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“Nouvelle vague”, forever

En Cine y Series domingo, 18 de mayo de 2025

Eva Peydró

Eva Peydró

PERFIL

Las mismas pantallas del Festival de Cannes que proyectaron en 2017 la película de Michel Hazanavicius Mal genio (Godard, mon amour), una explosión de colores básicos que nos mostraba a un caricaturizado Jean-Luc Godard durante el rodaje de La Chinoise (1967) y mayo del 68, acogieron el estreno de Nouvelle vague, el sobresaliente homenaje de un estadounidense, Richard Linklater, al director de Al final de la escapada. Escrita por Holly Gent y Vincent Palmo Jr. y adaptada por Laetitia Masson junto a Michèle Pétin, el nuevo biopic del director de Blue Moon, cuenta con un nutrido reparto encabezado por Guillaume Marbeck como Jean-Luc Godard, Zoey Deutch como una magnífica Jean Seberg y Aubry Dullin como Jean-Paul Belmondo.

Foto: Jean-Louis Fernández.

El trabajo encomiable del director de fotografía David Chambille nos ofrece la ilusión de estar espiando en tiempo real la preproducción y el rodaje de la película por la que —a pesar de haber rodado más de treinta—, sería recordada Seberg en su prematuro obituario. En un formato 4:3 y un blanco y negro perfecto, cara a la cámara, los personajes que nutrieron la redacción de Cahiers du Cinéma (y la eclosión de la producción cinematográfica más ubérrima de su momento), van apareciendo con un rótulo que en ocasiones es innecesario por el tremendo parecido con los reales.

La nómina de los participantes es exhaustiva: Raoul Coutard (Matthieu Penchinat), Suzon Faye, François Truffaut (Adrien Rouyard), Pierre Rissient (Benjamin Clery), Claude Chabrol, Eric Rohmer, Jacques Rivette, Robert Bresson, Jean-Pierre Melville, Suzanne Schiffman, Agnès Varda, Jacques Demy, Juliette Gréco, incluso Rossellini, homenajeado en la redacción de Cahiers, de donde se despide llevándose un puñado de canapés y sableando a Godard.

El éxito súbito de Los cuatrocientos golpes en Cannes es el preludio del contrato entre Georges de Beauregard y Godard, para un filme basado en un tratamiento de Truffaut, que aportaría al productor un rol crucial, tras un tortuoso camino. La genialidad no sale gratis, no se puede exigir a quien va a romper todas las reglas conocidas del séptimo arte que sea un funcionario brillante, y el director lo llevará a las últimas consecuencias, para desesperación también de la protagonista de Bonjour, tristesse, desconcertada y decepcionada por no tener un guion, rodar dos horas al día o ser enviada a casa porque Godard no se siente inspirado, o conformarse con tener a su maquilladora como acompañante, porque él la prefiere con la cara lavada.

Junto al equipo que, asombrado y entregado, permanece fiel y proactivo, acompañamos a Godard durante los 20 días que duró el rodaje y atisbamos su última provocación, en la sala de montaje, donde sus inusitadas indicaciones abren una brecha radical en la experiencia de las editoras.

Esta producción francesa, en la que ha colaborado el CNC, es un consistente homenaje al puro espíritu que informó todo un movimiento, aunque la propuesta de Linklater no deje de ser de lo más tradicional en un forma y contenido. No obstante, el resultado es brillante y divertido, plagado de las citas (incluso dentro de las citas) de un Godard pedante y provocador. Encantadora, capaz de hacernos compartir la espontaneidad y los hallazgos que supusieron el primer DOGMA conocido y, también, el arte de hacer de la necesidad virtud, Nouvelle vague es una película revigorizante, que nos reconecta con la pura cinefilia. Nouvelle vague es un recordatorio necesario, que sin impostación nos incluye en un universo compartido, mágico, fundacional.

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