Crear lazos de simpatía con quienes te rodean, con quienes trabajas o con quien juegas puede hacer que la vida sea más sencilla, más fácil y más agradable.
Estos días, preparando un taller de cuentos para adultos, me relacioné con el concepto de los lazos de simpatía y que me ha hecho reflexionar sobre mi comportamiento con las personas con las que me relaciono habitualmente.
Anthony Robbins, considerado por algunos la mayor autoridad mundial en cambio y crecimiento personal, con técnicas de PNL y Coaching escribe en uno de sus libros que la capacidad de establecer lazos de simpatía es un arte precioso. Si sientes simpatía por quienes te rodean o con quienes trabajas, todo lo que emprendas será más sencillo, más fácil y más agradable.
Es cierto que confundimos, en ocasiones, empatía con simpatía y cuando empatizamos con alguien lo que hacemos es “sentir en”, ponernos en sus zapatos y tratar de ser esa persona por unos momentos para tratar de comprenderla al máximo dejando de lado nuestras emociones y necesidades. Por el contrario, la simpatía sería algo así como “sentir con”, meternos en el problema del otro y hacerlo nuestro. Todos los psicólogos abogan por aprender a ser empáticos con nuestros congéneres porque es mucho más ecológico y saludable para todos.
De todas formas, la simpatía a pesar de implicarse emocionalmente a nivel psicológico con alguna persona, tiene una vertiente de agradabilidad, de conquista, de comprensión, de compadreo, de tolerancia… que, de alguna manera, otorga a esa persona que vive desde esa vertiente el apelativo de ser simpátic@.
Desde mi punto de vista, ser simpático es comprender los sentimientos de los demás y reaccionar favorablemente ante las vivencias ajenas llegando a compenetrarse con ellas. El carácter de la persona simpática tiene mucho que ver con la extroversión y la apertura personal, con la cordialidad en el trato y la manera de comunicar los sentimientos y desde luego, por un interés por todo lo nuevo y desconocido que lleva a querer saber cosas de la gente haciendo posible así que los demás se manifiesten y se abran.
Para alguien simpático, la sonrisa es la distancia más corta entre las personas y la cordialidad el elemento de unión más estable. Si además desarrollamos la capacidad de interesarnos por lo que importa a los demás y en cualquier momento poder echar una mano habremos conseguido el aprecio de aquellos con los que nos relacionamos de esta manera.
Cada detalle que tengamos en cuenta es una puerta hacia la simpatía y mantener el interés en el otro la seguridad de caer simpático siempre.
Otro tipo de comportamientos o expresiones personales, quizá, no le den la razón a Robbins y no se ganen ningún tipo de apelativo…
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