Antón Álvarez –alias C. Tangana en su faceta musical, anteriormente Crema, El Madrileño, otras veces, y Pucho en las distancias cortas– ha debutado en la dirección cinematográfica con una película híbrida que transita los derroteros del documental, el videoclip y tal vez roce los límites de la docuficción para hablar de música, amor y tragedia con el más genuino sentido del humor y de la seriedad de la mano de sus protagonistas.
La guitarra flamenca de Yerai Cortés, que se estrena en cines el 20 de diciembre, inauguró la sección “New Directors” del 72 Festival de San Sebastián y se llevó una mención del jurado. No es la primera vez que el polifacético creador de los mil nombres pisa el Festival de Donosti, el año pasado se pudo ver Esta ambición desmedida, documental que narra las vicisitudes de la macrogira de su disco El Madrileño.
En la introducción de la película, Antón nos cuenta cómo aconteció el flechazo musical que le ha llevado a colaborar con Yerai Cortés, quien ha participado en la gira de C. Tangana Sin cantar ni afinar. El guitarrista y compositor flamenco, que aún no ha cumplido treinta años, está considerado una de las figuras más interesantes y prominentes del flamenco moderno, tanto por su faceta renovadora y vanguardista como por su profundo conocimiento de la tradición. Él nos explica cómo va encontrando su camino entre esas dos aguas y fraguando su identidad musical, lo que es sentirse dividido entre la fidelidad al purismo y la apertura al mestizaje artístico. Pero ése no es el eje vertebrador del documental. La música es una circunstancia que emana de la existencia, el arte es una manera de sublimar los pesares de la vida.
Yerai Cortés quiere contarnos su historia familiar, la de un dolor que lleva dentro. Antón Álvarez va desenvolviendo esa pena con entrevistas íntimas, con escenas de vida cotidiana, con confidencias robadas y con puestas en escena musicales que conversan con el arte teatral y la videocreación. El propio Antón declara que su película es una respuesta al Saura que retrató el flamenco para la gran pantalla de esa manera tan expresiva y libérrima. Queda patente que Pucho tiene una habilidad especial, por desenfada o simple que parezca, para entrar en la distancia familiar de los protagonistas y dejar fluir retratos genuinos. Los padres de Yerai, cada uno en su estilo, representan esa manera que hay de mostrarse a sí mismo con desenvoltura y con humor sin que las cosas graves de la vida pierdan su sentido.
Al discurrir de este sendero personal se le suman varias actuaciones musicales memorables con cantaoras y bailaores de primera línea y anónimos de raigambre. Desde piezas teatralizadas con simbolismo conceptual a la explosión de una algarabía campera, pasando por la sencillez de una plaza de barrio, la sobriedad minimalista de un cuarto de grabación y su enjambre de cables o la delicadeza de un paisaje de primavera en el que Yerai interpreta junto a La Tania la preciosa Los Almendros, expresamente creada para la película. Y es que detrás de ella está la productora Litttle Spain, con amplia experiencia en vídeos musicales, cuyos socios Santos Bacana, Cristina Trenas y Rogelio González firmaron a tres manos la dirección del documental sobre C. Tangana en 2023.
La guitarra flamenca de Yerai Cortés celebra la chispa de la creación, el “cómo podemos hacer cosas hermosas a través de la tragedia” y el cómo se pueden contar las cosas riéndonos con la vida. En el poso subyace esa apuesta del artista madrileño por mezclar. Mezclar la innovación escénica con el calor humano de la sobremesa, el control estético con la espontaneidad, la ambición y la habilidad de no tomarse demasiado en serio. Le ha salido a la primera un ejemplo exquisito de cómo contar una historia íntima con cariño y naturalidad junto al arte de la música. Antón Álvarez demuestra una vez más que tiene agudeza para el ensamblaje de la riqueza humana de la que se rodea.
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