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“Atrapado en el tiempo”, el eterno retorno de Bill Murray

En Cine y Series miércoles, 22 de febrero de 2023

Sergio Ariza

Sergio Ariza

PERFIL

Cuando uno piensa en películas y directores filosóficos lo hace sobre gente como Ingmar Bergman y El Séptimo Sello, Terrence Malick y El árbol de la vida o, más recientemente, Charlie Kauffman y Synecdoche, New York. Son pensadores serios y profundos, temas insondables sobre la vida y la muerte, nuestra posición en el universo o la soledad existencial. Pero, posiblemente, no haya una película más centrada en la filosofía que una de las comedias más queridas de los años 90, Atrapado en el tiempo, sí la de Bill Murray en el eterno Día de la marmota.

Harold Ramis y Murray entregaron una reflexión filosófica en la que se mezclaba el existencialismo, el eterno retorno de Nietzsche o la moralidad de Kant, en una película con el envoltorio de una comedia romántica que se convirtió, con toda justicia, en una obra de culto.

La historia entre Ramis y Murray venía de lejos, eran amigos desde su juventud, se conocían antes de hacerse famosos, Murray fue el padrino de la primera hija del director, y habían colaborado en varias películas, como El pelotón chiflado o la archifamosa Cazafantasmas. Atrapado en el tiempo sería su sexta, y última, película juntos.

Atrapado en el tiempo

Pero, a pesar de que todo el mundo piense que escribió esta película con Bill Murray en mente, Ramis siempre ha dejado claro que su amigo no fue su primera elección, principalmente, porque durante el rodaje de Cazafantasmas II Murray ya había comenzado a comportarse como un gruñón insoportable, pero tras comprobar como Tom Hanks, su primera opción, no daba el perfil canalla que requería el papel, decidió llamar a regañadientes a Murray, aunque en el rodaje todos sus peores temores se confirmaron: esos que le llevaron a decir Hubo un momento, cuando estábamos haciendo el casting de ‘El día de la marmota’, en que Bill Murray no estaba entre los primeros de mi lista. Estaba cada vez más irritable. Al final de “Cazafantasmas II”, estaba bastante malhumorado. Pensé: ¿Quiero aguantar esto doce semanas? . Su amistad se rompería y dejarían de hablarse hasta poco antes de la muerte de Ramis, cuando ya casi no podía hablar, momento en el que Murray se presentó en su casa, sin previo aviso, con un paquete de donuts y escoltado por la policía local.

Aun así, creo que el resultado mereció la pena, y Atrapado en el tiempo es la película por la que ambos serán recordados. Puede que Ramis no la escribiera para Murray pero, una vez terminada, nadie puede pensar en Phil Connors con un actor diferente, y casi se podría pensar que a mucha gente le cuesta diferenciar entre el actor y el personaje. Ambos malhumorados y gruñones, pero altamente carismáticos y divertidos. Es evidente que el actor también aportó cosas, aunque su estado de ánimo no era el mejor, se estaba divorciando de su primera mujer, y puede que no se tomara muy bien no ser la primera opción de Ramis. El caso es que el rodaje fue un infierno, con los dos amigos discutiendo por todo, y un Murray cabreado por el tono más afable/blandengue del director, queriendo explorar más la contradicción filosófica y existencial entre ese cínico y los optimistas e ingenuos habitantes de Punxsutawney.

No en vano, la idea de la película le vino a Ramis leyendo La Gaya ciencia de Nietzsche, en concreto ese pasaje en el que propone cómo reaccionaríamos si un demonio nos suspirara al oído: Esta vida, tal como la vives ahora y tal como la has vivido, tendrás que vivirla todavía otra vez y aún incontables veces. Y en ella no habrá nada nuevo, sino que cada dolor, cada placer, cada pensamiento, cada suspiro, todo aquello que es indeciblemente pequeño y grande de tu vida, volverá a acontecer para ti, todo en el mismo orden y en la misma sucesión —a la vez, también esta araña y este rayo de luna que aparece entre los árboles, también este instante y yo mismo. El eterno reloj de arena de la existencia se invertirá siempre de nuevo —y también tú con él, que eres una mota de polvo en el polvo.

La idea de ese retorno del filósofo alemán no era tanto que la vida se repite una y otra vez, sino si, llegado el caso de que sucediera, seríamos capaces no solo de estar contentos con lo que hemos vivido, sino de desear hacerlo, de querer vivir nuestra vida una vez más, felices de poder pasar por todos y cada uno de nuestros días. A Phil Connors no se le plantea repetir su vida una y otra vez, sino un solo día de la misma, el 2 de febrero, el Día de la Marmota, atrapado en el tiempo para siempre en ese microcosmos que representa el pueblecito de Punxsutawney (aunque la película se rodó en Woodstock, Illinois).

Atrapado en el tiempo

Connors va pasando por distintos estados de ánimo, sorpresa, aceptación, desesperanza… Cuando primero acepta su situación, cuando los borrachos del pueblo le hablan de las posibilidades que tiene vivir un día eternamente sin consecuencias posteriores, Connors se aprovecha de la situación para su propio beneficio, Dios ha muerto (traducido en soy un Dios, no EL Dios, sino un Dios) y es libre de hacer lo que le plazca y seguir sus instintos, pero al final satisfacer sus propios instintos también le cansa, llega a un vacío existencial del que sale por el amor que siente por Rita Hanson, el personaje de Andie MacDowell, pero cuando transforma ese amor en otra forma de satisfacer sus emociones también fracasa, por lo que tampoco se puede decir que Atrapado en el tiempo sea una comedia romántica al uso, aunque comparte muchos de sus códigos. Tiene que haber algo más profundo para romper el bucle infinito en el que se encuentra.

Es evidente que Ramis no nos enseña los peores momentos de ese eterno purgatorio por el que pasa Phil, la idea inicial del autor era tenerle unos 10.000 años allí atrapado, aunque luego dijo que calculaba que pasa encerrado en ese bucle unos 10 años, realmente nos enseñan treinta y ocho días separados por varias elipsis temporales, aunque hay varios sitios web que lo han calculado, por lo que le llevaría a aprender a tocar así el piano y a hacer esas esculturas de hielo, y han dado una cifra entre 30 y 40 años.

Lo que parece evidente es que en ese tiempo al deprimido Bill seguro que se le pasaron peores cosas por la cabeza que robar algo de dinero y engañar a las bellezas locales. Casi tengo seguro que Ned Ryerson terminó bajo tierra en más de una ocasión (¿Tengo razón o tengo razón? ¿No es verdad?). Pero esa es la película que hubiera hecho otro director y no Atrapado en el tiempo. Ramis desde luego prefiere no contárnoslo, la suya es una historia de redención con base en la filosofía, pero con una gran parte espiritual, no es extraño que muchos líderes religiosos hayan ensalzado la película, que termina con un gran final feliz en el que Bill Connors descubre que el único sentido de la vida está en olvidarse de uno mismo y hacer felices a los que nos rodean.

Seguramente ni Nietzsche, ni Sartre estarían totalmente de acuerdo pero, al fin y al cabo, más allá de sus temas sobre el eterno retorno y el existencialismo, esto es, para bien y para mal, obra de Harold Ramis, un tipo que siempre miró, como los Monty Python, el lado más divertido de la vida: La comedia y la tragedia coexisten. No puede haber una sin la otra. Soy de la opinión de que cualquier cosa puede ser divertida si se ve desde un punto de vista cómico.

Y así resultó Atrapado en el tiempo (o El Día de la marmota) una película que cogía una experiencia en buena parte infernal y lograba conseguir un resultado que elevaba el ánimo de cualquiera que la viera, puede que Bill Connors no terminará transformado en el superhombre Nietzscheano (este nunca se hubiera alegrado de salir del bucle), pero tampoco consiguió un logro menor con ella. Pocas cosas tan reconfortantes como sumergirse en ese 2 de febrero infinito, despertarse con Sonny & Cher cantando “I Got You Babe” y escuchar ese cordial: ¡Arriba excursionistas!

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