¡Qué escasas suelen ser las obras de ficción de género fantástico en España! Pese a esa circunstancia, cada vez que un filme fantástico o de terror aparece en la cartelera nacional, con impronta española, se transforma en un éxito. Por supuesto, no todas las producciones corren la misma suerte, algunas películas son sonados fracasos de público. Aunque eso no es algo exclusivo del cine de género fantástico. Cabría preguntarnos, entonces, ¿por qué existe una baja producción de este tipo si no suele ser muy caro y se vende bien en otros mercados?
Los Goya de 2018 han sido muy especiales por varios motivos, y uno de ellos ha sido el Goya Honorífico al genial Narciso Ibáñez Serrador, más conocido como Chicho, hijo del actor Narciso Ibáñez Menta, un actor que en su Argentina natal asustaba a los televidentes con sus adaptaciones de los clásicos del terror. Digo que fue especial, no solo por el merecido Goya al padre de La Residencia (1969) y ¿Quién puede matar a un niño? (1976), dos obras maestras del género a nivel mundial, también fue mágico por poder ver sobre el escenario, para homenajear a Chicho, directores de la talla de Jaume Balagueró, Paco Plaza o J. Bayona, como referentes de nuestro cine, escenificando que el género está muy vivo.
Una muestra de la vitalidad del género de terror español es la última película del valenciano Jaume Balagueró, Verónica (2017). En España funcionó muy bien, los Goya se olvidaron un poco de ella, a pesar de sus siete nominaciones y un solo premio por Mejor sonido. El filme no solo fue un éxito en su país de origen sino que se transformó en un fenómenos a nivel mundial gracias a Netflix.
Por su parte, 2018 fue un año plagado de grandes filmes, aunque también ha sido un año para olvidar en cuanto a taquilla En líneas generales, exceptuando la imponente Campeones (Javier Fesser, 2018), los números no han dado. Con todo, algunos directores se han jugado la vida para poder estrenar sus películas, sus apuestas personales, donde han demostrado que con presupuestos pequeños y un buen guion, todo se puede rodar.
Deberíamos nombrar a dos directores, Albert Pintó y Caye Casas, que han arriesgado mucho con Matar a Dios (2018). Llegaban a este filme a la par que el soberbio cortometraje, RIP (2017). Algo extraño realizar casi a la vez su primer largo y el corto, con lo cual comparten algunos elementos, como a su protagonista Itziar Castro. Matar a Dios llegaba a la cartelera nacional con las expectativas muy altas. Los premios la habían acompañado en su periplo hasta lograr un hueco en las salas: Premio del público en el Festival de Sitges, algo que no es para nada moco de pavo, o el Premio a la Mejor dirección y Mejor actriz Itziar Castro, en Buenos Aires Rojo Sangre.
Con esos mimbres Matar a Dios tenía crédito suficiente, aunque llegar desde la autofinanciación y un presupuesto ajustado hizo que muchos se la perdieran, se perdieran un guion sólido, una aventura trufada de humor negro que habla de la hipocresía, de los miedos y de la especie humana. Emilio Gavira, David Pareja, Boris Ruiz y Eduardo Antuña completan un cartel deslumbrante, rodado en 21 días en Terrassa en una única localización.
Si en Matar a Dios el trabajo de los actores era vital para contar la historia de cine fantástico con toques de humor negro, para hablar de En las estrellas (Zoe Berriartúa, 2018) hay que aplaudir al autor su canto de amor al cine, es primero cinéfilo y luego, nos traslada su amor. En las estrellas narra la historia de un director de cine que vive horas muy bajas, pero que no ceja en su pasión, que intenta transmitirle a su hijo. El protagonista quiere rodar, lo necesita, pero todo está en su contra: es alcohólico, parado y su mujer falleció dejándole completamente descolocado. Berriartúa nos mete en un tiovivo de emociones con homenajes a Viaje a la Luna (George Méliès, 1902) o Ladrón de bicicletas (Vittorio de Sica, 1948). Desde la fantasía, cuenta la historia de un padre, interpretado por Luis Callejo, un personaje con el que se empatiza al instante y que quiere rodar una película con su hijo, sin nada en el bolsillo. El sueño de tantos y tantos amantes del cine.
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