Desde mediados de los años setenta se han ido normalizando los motivos esotéricos en la música popular. Los grupos que hoy juegan con lo oculto suelen presentar cuanto menos la envoltura de lo que ya es una moda, y generalmente se queda en eso, en envoltura. Mil veces hemos atado los cojones de San Cucufato y de Google con el fin de recuperar aquel occult rock, para terminar encontrando, no el material que hemos estudiado a lo largo de Move Your Soul, sino agrupaciones peliculeras como Ghost y The Devil’s Blood, cuando no revivals nostálgicos del viejo satanismo psicodélico. (Y no hablemos del heavy metal…) La hiperespecialización de la paleta musical posmoderna ha desarrollado un género entero en torno a aquellos cuatro gatos que se atrevieron a abordar temáticas esotéricas en los primeros tiempos, cuando éramos muy pobres y muy locos.
Por ello, se vuelve una gran responsabilidad recomendar grupos posteriores a la Década Prodigiosa. Si un fenómeno destaca por su autenticidad —o cuanto menos, por su sinceridad estética— es el crowleyanismo, que irrumpió en la música a finales de los setenta y principios de los ochenta.
Aleister Crowley (1875–1947) es probablemente el mago inglés más célebre de todos los tiempos, aunque, como sugiere su deliberado apodo, “La Bestia 666”, probablemente no sea el más edificante. Crowley, a quien la prensa apodó “El hombre más perverso del mundo”, propugnó un credo mágico que denominó Thelema, revelado por su propio ángel guardián, conocido como Aiwass y mensajero, a su vez, del dios egipcio Horus.
La filosofía thelémica la condensan las siguientes máximas, procedentes del Libro de la Ley (Liber AL vel Legis, 1904):
Haz tu voluntad será toda la Ley.
El amor es la ley, el amor bajo la voluntad.
A lo largo de su vida, Crowley fue, en efecto, un especialista en hacer lo que su voluntad le ordenase. Su periodo más rememorado tuvo lugar en la Sicilia en los años veinte, cuando se retiró con un alijo de drogas y consortes a una comunidad que bautizó como Abadía de Thelema, convirtiéndose en uno de los primeros personajes del siglo XX en adoptar el estilo de vida de estrella de rock. La utopía mágico-libertaria de Crowley duró apenas tres años, pues sería expulsado por el gobierno italiano entre acusaciones de haber asesinado a uno de sus adeptos en un ritual que involucraba beber sangre de gato (parece que lo que bebió fue agua de un arroyo en las inmediaciones de la de por sí insalubre Abadía).
El hombre que ya organizaba ritos con mescalina en el Londres de 1910 será inmortalizado en la portada del Sgt. Pepper’s (1967). Pronto despertará la atención de numerosos artistas. Si la espiritualidad contracultural de los sesenta estuvo marcada por el yoga o el tantrismo, la tiniebla de los setenta y los ochenta tempranos se reconocerá en Crowley, que garantizaba mayor liberación de las propias pasiones. Pues, si la magia sexual de Crowley ligaba misticismo y libertinaje, los libertinos del rock sólo tenían el misticismo por ganar.
Graham Bond
Si David Bowie se disfrazaba de Crowley en sesiones de fotos y Jimmy Page compró la casa del mago en el Lago Ness para su uso privado, Graham Bond creía ser algo así como su hijo biológico. El saxofonista, mayormente conocido por su grupo de jazz-blues sesentero The Graham Bond Organisation, desarrolló en la siguiente década de su carrera un interés por lo oculto y su más célebre taumaturgo. Su Organisation se convirtió, con los años, en Graham Bond Initiation.
En la larga nómina de estrellas que se han interesado por La Bestia —que incluye también a Mick Jagger o Sting—, podríamos considerar a Bond el crowleyano más entregado. Delirante, arruinado y con graves problemas con las drogas, fallecería de forma misteriosa bajo las ruedas del metro de Londres en 1974, en lo que algunos creen un suicidio, si bien un mago negro se atribuyó la maldición (John Pope, quien se creía descendiente no de Crowley, sino de Jesucristo, Drácula, Robin Hood y Jack el Destripador). Afortunadamente, antes de su muerte Bond nos dejó un álbum de jazz-rock ocultista como testimonio de sus obsesiones: Holy Magick (1970), que es como los brujos escriben magic.
Current 93
A finales de la “década del yo” ciertos músicos comenzaron a adoptar un ocultismo de corte nihilista, en especial en el mundillo de la música industrial, donde destacan Boyd Rice y los colectivos Throbbing Gristle y Psychic TV. La terroartista Genesis P-Orridge, perteneciente a los dos últimos, crearía una orden mágica con el nombre de Thee Temple ov Psychick Youth, sucesora autoproclamada de la Ordo Templi Orientis que fundara Aleister Crowley. La membresía de esta nueva Orden (hasta donde alcanza nuestro limitado conocimiento, bastante de pantomima) ofrece una fiel imagen de la escena industrial-experimental de la nueva década: Coil, Throbbing Gristle y los que ahora nos interesan, Current 93.
Esta banda londinense, fundada en 1982, es responsable de algunos de los sonidos más terroríficos de su época. Liderados por David Tibet, su marabunta de imaginerías está dominada por un paganismo sentimental, aunque no hacen asco a la mística cristiana, que a veces parece transparentar su opuesto… En 1987 lanzarán un EP titulado Crowleymass, sugiriendo de dónde habían aprendido tal sincretismo.
https://www.youtube.com/watch?v=W_ZtpHb6kAA
Zero Kama
Viajemos ahora a la Europa continental. La mayor concentración de thelemitas la encontramos en un número de agrupaciones de industrial-ambient, sobre todo italianas, que se organizaron en torno al sello Nekrophile Rekords a mediados de los ochenta. Esta disquera publicó joyas como los crowleyanos LAShTAL o los cabalísticos Ain Soph (no confundir con los japoneses), aunque otras bandas del mismo palo, como Thelema, quedaron relegadas a la oscuridad de la autoedición.
El más sui generis de estos lanzamientos pertenece a Zero Kama, un proyecto del fundador del sello, el vienés Michael (hoy Zoe) DeWitt. Apareció en 1984 y se llama The Secret Eye of L.A.Y.L.A.H., acrónimo de una frase de Crowley (Love Alway Yieldeth Love Alway Hardeneth), que también significa “noche” en hebreo. La contraportada mostraba un altar con calaveras y se jactaba de lo siguiente:
Todos los instrumentos que se escucharán en este álbum fueron realizados exclusivamente a partir de huesos y calaveras humanas por la mano de Zero Kama. Nunca han sido utilizados desde el momento de su grabación, que tuvo lugar en el Templo Secreto de Laylah [el apartamento de DeWitt] del 5 al 28 de mayo de 1984 e.v. Remezclado en el Estudio Psiconauta de Viena en noviembre de 1987 e.v., y dedicado al símbolo de Laylah, que significa noche y muerte, así como a su equivalente numérico, Oz, una cabra o fuerza sexual desatada de creación, mostrando así la identidad de las dos fuerzas opuestas básicas en este generoso universo de belleza y fuerza, en el que los Amantes pueden encontrar éxtasis en Pan.
Quien desee entrar en este mundo de oscuridad, en el que mora la Gran Cabra, puede pasar a través del sigilo de Oz ofrecido en la portada frontal. Haz tu voluntad será Toda la ley.
Otra influencia importante en la cosmovisión de DeWitt es el esoterista británico Austin Osman Spare, a quien traduciría al alemán en 1988. Tras este denso álbum de ritual industrial, inició un segundo proyecto crowleyano (The Book of the Law), pero pronto se dio cuenta de que, tras haber grabado un disco íntegramente con huesos humanos (de los que al parecer se deshizo rápidamente), poco le quedaba por hacer en el campo de la música. El ocultismo le depararía aún una breve experiencia con la organización de magos del caos Iluminados de Thanateros. Hoy es artista visual y, por supuesto, de performance.
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