Manuel de la Fuente (Valencia, 1976) es responsable del Aula de Cine de la Universitat de València y del ciclo Músicas Urbanas de la propia universidad. Dos iniciativas que se funden en una, aunque mantengan su autonomía. De la Fuente es periodista de formación: trabajó durante años en la cadena SER, colaboró con el diario El País, es uno de los mayores especialistas hispanos en el rockero Frank Zappa (sobre quien ha escrito varios libros) y sigue encargándose de la programación del cineclub de los Cines Babel. Hablamos con él sobre la programación cultural de la entidad pública.
Quería consultarte sobre la programación de músicas urbanas: ¿alude a lo que se entiende ahora por géneros urbanos (trap, hip hop) o hace referencia a un concepto más amplio? Por lo que veo de la programación llevada a cabo hasta ahora (Dorian Wood, Tórtel, Pau Alabajos), entiendo que es más bien lo segundo, ¿no?
El ciclo de Músicas Urbanas nació en septiembre de 2021 y se centra en una serie de actividades, como la celebración de un concierto mensual o la presentación de libros musicales. La Universidad de Valencia cuenta desde 1985 con el Aula de Música, dedicada a la música clásica y coral, con actividades de referencia como el festival Serenates, y se echaba en falta esa línea de trabajo, un área específica con una programación permanente. Se trata de recuperar la labor que había llevado a cabo el Colegio Mayor Luis Vives hasta su cierre en 2012, ya que la programación de la universidad se había quedado huérfana en esta parcela. A la hora de bautizar el ciclo, nos inclinamos por el nombre “Músicas urbanas” porque es una etiqueta que remite inmediatamente a las culturas del rock, desde su nacimiento como fenómeno juvenil en la década de 1950 hasta géneros más recientes como los que mencionas. De haber planteado la iniciativa hace diez años, habríamos recurrido a la palabra “rock”, pero hoy resulta problemática para designar un ciclo de conciertos: el público más joven identifica el rock con un género concreto que, como el jazz, no le representa como grupo generacional. El rock sigue ahí y siempre seguirá, pero los jóvenes de ahora no se sienten, en su mayoría, reconocidos en él, ya que han encontrado su voz en otros sonidos distintos a los de las generaciones anteriores, como siempre ha pasado. En definitiva, además de identificar el ciclo, la etiqueta “Músicas urbanas” nos permite una amplia ductilidad en la programación, porque también programamos rock y hemos organizado actuaciones tanto estrictamente de los géneros urbanos como de propuestas diferentes. Y bueno, aunque es necesario catalogar, la música, como toda disciplina artística, se escapa siempre a la reducción a compartimentos aislados.
¿Los conciertos se celebran en la capilla de La Nau?
Llevamos hasta la fecha una treintena de conciertos. Hemos optado por un formato reducido y con poca amplificación, y por eso la mayor parte se ha llevado a cabo en la Capilla de la Sapiencia. Es un espacio abierto al público general, con entrada gratuita o a un precio testimonial (de unos dos euros) y situado en el centro de la ciudad, en el interior del La Nau. Además, posee una acústica excelente y quienes han pasado por el ciclo han terminado encantados. Todos los músicos nos lo comentan nada más concluir la prueba de sonido y el público también disfruta mucho de la experiencia, ya que nos lo hace saber por múltiples vías. Además, disponemos de un espacio privilegiado, también en La Nau: el claustro que reservamos para ciertas ocasiones idóneas, actuaciones en primavera y verano en un recinto amplio y sin techado. Ahí hemos celebrado conciertos de artistas y formaciones como Dorian Wood, Ximo Tébar, Tórtel o Spanish Brass. Con todo, el objetivo es abrir los espacios de los distintos campus (Blasco Ibáñez, Burjassot y Tarongers), lo que nos permite realizar, por otro lado, conciertos a mayor volumen. Así, en la Sala Darwin de la Facultad de Farmacia hemos contado con artistas como Soledad Vélez o Luna Valle. Buscamos, por lo tanto, la adecuación de la propuesta a su espacio y a un público variado.
¿Va a seguir esa programación musical por la misma senda?
La próxima cita será Lia Sampai, que presentará en La Nau su nuevo disco, Un Delta fràgil. Será el viernes 26 de abril. Entre las diferentes actuaciones que organizamos en la capilla, nos gusta mucho la línea de cantautores con aires mediterráneos. Hemos traído a varios artistas de este estilo (como Ona Nua y Doudou Nganga, Alba Asensi, Eixa o Clara Andrés, entre otros) y siempre se crea una atmósfera especial. La música de Lia Sampai es muy sugerente, ha colaborado con Miquel Gil y Mireia Vives, lleva semanas preparando este concierto con su guitarrista Adrià Pagés y estamos seguros de que le encantará al público. Al mes siguiente, el 24 de mayo y nuevamente en la capilla, tendremos a Versonautas, la formación de Ana Sanahuja y Roqui Albero, que conjuga música, poesía y teatro, galardonada el año pasado en los Premios de las Artes Escénicas Valencianas. Son capaces de sumergir a los asistentes desde el principio en su universo fascinante. Ambos conciertos, que recomiendo vivamente, son gratuitos. Además, al ser unas actuaciones que duran alrededor de una hora, la gente se va siempre con un excelente sabor de boca, con la sensación de haber degustado un bocado exquisito. Quienes se acercan por primera vez siempre repiten.
Queremos explorar diversos formatos. Por ejemplo, en febrero tuvimos a Pablo Carbonell, que ofreció una charla-recital que hizo las delicias del público. En cualquier caso, vamos a profundizar en la línea que comentaba, conciertos en La Nau y en los campus, ya que nos dirigimos tanto al público general como al conjunto de estudiantes y personal de la universidad.
Sobre el Festival Activa Música, dirigido a la comunidad universitaria: ¿quién decide los ganadores y cuál es el premio, al margen de la posibilidad de actuar en directo?
La Universidad de Valencia es una institución académica que, como tal, ha de tener presente su labor de transferencia de conocimiento a la sociedad y su vocación de atender a la comunidad que la conforma. El Festival Activa Música, que llega este otoño a su cuarta edición, nace de esa doble voluntad. Se trata de un concurso abierto a estudiantes y personal de la Universidad de Valencia para que presenten sus propuestas musicales, clásicas y de cualquier género, como solistas o en grupo. Por ejemplo, si un alumno o trabajador de la Universidad tiene un grupo, puede presentarse. El fallo corre a cargo de una comisión evaluadora del Vicerrectorado de Cultura, que cuenta con un representante de los estudiantes. Se seleccionan las diez propuestas ganadoras y se entrega un premio de 500 euros a cada una. Acto seguido se organiza una velada en La Nau, para que los artistas y grupos den a conocer su trabajo con la interpretación de dos o tres canciones. En las tres primeras ediciones hemos tenido propuestas de todo tipo, y ese pequeño maratón de actuaciones ha contado con aforo completo. Es una actividad encaminada a ese propósito de involucrar a la comunidad universitaria y lanzar a los grupos nuevos, ofrecerles un espacio para la presentación en directo de sus obras.
¿Nos puedes anunciar algunos títulos de los que integrarán Nits de Cinema este verano, bajo el título de Sea, Sex and Sun? ¿Serán películas nacionales e internacionales?
El Aula de Cine cumplirá cuarenta años en 2025. A lo largo de este tiempo, son múltiples las iniciativas que han puesto en marcha los sucesivos responsables, y vamos a seguir en esa línea, con una estructura autónoma y la intención de incorporar nuevos proyectos y establecer colaboraciones con el resto de aulas (cómic, artes escénicas, poesía, etc.), en consonancia con la política cultural de la Universidad. Esta convergencia resulta muy fructífera, y lo sé por experiencia propia, dado que mi trabajo en docencia, investigación y dinamización cultural durante más de veinte años se ha centrado en el cine y la música popular. Entre estas iniciativas tenemos, por ejemplo, Nits de Cinema, un ciclo que empezó en 2008 a cargo de la asociación L’Atalante, en cuya fundación y desarrollo han venido participando alumnos míos, y con la que he colaborado a lo largo de los años. En su primera edición, Nits de Cinema estuvo dedicado a películas sobre el periodo estival. A la hora de diseñar con Adela Cortijo (la directora del Servicio de Cultura de la Universidad) el programa de este año, pensamos retomar aquella idea a modo de guiño y reconocimiento.
Se compondrá de películas diferentes, films contemporáneos de diversos países, y lo hemos titulado como la canción de Serge Gainsbourg: Sea, Sex and Sun. El verano en el cine. Se celebrará en el claustro de La Nau durante la segunda semana de julio. Serán obras de cineastas como Spike Lee, François Ozon o Éric Rohmer, con presentaciones de académicos y críticos cinematográficos. La primera será Tiburón, el largometraje de Steven Spielberg que el año próximo conmemorará el cincuentenario. La experiencia promete: ver en el claustro una película estupenda, que definió el cine comercial contemporáneo y ofrece numerosas lecturas para su análisis.
Sobre los Cursos de formación PECA: ¿a qué perfil de alumnado están dirigidos y cuáles son sus principales objetivos?
El PECA (Plan de Formación Continua en Cine y Audiovisual) son unos cursos dirigidos tanto a profesionales en activo como a estudiantes y público general. Tienen una duración de 30 horas y son de carácter teórico y práctico: cada uno cuenta con unas sesiones teóricas impartidas por un profesor de la UV y con clases prácticas a cargo de un profesional del sector audiovisual. Se iniciaron el año pasado con tres cursos y este año ofertamos ocho. Los cuatro primeros se imparten en mayo (alguno se extiende hasta julio): hay dos cursos sobre audio (de producción de audio para medios audiovisuales y sobre radio y podcast) y los restantes, sobre la escritura de guiones de comedia y sobre búsqueda y gestión de fondos para realizar una película. Estos ya se encuentran con la matrícula abierta, a un precio de 30 euros. En breve saldrá la matrícula de los cuatro restantes sobre cine documental, guión de late night, ficción sonora y edición audiovisual. Son cursos oficiales certificados por el Ministerio.
La formación en cine y audiovisual es uno de los objetivos prioritarios del Aula de Cine. La Universidad de Valencia es pionera en estudios de la imagen, iniciados en los años ochenta y después articulados en titulaciones como Comunicación Audiovisual o Historia del Arte. Al componerse de clases teóricas y prácticas, los cursos garantizan una formación completa, porque no se entiende la práctica sin teoría y la teoría se complementa con el ejercicio profesional. Vivimos desde hace tiempo en nuestra sociedad un desinterés por la teoría y las humanidades, como ya denunció Nuccio Ordine. Así, vemos que el creciente interés por el audiovisual, por las series y los contenidos en redes sociales, suele ir acompañado de un progresivo desconocimiento (cuando no desprecio) por el cine. Eso es un error. Las series son un formato estupendo y hay tiktokers muy buenos, pero esa reivindicación no se puede hacer a base de negar la gramática audiovisual, que es la cinematográfica.
Es un fenómeno similar al literario, porque se publican muchas novelas de autores que desconocen a los clásicos. Ya lo decía Borges, Que otros se jacten de las páginas que han escrito; a mí me enorgullecen las que he leído. ¿Cómo se puede escribir ficción sin conocer al dedillo la obra de Cervantes y Shakespeare? Se podrán publicar novelas así, pero no son de escritores sino de escribidores. Lo mismo sucede con las obras audiovisuales. Nadie será un buen creador, tiktoker, showrunner o cineasta, si no se ha impregnado de las películas de John Ford. Hay que conocer la base del audiovisual, que es el lenguaje cinematográfico, sus normas semánticas y sintácticas. Esa es una obligación de la universidad: no sucumbir a las modas que celebran la ignorancia, y promover la curiosidad y el conocimiento en el conjunto de su oferta formativa.
Sobre el ciclo “Cine e Inteligencia Artificial”: ¿puedes avanzarnos alguno de los títulos? ¿Por qué habéis primado esta temática, o dicho de otro modo: ¿crees que la AI es una de las mayores preocupaciones ahora mismo para el tejido creativo, y más concretamente, cinematográfico? ¿O es una ventana de oportunidades para rediseñar la creación?
Dentro de la línea de programar actividades en los campus, en las próximas semanas vamos a celebrar un ciclo sobre la Inteligencia Artificial en el cine. Habrá una primera parte ahora y, después del verano, una segunda entrega. El 24 de abril proyectaremos El jovencito Frankenstein, de Mel Brooks, para situar el mito de Frankenstein como una de las primeras muestras de inteligencia artificial. Le seguirá el 8 de mayo Blade Runner, de Ridley Scott, y el 22 de mayo, Ex machina, de Alex Garland. El ciclo se celebrará en Burjassot, en la Escuela Técnica Superior de Ingeniería, la ETSE, y contaremos con investigadores del centro para debatir en torno a las películas y temas como el que planteas.
El momento es oportuno y nos encontramos inmersos en un debate global sobre la Inteligencia Artificial. En términos estrictamente industriales, cualquier novedad genera siempre un rechazo inicial y las tecnologías no son una excepción: todo avance se recibe con recelo. Cuando llegó el cine sonoro, hubo muchas reticencias de profesionales del mudo, la televisión se antojaba como la sepulturera del cine e internet iba a terminar con toda la industria cultural. Por no hablar del teatro, blanco de todos los augurios y hoy más vivo que nunca. El problema no es la tecnología sino su uso. Muchos inventos nacieron por el interés de la industria militar (como la radio o internet) y rápidamente diversificaron su uso hasta la industria cultural. Para el tema de la Inteligencia Artificial, recomiendo el libro de José Francisco Ruiz Casanova, ¿Sueñan los traductores con ovejas eléctricas?, que se centra en el terreno de la traducción literaria pero cuyas reflexiones son válidas para el resto de sectores. El autor se sitúa en un punto medio entre apocalípticos e integrados, y opino lo mismo: depende de los usos futuros, y la tecnología responde también al interés por ampliar la herramientas de la creación cultural.
Pensemos en la llegada de la digitalización al cine. El CGI acabó con artesanía de los efectos especiales, con el modo de trabajar de Willis O’Brien o Ray Harryhausen, pero eso no ha supuesto ni menos puestos de trabajo ni menos inversión económica en efectos especiales, sino todo lo contrario. El rasgo diferencial de la Inteligencia Artificial se halla en asuntos como las consideraciones éticas y los derechos de autor: ¿Qué pasa con el hecho de que, en cuestión de segundos, podamos obtener una canción o un cortometraje sólo con introducir en la máquinas unas leves indicaciones? No es un tema menor y está por verse, al igual que tuvo que revisarse todo en su momento con la llegada del sonoro, la televisión e internet, y hemos visto que aquello no nos ha hecho llegar al mundo de Terminator. Son temas que trataremos en el ciclo de películas, porque el cine está para eso, para provocar debates. No obstante, el ciclo es una parte de la programación cultural con el director de la ETSE, Rafael Magdalena, que comparte ese entusiasmo por la dinamización cultural. El 17 de abril tendremos un espectáculo de danza, a cargo de la Compañía Joven C-Dansa, y el 15 de mayo, concierto de Kromo & Kuare, dos jóvenes raperos valencianos que presentan su primer disco.
¿En qué se va a concretar la colaboración con La Cabina? ¿Y con otros festivales?
El objetivo fundamental es cumplir con la misión del Aula de Cine: ofrecer una formación de calidad, de ahí la ampliación de los cursos formativos, y una programación de actividades al servicio de la comunidad universitaria y la sociedad. Por ello, se dedicarán los recursos disponibles a elaborar de manera racional una programación sostenida en el tiempo y presente en todos los campus. Respecto a La Cabina, la Universidad seguirá colaborando en la medida de sus posibilidades económicas y humanas, teniendo en cuenta los procedimientos administrativos y que se trata de un festival independiente.
Queremos incidir en la línea del Festival Activa Música y crear un certamen para que los estudiantes y personal universitario presente sus creaciones audiovisuales. Puede abarcar desde los trabajos fin de grado y máster de Comunicación Audiovisual o Historia del Arte hasta otras propuestas vinculadas con la universidad. Además, queremos que los estudiantes tengan un contacto permanente con profesionales del sector audiovisual. Es una labor que llevo acometiendo desde siempre, tanto en mis clases como con encuentros organizados en distintos espacios de la universidad, y los estudiantes siempre lo agradecen. Acercar a las aulas a cineastas como Tony Palmer, Alberto Rodríguez u Óscar Aibar así como a profesionales de la música y la televisión como Julián Hernández, Georgina Cisquella o El Gran Wyoming me ha permitido valorar el interés por estos encuentros. Los vamos a potenciar desde el Aula de Cine, aparte de organizar reuniones con periodistas y críticos, responsables de las aulas de cine de otras universidades y productores y distribuidores. Tenemos más iniciativas en marcha previstas para después del verano, que anunciaremos según se vayan concretando.
En términos más generales: ¿crees que el papel de las instituciones u organismos públicos, como es la UV, es esencial a la hora de dinamizar el panorama cultural y, sobre todo, contribuir a dotarlo de una mayor diversidad de contenidos? Te lo pregunto sobre todo desde el ámbito musical, que es el que yo más controlo, dada la uniformización de la programación de los diferentes festivales, incluso cosas como la Feria de Julio de este año, que van de lo clónico a lo directamente ramplón…
La Universidad de Valencia celebra este año su 525 aniversario. La efeméride nos sirve para recordar el compromiso social constante, tanto en la labor formativa como en el hecho incontestable de que una universidad es el principal foco cultural de una ciudad. La Nau es buena prueba de ello: es tal la actividad del centro, conformado por excelentes profesionales, que resulta imposible asistir a todo. Pero lo importante es que la gente sepa que estamos siempre ahí, en La Nau y en diversos espacios de la universidad, dispuestos a recibir a todo el mundo con actividades que fomentan la reflexión, el diálogo y el espíritu crítico. La formación universitaria es una etapa especial en la vida, todos recordamos de forma imborrable esos años de paso a la madurez. Por eso, nos sentimos responsables de ofrecer una programación cultural diversa, que despierte y alimente la curiosidad intelectual de los estudiantes. Queremos que, al finalizar los estudios, se sientan orgullosos del centro en el que se han formado y que, cuando se incorporen al mundo laboral, sientan todavía la Universidad como su casa, a la que pueden volver en cualquier momento para seguir disfrutando de conciertos, exposiciones, proyecciones o encuentros con artistas.
Un ejemplo se encuentra en otra actividad que celebraremos el 11 de mayo en el Colegio Mayor Rector Peset, el estreno de Fanny: The Other Mendelssohn, un documental sobre Fanny Mendelssohn, la hermana del compositor Felix Mendelssohn. Vendrá la directora y guionista del film, Sheila Hayman, que es tataranieta de Fanny. Además de la proyección y el coloquio con Hayman, habrá una pequeña intervención musical de Almaclara, la orquesta de cámara que interpretará piezas de la biografiada y un coloquio con la cineasta. Es sólo un una muestra inmediata de las características que definen las actividades que se organizan desde la Universidad de Valencia. Las ofertas mayoritarias, las dirigidas al gran público, son también necesarias porque sería un error eliminar el componente lúdico de la vida de una sociedad. Valencia es una ciudad muy viva, con una programación cultural amplia desde hace años y en numerosas disciplinas artísticas. Y frente al riesgo que comentas, el virus de la uniformidad, la universidad es el antídoto más efectivo. Ofrecemos una programación que no cae en la uniformidad ni en la ramplonería, es nuestro compromiso porque una sociedad necesita capacidad de análisis y espíritu crítico. Es por ello que la función de la universidad resulta indispensable, ahora y en los próximos 525 años.
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