fbpx

“Il trionfo dell’onore” de Alessandro Scarlatti: importante rescate en La Fenice

En Música jueves, 27 de marzo de 2025

Gian Giacomo Stiffoni

Gian Giacomo Stiffoni

PERFIL

Resulta sorprendente que los teatros italianos hayan pasado por alto el tricentenario de la muerte de Alessandro Scarlatti (1660-1725), una de las figuras fundamentales de la ópera del siglo XVIII. Su legado en la ópera seria influyó decisivamente en compositores como Händel, los napolitanos Leonardo Vinci y Leonardo Leo, así como en el veneciano Antonio Vivaldi. Sin embargo, mientras la efeméride ha sido ignorada en la mayoría de los escenarios, el Teatro La Fenice ha asumido la responsabilidad de conmemorar al maestro con una nueva producción de Il trionfo dell’onore en el Teatro Malibran.

Scarlatti

Un momento de la última escena de Il trionfo dell’onore. © Michele Crosera.

Compuesta en 1718 y estrenada en el Teatro dei Fiorentini de Nápoles, Il trionfo dell’onore representa una rareza en la producción de Scarlatti, eminentemente centrada en la ópera seria. Se trata de su única ópera cómica, una comedia en tres actos con una dramaturgia ágil y vibrante. La trama presenta un animado juego de parejas con ocho personajes en constante movimiento, diálogos incisivos y una rica combinación de arias solistas, dúos y elaboradas piezas de conjunto. Entre los momentos más destacados de la partitura, sobresale el bellísimo cuarteto “Bella, taci”, que cierra el segundo acto y que será modélico para la primera ópera cómica napolitana del siglo XVIII.

Scarlatti

Giuseppina Bridelli y Tommaso Barea en el segundo acto de Il trionfo dell’onore. © Michele Crosera.

El libreto de Francesco Antonio Tullio, dotado de gran fluidez y brillantez textual, construye un engranaje dramático eficaz que anticipa algunos rasgos del teatro musical, como ducho napolitano, pero también veneciano posterior. La historia retoma el mito de Don Giovanni, pero con un desenlace moralizante: el protagonista, Riccardo, se arrepiente y renuncia a su vida disoluta. A diferencia del arquetipo mozartiano, la trama prescinde del castigo sobrenatural y culmina en una reconciliación general. Se consolidan así dos parejas serias –Riccardo y Leonora, Doralice y Erminio– junto a otras dos parejas cómicas –el capitán Rodimarte y la sirvienta Rosina, además de los ancianos Flaminio y Cornelia–, reflejando un equilibrio estructural característico del género.

Scarlatti

Francesca Lombardi Mazzulli y Rosa Bove en el primer acto de Il trionfo dell’onore. © Michele Crosera.

El montaje de La Fenice, dirigido por Stefano Vizioli, optó por una puesta en escena que fusiona tradición y modernidad. Lejos de minimalismos excesivos, el director recurrió a trajes, bastidores, telones y escenografías diseñadas por el artista pop Ugo Nespolo, quien aportó al argumento una dimensión contemporánea con un cromatismo vibrante pero nunca excesiva o inadecuada al entramado decimoctavo. La acción transcurre en un escenario dominado por el color, con dos grandes ventanas laterales y siluetas de tejados que enmarcan un corral habitado no solo por los personajes humanos, sino también por dibujos de animales –ocas, gallinas, pavos reales y cisnes– que refuerzan el tono burlesco de la obra dejando libres los intérpretes a una actuación nunca excesiva, aunque a momentos poco refinada.

Scarlatti

Un momento del segundo acto de Il trionfo dell’onore. © Michele Crosera.

Uno de los grandes aciertos de la producción fue sin duda la recuperación integral de la partitura, evitando los cortes que durante mucho tiempo habían reducido esta comedia musical a una simple operita breve. Al frente de la dirección musical, Enrico Onofri ofreció una lectura vibrante y matizada, destacándose desde la misma obertura tripartita por su flexibilidad en el fraseo y su riqueza dinámica.

El reparto brilló en su conjunto realizando a la perfección también lo que era habitual en la época de confiar a personajes femeninos a voces masculinas, con un calado cómico, y voces femeninas a personajes masculinos con rasgos juveniles. Giulia Bolcato (Riccardo) exhibió una voz clara y brillante, mientras que Francesca Lombardi Mazzulli aportó dramatismo y mordacidad al papel de Doralice. Como Leonora, Rosa Bove destacó tanto en los pasajes de gran intensidad como en los más líricos y melancólicos. En el apartado cómico, Giuseppina Bridelli (Rosina) se mostró desenfadada y expresiva y sin duda la mejor del reparto, mientras que el bajo-barítono Tommaso Barea (Rodimarte) aportó calidez vocal y carisma escénico. Entre los tenores, Dave Monaco interpretó a un Flaminio sobrio y elegante, y Luca Cervoni encarnó una Cornelia hilarante, evocando a figuras del cabaré contemporáneo como Drusilla Foer. La única nota discordante fue la actuación del contratenor Raffaele Pe (Erminio), cuyo timbre de contratenor resultó algo árido y carente de flexibilidad teniendo que interpretar el papel que en el estreno napolitano era interpretado por una voz de castrado. Al final de la velada la producción fue saludada con un éxito cordial pero sin excesivos entusiasmos.

Suscríbete a nuestra newsletter

* indicates required

Compartir:

Alessandro ScarlattiDave MonacoEnrico OnofriFrancesca Lombardi MazzulliFrancesco Antonio TullioGiulia BolcatoGiuseppina BridelliIl trionfo dell’onoreItaliaLuca CervoniNápolesÓperaRaffaele PeRosa BoveStefano VizioliTeatro dei FiorentiniTeatro la FeniceTeatro MalibranTommaso BareaUgo Nespolo

Artículos relacionados

Comentar

Debes ser registrado para dejar un comentario.

Sin comentarios

Nadie ha publicado ningún comentario aún. ¡Se tú la primera persona!