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Cine y Series

Atlanta, otra serie de comedia que apunta alto

En Pérdida de series, Cine y Series sábado, 10 de septiembre de 2016

Emilio Doménech

Emilio Doménech

PERFIL

En una de las escenas del segundo episodio de Atlanta, Earn está en comisaría. Junto a él, otros cuantos detenidos esperan sentados; bien para conseguir una celda, bien para que alguien pague sus respectivas fianzas. El único preso que está de pie va ataviado con una bata de hospital y brinca como una avestruz alrededor de la sala de espera. Dos policías se ríen de él.

—¿Está aquí todas las semanas? —pregunta Earn.

—Estaba aquí la última vez que me detuvieron —le responde otro de los prisioneros—. Ese ***** está loco.

El loco va apresuradamente al baño que hay en una sala contigua, llena un vaso de plástico con agua del váter y se lo bebe. La sala responde con una mezcla de asco y cachondeo.

—¿Por qué está aquí todas las semanas? Parece que necesita ayuda —pregunta Earn ante la evidencia de que el showman de la jornada necesita visitar a un especialista.

— Cállate, ***** —le contesta uno de los policías.

Otro de los guardas se acerca al alma de la fiesta.

—¿Cómo va todo, amigo? —le espeta.

Todavía con el agua del váter en la boca, el “loco” escupe lo que le queda directamente sobre el policía y otro guarda acude rápidamente a inmovilizar al preso por la espalda para que su compañero pueda soltarle un porrazo en la cabeza. Suenan las alarmas, le tiran al suelo y entre tres policías lo esposan mientras él grita desconsoladamente. Los demás detenidos, Earn incluido, miran al suelo resignados.

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La escena no tendría mayor relevancia de no ser por la palabra que he preferido esconder entre asteriscos: nigga [en español: negrata]. Todos los que la versan en esta escena de la serie Atlanta son afroamericanos. También lo son Earn y varios de los policías, incluidos el que manda callar a Earn o el que inmoviliza al “loco” por la espalda para que su compañero (blanco) pueda atestarle un golpetazo en la cara.

De un plumazo, la escena pellizca varias controversias: 1) El problemático trato policial a los ciudadanos con problemas psiquiátricos; 2) La resignación de los afroamericanos ante los excesos de la policía; y 3) La complicidad de muchos policías (blancos o afroamericanos) en situaciones tan grotescamente infames.

Son un par de minutos en los que Atlanta demuestra la ambición de su discurso, pero lo mejor de todo es que la serie no juega en estas ligas todo el rato. Muy al contrario —es una comedia.

Atlanta es la nueva serie creada por Donald Glover (apenas un actor secundario en la poblada Community) que ha abierto esta semana en la cadena FX con buenas audiencias y mejor recepción crítica. Hay razones de sobra como para alegrarse de su éxito en ambas lides. El primero, que es un proyecto sin demasiados espejos en los que mirarse —se me ocurre Survivor’s Remorse, pero aquel juega en otra liga porque su protagonista es base en un equipo de la NBA.

Earn es el protagonista. Parece que vive con su novia Vanessa, con la que tiene una hija pequeña, pero el mismo día en el que Atlanta los introduce a ambos, ella tiene una cita con otro hombre y le exige a Earn pagar su parte del alquiler.

En la siguiente escena, Earn aparece en su puesto de trabajo en un aeropuerto. Su tarea consiste en conseguir que los paseantes firmen un contrato para obtener una tarjeta de crédito. Ya en el primer intento por engatusar a un viajero que pasa por su lado, Earn fracasa estrepitosamente.

—¡Que te jodan! —le espetan.

Justo después, ya en la casa de su infancia, su padre le recibe desde el porche porque cree que si le deja entrar, Earn se quedará a dormir.

—No me lo puedo permitir —le dice. Su madre, que está detrás, comparte el desinterés en dejarle pasar.

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Incluso en la escena de la comisaría, Earn tiene que rogarle a su novia que le pague la fianza. Rellena la petición telefónica con un te quiero y unas promesas patéticas que suenan tan fuera de lugar como él, que no pinta nada entre esas cuatro paredes. Porque todavía no lo ha admitido a cámara, pero es evidente que Earn es un loser de primer nivel. No porque estuviera destinado a ello, sino porque es bastante evidente que estaba señalado precisamente para todo lo contrario.

Atlanta gira en torno a ese patetismo y el ascenso a la fama del rapero Paper Boi, el primo de Earn al que el protagonista ve como única opción para salir del atolladero. Es en ese segundo personaje donde cargarán las responsabilidades de los contextos argumental y discursivo de la serie. El estudio del personaje de Earn en su aventura por superar el bache por un lado y el aspecto racial por el otro.

—No me decepciones, tío —le dice el camarero negro de un local de alitas de pollo a Paper Boi.

El cocinero del restaurante y él son seguidores de su música. Tanto, que le recompensan con una salsa exclusiva. Paper Boi abre su cajetín de alitas como el que abre un tesoro, agradecido por la recepción que su nuevo hit ha tenido entre la gente de su barrio.

—Si me decepcionas, no sé lo que voy a hacer —le dice el camarero antes de marcharse hacia la cocina.

Sin pedirlo, Paper Boi es ahora responsable de más voces —y probablemente de más bocas que alimentar si es que su éxito acaba convertido en billetes.

Por ahora, ni Paper Boi ni Donald Glover han decepcionado. Muy al contrario. Así que por el momento, Atlanta va directa a mi calendario para las próximas semanas y será candidata segura a mi lista de lo mejor del año. Porque si decepciona, no sé lo que voy a hacer.

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