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‘Actos impuros’ y ‘Amado mío’: los ángeles y demonios de Pasolini

En Cultura martes, 5 de noviembre de 2019

Irati Martínez

Irati Martínez

PERFIL

Siento la necesidad de decir algo al lector antes de que comience a leer. Pero ¿qué decirle? Al escribir estas pocas palabras de prefacio me siento más confuso que nunca. He arriesgado mucho al escribir Actos impuros y Amado mío. No sé si los temas, tan escabrosos, de estos dos relatos, resultan lo bastante necesarios y objetivos; supongo incluso que algunos, si yo dijese el nombre del pecado… tal vez no leerían siquiera la primera página del libro.

Con este prefacio, el novelista, poeta, guionista, cineasta y ensayista Pier Paolo Pasolini (Bolonia, 1922 – Ostia, 1975) invitaba con cierto temor al lector a sumergirse en una obra temprana, dividida en dos novelas cortas autobiográficas y precedidas la una de la otra, escritas entre 1945 y 1948, aunque publicadas póstumamente en 1982.

La temática de ambas obras gira en torno al amor de juventud. En este caso, un amor pasional, prohibido y desesperado, adentrándose en los límites de lo poético. Pecaminoso, según el autor, pero inevitable, en el marco histórico de la sociedad italiana de posguerra, altamente influida por las estructuras políticas y religiosas de mitad del siglo XX. Un amor condenado al sufrimiento, aunque transportándolo asimismo a la redención.

Pier Paolo Pasolini

Ambos escritos narran las vidas de Paolo, en Actos impuros y de Desiderio en Amado mío, protagonistas de sus textos, culpables de entregarse a sus deseos más ocultos y expuestos al sufrimiento constante de luchar tanto en contra como en favor de sus propios instintos. Paolo quiere castigarse por sus pecados, mientras que Desiderio afirmará su derecho a hacer el mal, relata Pasolini en el prefacio.

Los sucesos nos transportan a los pequeños pueblos del norte de Italia donde el vecindario, de sobra conocido entre sí, puede resultar más cruel y déspota que cualquier tribunal y donde no hay cabida para la libertad y la expresión del amor entre dos personas del mismo sexo. Aun así los protagonistas se las ingeniarán para enamorase y alcanzar nuevas experiencias que les proporcionarán tanta felicidad y pasión, como dolor y desesperación.

Pier Paolo Pasolini

En Actos impuros, Paolo perseguirá insistentemente la belleza adolescente y angelical de Nisiuti, un joven de un pueblo cercano, quien luchará para no caer en el pecado que representa Paolo para sí mismo. En vano sin embargo, ya que aceptará en incontables ocasiones, y no sin remordimientos, el amor (carnal en gran medida) que aquel le ofrece, sumiéndose en el dolor de sentirse maldecido por ello.

Al mismo tiempo, la persecución de Paolo hacia Nisiuti acabará por ahogarle en la culpa de haber corrompido un alma tan pura como la de su amante, dando por perdida al mismo tiempo la suya propia.

Amado mío, por otro lado, relata la amistad y el amor que, durante la temporada de verano, surge entre Desiderio y Benito —al que el protagonista apodará cariñosamente Iásis—, suscitado por encuentros furtivos en carreteras perdidas y paseos interminables entre los cañaverales. Desde las verbenas en las plazas hasta los baños en el Tagliamento y las excursiones a la playa de Caorle, los amantes contemplarán una pasión oculta e indomable que se irá componiendo a medida que avance la historia.

En este relato, a diferencia del primero, el protagonista estará muy seguro de su condición y no se verá capaz de traicionar sus instintos por nada ni nadie. Se mostrará tal y como su naturaleza le dicta, arriesgándose al mismo tiempo a perderlo todo, sin apenas percibir el rastro de la culpa que encontramos constantemente en Actos impuros. Lucha con un Dios en el que no cree: pero no para redimirse…”, comenta una vez más el escritor.

Pier Paolo Pasolini

Ambos relatos están sobrecargados de una atmósfera de inquietud por el presente y el porvenir que mantiene al lector en constante alerta, aun sin ser la inquietud narrada como tal. Esta se palpa de manera implícita dentro del relato y solo quienes se sumergen en este pueden ser capaces de asumirla.

A través de figuras literarias cuidadas, de un lenguaje exquisitamente bien seleccionado, del uso en ocasiones de expresiones y versos en dialecto friulano, del doble sentido de las conversaciones, de las descripciones de los campos italianos y de los ríos, de las referencias literarias, poéticas y artísticas e incluso a través de figuras religiosas, Pasolini nos introduce de lleno en su mundo, en sus vivencias y recuerdos, buscando tal vez que el lector sea capaz de comprender al autor.

No trata de ocultarnos —como bien dice en el prefacio— lo que es, lo que siente o lo que hace. Se esfuerza copiosamente en abrir nuevos horizontes en un camino que ha sido levemente transitado por otros autores en el pasado y que él desea y considera necesario reabrir, con el fin de ampliar las mentes de su generación y destapar amores que, por mucho que las estructuras sociales hayan insistido en censurar durante siglos, siempre han permanecido al pie del cañón.

Pier Paolo Pasolini

Pero existe en la otra cara de la moneda un terror, también implícito, que le lleva a una a pensar que, a pesar de que el autor refleje en sus personajes su propia homosexualidad, él mismo intuye que nunca será aceptado por la sociedad y esta consciencia provocará un sentimiento desgarrador inevitable tanto para Pasolini como para quien lea su obra.

Quod factum est infectum fieri nequit! (lo que se hace no se puede deshacer). Pero lo sé, mi culpa se agrava por hablar de ello con tanta ligereza (y con el fin de no mostrar del todo mis defectos.) ¿Pero debo decir estos discursos delante de alguien? En todo caso si ese otro fuera yo mismo, al menos le abriría con una llavecita de oro la puerta de mi intimidad, escribió Pasolini en referencia a Actos impuros y Amado mío, con el fin de justificar que todo lo que había arrojado en su texto, escrito estaba, y que gracias a ello alguien, quien quiera que fuera, habría de ser bendecido con sus experiencias, y podría sentirse respaldado adquiriendo de ese modo el valor y los recursos para tomar conciencia, aceptarse y sobre todo amar con libertad.

Pier Paolo Pasolini

En definitiva, Actos impuros y Amado mío son obras dedicadas enteramente a la pasión, al amor, a la juventud y al terror de la aceptación de uno mismo y de las consecuencias a las que ello conduce. Dos regalos que brinda a la literatura con la intención de hacer avanzar a una sociedad que, tanto en aquella época como ahora, necesitaba desesperadamente un cambio radical en cuanto a tolerancia y progreso. Un regalo para los ojos, los oídos y para el corazón de cualquiera que desee experimentar un grado tan elevado de sensibilidad.

Pasolini escribe para todos aquellos que sufren, viven, aman, lloran, pecan y exploran; para los que tienen miedo y para los que no, para el mundo entero y para la soledad; para acabar con las barreras y fronteras, para cruzarlas y borrarlas; para él. Para mí y, por supuesto, para ti.

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