Under songs es el segundo disco de un músico comprometido. Las hermosas canciones de Adrian Levi no buscan sólo hacer el mundo más hermoso, sino también más justo. Le he podido entrevistar en primicia para EL HYPE.
Esta semana se presenta Under songs (Nevada Music, 2016), segundo disco de Adrian Levi, y Hermosos y malditas se abre para él. Aquí caben todo tipo de expresiones culturales, pero sobre todo aquellas que han esquivado la pompa, las loas oficiales, el estridente sonido de la vanidad. Nos interesa la bondad, la inteligencia en los formatos entusiastas, modernos y bien acabados. My hidden pockets (Nevada Records, 2015) fue un disco estupendamente acogido por la crítica no sólo por la honestidad de su autor sino por la riqueza de las melodías, por el comprometido acabado de sus luminosas composiciones.
¿Quién es Adrian Levi?
Adrian Levi es un paso al frente; una manera de pasar de la “crítica de sofá” a involucrarse más en la realidad que me rodea para transformarla en algún punto; una forma emocional de expresar sentimientos y pensamientos a través de la música. Es un proyecto musical pero sobre todo un proyecto social con muchos pilares y capas. Adrian Levi es un alter ego que me permite distanciarme de mi yo habitual y expresar con ese rol compromisos, emociones, y compromisos con esas emociones, a través de canciones que intentan cambiar la realidad que me rodea.
Tanto en My hidden pockets, como en Under songs se produce un fenómeno interesante. Uno imagina su composición como un encierro de uno mismo en la soledad de donde emerge un tipo especial de melodía pero en lugar de emerger relatos auto-explicativos o sentimentalmente auto-referenciados, a la manera de la literatura del yo, surge la preocupación, ígualmente íntima, pero centrada en los otros.
Justamente es así. Esa es la génesis de Adrian Levi y está presente en todo el proceso. Desde el momento íntimo de la composición hasta la exposición de la música en los primeros conciertos, esos instantes ya públicos cuando enlazo con los problemas sociales y políticos que me preocupan, es Adrian Levi quien ha actuado con la realidad sobre la que he querido hablar. Y ahí se produce un proceso curioso. Escuchando esas canciones descubro, más tarde, rincones musicales evocadores, lugares de los que yo no era del todo consciente. Las canciones regresan a mí y son evocadoras en el sentido de que alguien, alguien ya distinto en algún punto a mí, me está contando un problema.
Sí, la textura de tus canciones parece autobiográfica, pero no hablan sobre tu experiencia con los sentimientos humanos más reconocibles: el amor, los recuerdos, la sensación de pérdida o el deseo.
Efectivamente, yo nunca hablo de mis propias experiencias. No hablo de lo que me sucede a mí sino de los sentimientos de los demás, de lo que pasa más allá de las prepocupaciones privadas, de lo que sucede en el mundo. No trata de mí y si hablo en primera persona es porque asumo el rol. Yo soy el actor de algo que he observado antes. Soy el actor de algo que sé que sucede ahí fuera. Construyo historias sobre el amor, el recuerdo, la nostalgia o la pérdida como dices, o en general sobre cuestiones sociales que me afectan pero no porque me hayan sucedido a mí mismo. Pasa con los sentimientos y pasa con las denuncias.
¿Qué denuncias?
Básicamente mis canciones tratan tres tipos de denuncias: económicas, raciales y un tercer grupo relacionado con el uso y abuso de las religiones. Las económicas, en realidad socio-económicas, apuntan a la pobreza, a la miseria pero sobre todo a las fracturas y a los escandalosos niveles de desigualdad. Las raciales van más allá de los prejuicios con otras razas. En Under songs hay un tema, “I’m your crime” relacionado con aquellos en nombre de quien se cometen los crímenes, las Iglesias, por ejemplo
Dices que las canciones sobre problemas raciales van más allá de las expresiones burdas del racismo. ¿Hay algo sobre ello en Under songs?
Sí, ya nadie se reconoce en el discurso del racismo como superioridad de una raza sobre otra (la blanca sobre la negra, por ejemplo), el racismo no se expresa de forma abierta pero continúa presente. Lo está de forma sibilina, retorcida, sofisticada. Crea fracturas frente a otras culturas, frente a los inmigrantes, frente a los otros. “Fragile” está dedicada a mi amigo Moussa Sarr, senegalés. Él me dijo un día que mientras en Europa siguiéramos creyendo el discurso oficial sobre la inmigración, no entenderíamos nada sobre la gente que cruza el mar arriesgando su vida. Me ha hecho ver que a Occidente le interesa el acento en puntos detrás de los que no hay nada real. Lo importante, por ejemplo, de todo ya no es ni siquiera el racismo. Ellos son lo suficientememente fuertes para que si un blanco les mira por encima del hombro no les afecte. Lo que hace verdaderamente daño, el problema real es la fragilidad, la soledad. Eso es lo dramático. Moussa me enseñó que el drama de quien viene de África es la soledad, la fragilidad con la que se sienten después de venir desde tan lejos.
Además de toda la honestidad que se advierte en unas canciones ricas en matices sonoros y acabado formal ¡podrían sonar en cualquier programa de música de la BBC!, tú eres coherente en lo que concierne al recorrido comercial de tus discos.
Sí, uno de los pilares del proyecto, la última capa, por decirlo así, es la coherencia. Aquí siempre me ha preocupado la impostura, que alguien pensara que utilizo un mensaje para conseguir algo. He intentado que todo lo que pueda conseguir se destine a una causa justa. Sólo he querido ayudar. El 80% de los ingresos, tanto de los discos como de las entradas, van destinados a Origines, ONG sobre migración y desarrollo. En el caso de la primera presentación del disco que haremos en Valencia en la sala Deluxe, colaboraremos con MEF2C, una asociación que tiene por objeto la investigación sobre enfermedades raras.
Hermosos: discos de Adrian Levi.
Malditas: nuevas versiones de la injusticia y del racismo.
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