gira de Doolittle Francis y Deal apenas se dirigían la palabra, Deal había intentado meter más canciones y Francis, muy en su papel dictador, se había negado. Deal buscaría sacar su creatividad con las Breeders y el trabajo con los Pixies se convirtió en eso, en un trabajo.
Cuando los tres miembros masculinos de la banda se fueron a vivir a Los Ángeles para grabar Bossanova, mientras Deal se quedaba en Inglaterra grabando Pod, parecía que sus días en la banda estaban contados. Se cuenta que Francis llegó a despedirla, pero Deal terminó yendo a California y acabó grabando el disco con la banda.
Y se habla, y mucho, de sus ausencias, pero no se cuenta tanto que su aportación volvió a ser fenomenal. Puede que su voz se oiga menos de lo que nos hubiera gustado pero ¿qué sería de “Velouria” o “Havalina” sin ella? Por no hablar de que sigue tocando el bajo de manera fantástica.
La grabación del disco
La primera canción que se grabó para el disco fue Blown Away, grabada en Berlín, en los estudios Hansa, en una parada durante la gira de presentación de Doolittle. Comenzaba con una letra que ya dejaba claras las obsesiones cósmicas y espaciales de Francis: Now the sun is burning in deepest space, that’s the way things are.
Y la cantaba con una voz mucha más dulce de lo habitual, menos arisca, una voz que recordaba mucho a la de la propia Kim Deal…
Para el resto del disco dejaron su Boston natal y se trasladaron con Gil Norton, el productor de Doolittle, a Los Ángeles, las vibraciones de la ciudad angelina debieron afectar a Francis que comenzó a componer canciones mucho más relajadas y con cierto toque surf.
Fue allí donde los cuatro integrantes se reunirían y comenzarían a grabar el disco. Las sesiones no iban muy bien, tenían que parar todos los días a las seis, porque sufrían las interferencias de una radio pirata. Al final Rick Rubin les habló de los estudios Silverlake Studios de Hollywood y allí completaron el disco.
Puede que en las sesiones no hubiera ni la alegría, ni el sentimiento de camaradería de los tiempos de Surfer Rosa, pero el resultado es sobresaliente. Una de las razones de su consideración como disco “menor” dentro de su discografía canónica —los discos que hicieron antes de su primera separación— es que Bossanova es el disco del que menos canciones han interpretado en directo de su periodo clásico, algo que se puede explicar viendo las tensas relaciones de la banda.
Es normal que cuando se reunieron en 2004 se olvidaran casi por completo de los dos últimos discos, con la excepción de Velouria, y tocaran las canciones de la época feliz de la banda. En aquella reunión, el ambiente era tenso y era mejor no sacar a relucir las rencillas y tirar de los primeros clásicos cuando todavía eran una banda que se soportaba unos a otros.
Pero no deberíamos olvidar que, a pesar de todo esto, Bossanova es el disco favorito de dos miembros fundamentales de la banda, Black Francis y Joey Santiago, algo normal si tenemos en cuenta que este es el disco en el que sus guitarras mejor interactúan.
El disco se abre con una versión instrumental del “Cecilia Ann” de los Surftones, una canción que suena como los Shadows en esterorides. Un arrebatador inicio al que sigue “Rock Music”, una bofetada en toda la cara.
Puede que Bossanova sea el disco más pulido de los Pixies, pero también tiene sus aristas como se demuestra en ésta canción en la que Francis se raspa la garganta como en los mejores momentos de Surfer Rosa. “Velouria” es uno de los grandes clásicos de la banda y la segunda mejor canción de la historia en la que se haya escuchado un theremin.
“Allison” es una de sus canciones más pop, apenas un minuto y 18 segundos, pero Santiago vuelve a poner una guitarra cortante y hasta en este homenaje al gran pianista Mose Allison, Francis mete referencias espaciales como ese momento en el que dice And when the planet hit the sun, I saw the face of Allison. “Is She Weird” comienza sobre el bajo de Deal con Santiago coloreando con su guitarra, hasta que la tensión sube en el estribillo, otro ejemplo de su dinámica suave/alto/ suave.
“Ana” es otra de las maravillas del disco, un homenaje al surf, con un gran trabajo de Santiago, y una letra que es un poema de ocho sencillas frases, cuyas primeras letras forman la palabra “Surfer”. “All Over The World” cierra la primera cara con un gran contraste con la calmada “Ana”, es un tema electrizante, inquietante y ruidoso.
La segunda cara del disco se abría con su particular homenaje a los Talking Heads, “Dig For Fire”, otra de las canciones más inmediatas de su carrera, con Black Francis en modo David Byrne y un estribillo perfecto.
Líricamente, la pieza central del disco es “The Happening”, en la que Francis da rienda suelta a su obsesión por los OVNIs, algo comprensible en alguien cuyos padres le decían haber tenido varios contactos con ellos. Es una canción increíble que comienza con la sección rítmica marcando el ritmo, hasta que entra una guitarra cortante, para luego dar paso a una canción muy distinta, con coros barrocos y dulces guitarras. Es la banda sonora perfecta para un viaje por el desierto hacia el Área 51. Es también un ejemplo perfecto de ese sonido adornado y lleno de detalles del disco.
“Blown Away” es una especie de space rock melódico mientras que en “Hang Wire” vuelve la tormenta de distorsión y melodía de la que eran capaces. “Stormy Weather” es un mantra hecho canción y cuenta con una excelente parte de guitarra de Santiago.
El broche final llega con la canción más bonita que han hecho jamás los Pixies, “Havalina”. Una caricia melódica en la que las voces de Francis y Deal vuelven a empastar como en los mejores tiempos. Una epifanía que suena como si Phil Spector, puesto hasta las cejas, pusiera la banda sonora a una película surf.
De acuerdo, Doolittle era incluso mejor, pero rompamos una lanza (¿una jabalina?) por Bossanova y descubramos un disco que debe mirarse más por méritos propios que por contraste con glorias pasadas. Los Pixies ya se habían ganado su puesto en el Olimpo para el tiempo en el que hicieron Bossanova, pero este disco no hizo nada para bajarles del pedestal. Escuchen y juzguen ustedes mismos.
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