El primer largometraje de la ilustradora y animadora María Trénor es una joya de artesanía que se sumerge en las sinuosas curvas de la psicodelia, de los viajes lisérgicos y del rock progresivo y experimental del álbum Rock Bottom, de Robert Wyatt, publicado en 1974. Tras haber concursado en el festival de cine de animación de Annency, pasado por San Sebastián y recibido el Premio Días de Cine, Rock Bottom opta al premio Goya a la mejor película de animación, cuya gala se celebrará el 8 de febrero en Granada.
Curiosamente, su primer cortometraje ¿Con qué la lavaré? También lleva el mismo título que una obra musical y está ambientado en la España los años 70. Este debut le valió el premio Teddy de la Berlinale y un vuelo directo al Festival de Sundance. Desde entonces, ha seguido explorando la animación con un estilo muy personal, jugando con la experimentación y la fusión de animación e imagen real, como en Exlibris un peculiar cortometraje realizado con la técnica stop motion que también estuvo nominado al Goya como mejor cortometraje de animación.
El estilo de María Trénor es minucioso, lleno de detalles y referencias artísticas. Maneja imágenes estimulantes que juegan con la percepción e invitan a la sugestión. A lo largo de su trayectoria ha tratado temas tan diferentes como la prostitución y el travestismo, la violencia de género, la especulación urbanística, el deterioro del medio ambiente o la pasión por la literatura. Y nunca renuncia al sentido del humor.
Hemos hablado con ella sobre Rock Bottom, un viaje a la época hippie que transcurre entre Nueva York y Mallorca y que está inspirado en las vivencias del compositor y cantante Robert Wyatt. La película es un homenaje al álbum del mismo nombre y uno de los retos de la narración fue adaptarla al orden en el que las canciones aparecen en el disco original.
ARIADNA GONZÁLEZ: Cuando salió a la luz el álbum Rock Bottom tú eras una niña pequeña. ¿Cuál es tu vinculación con la música de esa época y de dónde nace la fascinación por retratar a la generación de la psicodelia?
MARÍA TRÉNOR: Estoy convencida de que casi cada creador vuelve a su infancia, lo primero que te impacta en el mundo es lo que te encuentras cuando eres pequeño: imágenes, música. Es lo primero que recibes en tu vida y creo que eso te impacta para siempre. La psicodelia es una estética que a un niño le puede llamar especialmente la atención: todos esos colores y formas orgánicas, la música… Toda la estética de esa época es especialmente impactante para una niña.
Rock Bottom es una película muy sensorial. El resultado es una completa inmersión visual y sonora. ¿Cómo fue el proceso de idear las imágenes que acompañarían a cada canción del álbum?
El álbum no es nada fácil de escuchar, la primera vez te quedas como: ¿Qué acabo de escuchar? ¿Qué es esto tan extraño?. Es una fascinación doble porque es una pieza muy difícil y al mismo tiempo tienes la sensación estar descubriendo algo. Esa dificultad es lo que me impulsó a querer representarlo con imágenes, nunca había escuchado una música igual, es un álbum completamente inclasificable. Tiene texturas, partes muy abstractas, partes muy surrealistas, partes con muchísimo sentido del humor, partes tristes. Es muy difícil de describir, como la poesía. Eso te abre más posibilidades de representación, te da mucha libertad. Además de que las letras también te pueden guiar bastante, son muy poéticas y muy locas en realidad. Te guían y te dan libertad al mismo tiempo, tienen esa doble función muy ambigua.
Hay varios pasajes lisérgicos que además se funden con un determinado estado emocional, ¿cómo abordaste ese aspecto de la creación?
A través del recurso expresivo del color, que describe mucho el estado de ánimo de los personajes: si están colocados, si están sobrios, si están con el bajón. Toda la paleta de colores trata de acompañar el estado de ánimo de los personajes que viene directamente de la música, se trata de trasladar los estímulos sonoros a imágenes. Por otro lado, está el paisaje de la Tramontana de Mallorca, que es otro personaje más y es perfecto para representar ese cambio de ánimo. Está el verano, cuando ellos están high con las drogas y todo es estupendo y maravilloso: el sol, el mar los pájaros, los niños cantando. Luego viene el invierno con sus tormentas, viento, cielos grises. Mallorca se convierte en lo menos paradisiaco y acogedor que te puedas imaginar.
Las imágenes con la que trabajas son altamente detallistas: los tejidos, las texturas de las paredes, los diseños geométricos del suelo, los objetos de decoración. Cada cuadro de la película es una obra de orfebrería. ¿Qué trabajo de animación hay detrás de estos resultados?
En Rock Bottom ha sido muy importante representar esa época fielmente y con rigor en los detalles de todos los objetos. Está todo muy pensado. Hay espectadores que habrán vivido su juventud en esa época y si les eres infiel en alguno de los objetos, ese mundo se desmonta. Hemos trabajado sobre todo con artistas ilustradores (que pintan con óleo, acuarela, etc.) Muchos de ellos no habían hecho animación nunca, fue muy interesante trabajar con ellos. Ese trabajo de detallismo fue más de los artistas que realizaron los fondos que de los animadores. Y funcionamos muy bien con ellos. Los animadores tienden a sinterizar los personajes porque están más atados por la técnica.
La película aclara que está inspirada en personajes y vivencias reales pero que algunas situaciones están ficcionadas. También sabemos que la película contó desde el primer momento con el beneplácito de Robert Wyattt. ¿Qué relación tiene la narración con sus biografías?
Por un lado, la mayor parte sí que está ficcionada, pero trata de representar esa época con total fidelidad. Es una ficción pero con el intento del mayor rigor histórico para representar una época sin ser una biopic y sin ser una historia real. Por ejemplo, Robert Wyatt sí sufrió una caída que lo dejó en silla de ruedas. Pero en la vida real Alfreda Benge no es cineasta, es ilustradora. Ha hecho muchas de las portadas de Robert Wyatt y ha trabajado en el cine, pero como ayudante de montaje. La película es una excusa para representar una generación de artistas noreuropeos que vinieron a las costas europeas a buscar la libertad y a vivir la época hippy.
Has comentado anteriormente que en Rock Bottom hay referencias a diferentes artistas como el pintor Mati Klarwein, el cineasta experimental José Val del Omar, la directora y productora Shirley Clarke o el artista y creador cinematográfico Jan Švankmajer. ¿Cómo han influido todos ellos en tus elecciones estéticas y cinematográficas?
Hacer que la protagonista femenina fuera una cineasta experimental ha sido una excusa estupenda para rendir un homenaje a todos estos artistas que a mí me gustan especialmente. Al ser una película de autora no hemos tenido ningún problema en utilizar diferentes niveles de representación gráfica. Hay diferentes estilos de animación dependiendo del momento de la narración. Su vida real está hecha con la técnica de la rotoscopia, la parte bajo los efectos de las drogas se ha hecho con otro tipo de animación mucho más gestual y las películas de ella están hechas con otro tipo de animación. Ha sido la excusa perfecta para hacer homenajes a cineastas experimentales que a mí me encantan, soy superfan de Jan Švankmajer.
¿Cuánto tiene de experimental Rock Bottom?
La mayoría de películas están ya pensadas desde el principio, tienen todo organizado en el storyboard. Esta película tiene un porcentaje bastante elevado de experimental. Sabíamos que habría un porcentaje abierto para que fuera acorde al carácter experimental del álbum musical y que improvisaríamos conforme fuéramos viendo cómo iba la película. Es una gozada cuando haces un proyecto experimental. Al principio te cuesta y sufres, cuesta arrancar, es prueba error, te desesperas, te quedas atascada, pero una vez te desatascas, es la cosa más maravillosa del mundo. Y el proyecto ya te lleva solo.
¿Tenías algún tipo de público en mente mientras hacías la película?
Creo que si haces una película de autora tiene que serlo con todas sus consecuencias y que no te encuentres a mitad entre lo comercial y lo autoral queriendo agradar a todo el mundo. El principal grupo que me importaba eran los fans de Robert Wyatt, que vieran ilustrado con imágenes el álbum que ellos aman. No deja de ser una interpretación visual totalmente libre de una música. Y la verdad es que la respuesta de sus fans ha sido estupenda, sí que me interesaba un montón ser fiel a ese público, gente que ha vivido la etapa hippie en su juventud. Ha sido muy emocionante ver a gente llorar viendo la película. Pero me ha sorprendido que haya gustado a gente joven también.
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